Este foro tiene lugar en unas circunstancias únicas en la historia reciente. Europa está en guerra. Ucrania fue amenazada y luego invadida con una crueldad e intensidad desconocidas para las todos nosotros. El mundo ha cambiado. El mecanismo de resolución pacífica de conflictos nacido en 1945 ha saltado por los aires y los estados expansionistas y autoritarios consideran la guerra como un medio legítimo para alcanzar sus objetivos estratégicos. Por esta razón, la prioridad de la Defensa no es coyuntural sino que será estructural durante décadas.
Ante estas circunstancias excepcionales, la industria de defensa tiene el reto de satisfacer la demanda. No lo tenemos fácil después de décadas de un pacifismo rampante que nos ha debilitado militar, económica, política y, sobre todo, moralmente.
Las Fuerzas Armadas españolas y las de nuestros tradicionales clientes casi duplicarán la demanda en pocos años. De las acciones y decisiones que se tomen en los gobiernos e industrias, dependerá que nuestras empresas puedan crecer satisfaciendo a esta demanda que no será más de lo mismo, de lo que ya hacemos, sino de nuevos equipos y tecnologías que todavía no tenemos entre nuestras capacidades, lo que exigirá un esfuerzo de inversión empresarial sin precedentes. El objetivo de un presupuesto de Defensa de 30.000 millones de euros, transformará nuestro tejido industrial si planificamos con tiempo y se asignan recursos públicos para acometer las inversiones necesarias en talento, que es un bien escaso, necesitamos más ingenieros y profesionales, equipamiento y sobre todo en I+D+I.
Ante una realidad cambiante y amenazadora, los europeos debemos abrir los ojos y asumir el coste y la responsabilidad de nuestra propia defensa, no importa qué cambios de paradigmas o de prioridades deban producirse. La existencia de Europa y de sus valores dependen de que los estados sean fuertes, sus fronteras seguras, y sus ciudadanos se sientan libres y protegidos por sus gobiernos.
Hemos estructurado este seminario en torno a tres dimensiones fundamentales que debemos.
Europa está en el proceso de crear una gran Europa de la Defensa. Para ello se necesita tener una estrategia común, necesita presupuestos comunes para los programas cooperativos más importantes y para saciar necesidades acuciantes en Ucrania. Requiere duplicar las capacidades en sectores críticos. Sigo considerando que una España militarmente fuerte y con una industria a este nivel, es la mejor aportación que podemos realizar a la defensa de nuestros intereses particulares y por supuesto de Occidente.
La segunda dimensión es la industria de defensa como herramienta de desarrollo económico y de cohesión territorial. Invertir en Defensa es invertir en futuro, en empleo, en tecnología, con un factor multiplicador que excede a cualquier otro sector económico. Es una industria que exporta sus propios productos, desarrollados en España, a países desarrollados, compitiendo con las grandes compañías mundiales lo que se produce en muy pocos sectores.
La industria de Defensa y su cadena de suministro, están esparcidas por todo el territorio nacional e implican a centenares de empresas y a decenas de miles de trabajadores, muchos de ellos extraordinariamente cualificados. Por lo tanto, el esfuerzo que debemos hacer en Defensa ha de tener un impacto directo en nuestra industria y en nuestra economía.
En un estado descentralizado, las comunidades autónomas tienen un papel esencial en este desarrollo industrial. Disponen de numerosos instrumentos para ayudar a la industria de defensa a establecerse y crecer en las distintas regiones, y sin duda deben ser una parte fundamental de este esfuerzo colectivo por España.
Finalmente el vínculo transatlántico. Cuando hablamos del vínculo transatlántico no solo nos referimos al que nos liga con Estados Unidos, que sigue siendo el principal mercado de defensa, sino que hablamos también de todos aquellos países que comparten con nosotros valores y que forman parte de organizaciones militares. Países como Noruega, India, Israel, Australia, Japón, Corea del Sur, y otros muchos en los cinco continentes, son parte fundamental de nuestra agenda exterior y todo lo que contribuya a incrementar los lazos con ellos será bueno para todos.
Los problemas políticos concretos con algunos aliados no deben perjudicar a nuestra seguridad ni a nuestra industria, que nunca debería ser moneda de cambio en los posicionamientos políticos, hay otros muchos campos menos críticos para adoptar acciones diplomáticas. La internacionalización de la industria de defensa es otra tarea en la que las Comunidades Autónomas pueden ayudar, y mucho.
En un mercado nacional con un solo cliente, el Ministerio de Defensa cierra el círculo de este sector. Su labor es determinante para la industria y de sus decisiones depende una gran parte del éxito en la superación de los retos citados, pero no deberíamos volver a modelo de control, dirección operativa o propiedad de la industria de defensa por el gobierno que tan nefasto resultados produjo en nuestra historia reciente. Lo mejor que le ha pasado a la industria fue el proceso privatizador de tres grandes tractoras y este esquema no debería alterarse ni atacarse.