
Llevo años repitiendo que todo lo que nos pasa, hoy por hoy, con la izquierda, no es nada nuevo ni que pueda sorprendernos. La ideología de izquierdas se basa en la mentira del reparto de la riqueza y la indignidad de tratar teóricamente como iguales a los diferentes, al que se esfuerza y al que no. La izquierda ha sido siempre cuentista, violenta, golpista, ladrona y, en general, una gran rémora para los países y para sus ciudadanos.
En España, a diferencia de otros países como Estados Unidos o Reino Unido, no tenemos por qué hablar de oído. Aquí los hemos sufrido mucho más de lo que hubiera sido mínimamente razonable. Aquí, en la Segunda República y en la Guerra Civil asesinaron, violaron, robaron propiedades de particulares, se llevaron el oro del Banco de España y quemaron y destrozaron propiedades sin medida. Y ahora, en democracia, hemos visto a organizaciones de izquierda y extrema izquierda asesinar y a otras justificarlo o pactar con ellos; los hemos visto robar a manos llenas e incluso ir a la cárcel por ello y, en definitiva, practicar todo aquello que es contrario a lo que pregonan. Porque la izquierda es eso: haced lo que yo os diga, pero jamás hagáis lo que yo haga. Nos suena, ¿no?
En Andalucía acabamos de ver aterrizar, como secretaria general autonómica, a la ministra de Hacienda del Gobierno social-comunista, a MJ Montero, a la que en algunos ambientes se conoce como sobaquillo veloz, por su fruición a la hora de airear y mostrar sus axilas en momentos de posesión pseudo-demoníaca.
MJ pretende aterrizar en Andalucía como si los andaluces, a los que considera turulatos perdidos, no nos acordáramos ya de que, cuando fue consejera de Salud, dejó a la sanidad andaluza en sus máximas cotas históricas de tercermundismo; cuando fue consejera de Hacienda, colocó el cartel de quiebra sobre las cuentas andaluzas; y ahora que es ministra de Hacienda, se ha erigido en el peor perjuicio para los intereses de Andalucía con sus medidas.
Pero la señora Montero no es ningún bicho raro en el PSOE y en la izquierda, sino todo lo contrario: forma parte de la más común y cotidiana realidad, haciendo suya la máxima que dejó escrita Alexander Pope, aquello de que "el que dice una mentira no sabe qué tarea ha asumido, porque estará obligado a inventar veinte más para sostener la certeza de esta primera".
Y así, doña Chiqui, así llamada desde que respondió a una periodista con ese aire chulesco tan suyo, aquello de "Chiqui, 1.200 millones no son nada", ha aterrizado desde Madrid con una frase que los andaluces debemos recordarle desde ahora y hasta que se presente a las elecciones; eso de que "se ha demostrado que el caso de los EREs fue un invento del PP".
La señora Montero pretende convertir el ejercicio anticonstitucional del presidente del tribunal del mismo nombre, cuasi indultando a los expresidentes andaluces y del partido, José Griñán y Manuel Chaves, después de haber sido condenados como parte del caso de corrupción en el que ha defraudado más dinero público en la historia de España, en la demostración de que no hubo Caso EREs, de que todo salió de la imaginación del PP, de que los jueces se lo inventaron o, mejor, que nunca juzgaron y condenaron, que todo lo hemos soñado, como aquella ensoñación del golpe de Estado de Cataluña.
Y entonces, los testimonios y pruebas de dineros defraudados, los gastos en prostitución y en drogas, el tipo aquél del que su madre afirmaba que tenía dinero "pa’ asar una vaca" o ese otro al que le pagaban un sueldo por mirar a la pared y que cuando preguntó extrañado le respondieron lo de "¿tú has cobrado? Po’ te callas la boca"; todo eso no ha existido jamás. Y no ha existido porque ha venido doña María Jesús, ha venido una socialista a despertarnos, a avisarnos de que no debemos dejar que nuestros ojos y nuestros oídos nos sigan engañando.
Como antes nos dijeron que la Segunda República fue un período idílico de paz, estabilidad y bonanza; y la Guerra Civil una locura de unos militares malvados que no creían en la democracia. Como antes nos contaron que el nazismo es una ideología de extrema derecha, el comunismo una maravilla y Stalin, Ceausescu, Che Guevara o Fidel Castro unos benefactores de la sociedad. Y así con todo. Se llama so-cia-lis-mo.