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Pocos enemigos y demasiados amigos

El problema de Sánchez no es que tenga pocos enemigos en el exterior a los que enfrentarse, es que tiene demasiados amigos que ocultar.

El problema de Sánchez no es que tenga pocos enemigos en el exterior a los que enfrentarse, es que tiene demasiados amigos que ocultar.
Pedro Sánchez en la cumbre europea de este martes | LD/Agencias

Es costumbre entre los dictadorzuelos de toda laya, cuando son cuestionados por su pueblo, apelar a un enemigo exterior. Lo agreden para que reaccione y, cuando finalmente lo hace, el dictador se envuelve en la bandera y apela al patriotismo de sus conciudadanos. Lo ha hecho Putin con Ucrania. Lo mucho que con la guerra ha afianzado el ex agente del KGB su régimen es lo que explica las pocas ansias de paz que tiene, a pesar de que sus avances en el frente se miden en metros al mes y las bajas, en centenares al día. Pero no siempre sale tan bien. A la Junta militar argentina, la innecesaria invasión de las Malvinas le costó el poder.

Pedro Sánchez no es todavía un dictador, pero aplica sus métodos. Va poco a poco porque teme que la reacción en Europa le abra los ojos a la aletargada sociedad española. Pero su propósito es perpetuarse en el poder en un régimen de democracia tan sólo aparente. Es lo mismo que está haciendo Viktor Orban en Hungría.

Pues bien, como todo autócrata que se precie y que se enfrente a alguna oposición interna, Sánchez busca enemigos exteriores que nos obliguen a respaldarle cuando los ataques provocados por él se dirijan contra nosotros. Lo intentó con Milei y con Netanyahu. Ambos supieron distinguir la persona del país y nuestro presidente no logró su propósito. Ahora es el turno de Trump. Sin embargo, Sánchez recula y no termina de agredir al presidente norteamericano con la suficiente vehemencia como para lograr que el gigante se vuelva a darle un papirotazo al pigmeo. El País nos vende que el presidente teme lo mucho que puede perjudicar a los empresarios españoles la respuesta de La Casa Blanca. Le da miedo que los empresarios le culpen de los aranceles que nos imponga el rubicundo magnate. Al parecer, le preocupa especialmente el sector agroalimentario. De forma que prefiere, por ahora, que la voz cantante la lleve Bruselas.

Sin embargo, tiene que haber más. Cuando Trump nos incluyó en el grupo de los BRICS, sabía perfectamente lo que decía. España ha secundado a Sudáfrica en su denuncia de genocidio contra Israel. España es el único país de Occidente que no investiga los asesinatos de enemigos del Kremlin que se perpetran aquí. España hace lobby en la Unión Europea a favor de China. Y respalda la política ruso-china en Venezuela, Cuba y Nicaragua. Sudáfrica, Rusia y China son BRICS. Y lo que vino a decir Trump es que nosotros obramos como ellos. ¿Qué saben los servicios secretos estadounidenses de Sánchez? ¿Qué sabe el Mossad? Y de Zapatero, ¿qué saben? Le estamos comprando a Estados Unidos más gas natural que a Argelia, que es exactamente lo que Trump quiere que hagamos los europeos, comprarles cosas. Y el Gobierno, en vez de denunciar que Vox está a órdenes de Moscú, como es obvio a todo el que sepa leer, le deja estar a ver si le come el terreno al PP. El problema de Sánchez no es pues que tenga pocos enemigos en el exterior a los que enfrentarse, es que tiene demasiados amigos que ocultar.

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