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Algarrobico: el PSOE que lo permitió se escandaliza ahora de que exista

Montar este show cuando es tu partido el responsable de aquello de lo que te quejas no es nada, chiqui.

Montar este show cuando es tu partido el responsable de aquello de lo que te quejas no es nada, chiqui.
La vicepresidenta primera y ministra de Hacienda, María Jesús Montero, interviene durante la rueda de prensa frente al hotel ilegal de El Algarrobico. A 10 de febrero de 2025, en Carboneras, Almería (Andalucía, España). | Europa Press

Corría el año 2005. Almería acababa de vivir el momento más importante de su historia moderna: la celebración de los XV Juegos Mediterráneos. En mitad de un ambiente de euforia social, una ministra socialista que años antes había sido diputada por Almería, Cristina Narbona, paseaba en un barquito privado su ministerial cuerpo por las playas del Parque Natural Cabo de Gata Níjar y, de repente, una visión perturbó su urbanísticamente casta sensibilidad.

En una ladera del municipio de Carboneras, junto a una playa casi impracticable por su piso de chinorro y piedras, se levantaba la estructura de un espectacular hotel que descendía por la propia pendiente. La visión era objetivamente fea, como la de todas las obras. Pero en el esqueleto se adivinaba la realidad espectacular y flamante de un proyecto arquitectónico deslumbrante.

Demasiado para la filosofía ecologista extrema y radical de doña Cristina que, llevada por ese arrebato de exceso de poder tan típico de quien de repente se ve recogido en casa por un chófer y saludado con honores a su entrada al Congreso de los Diputados, descolgó el teléfono con furia y comunicó con la que era consejera de Medio Ambiente de la Junta de Andalucía, la parlamentaria por Almería, Fuensanta Coves.

Doña Cristina fue tajante: había que parar la obra de inmediato y revertir la situación de manera inflexible. Enfrente, perpleja, Coves trataba de no contradecir a la ministra, en ese momento uno de los poderes emergentes del gobierno Zapatero, pero al mismo que no podía negar la realidad: el proyecto tenía todos los permisos pertinentes otorgados por la Junta de Andalucía, gobernada por el propio Partido Socialista.

La conversación concluyó con palabras mayores y dureza dialéctica por parte de la ministra, así como con una consejera que empezaba a no saber dónde meterse. Lo que vino después ya lo conoce todo el mundo: una obra paralizada, una empresa que contaba con todos los permisos gravemente perjudicada, un municipio privado del que iba a ser su gran motor económico del futuro, un PSOE empeñado en gastar millones de euros en demoler pero dejando pasar las décadas sin ejecución alguna y, más recientemente, una Junta de Andalucía del PP también imbuida de ese espíritu ecologista, que ciega cualquier raciocinio acerca del pastizal que nos costará a todos la impracticable quimera de tratar de revertir la situación original de la naturaleza.

Durante todos estos años, no he dejado de preguntarme cuántos colegios o institutos se dejarán de construir para demoler El Algarrobico, cuántos hospitales o centros de salud dejarán de estar disponibles para asumir los costes de esta delirante vorágine, cuánto se dejará de subir el sueldo de nuestros sanitarios para conseguir que dejen de marcharse a otros países a trabajar, cuántas familias dejarán de tener ayudas sociales para acometer los costes de la expropiación, la demolición y la compensación a la empresa damnificada.

Y ahora, dos décadas después, en un viaje con finalidad claramente política, tras su nombramiento como gran lideresa del socialismo andaluz y candidata a la Junta, pero pagado con el dinero de todos al disfrazarlo de cariz institucional, la vicepresidente del Gobierno y ministra de Hacienda, MJ Montero, por estos lares conocida ya como ‘Sobaquillo Veloz’ por la pasión que imprime al movimiento y exhibición de sus ministeriales axilas, ha tenido el cuajo de acercarse a Almería y plantarse junto al proyecto de hotel para ofrecer una rueda de prensa convocada escasas horas antes de su celebración y sin avisar al alcalde del municipio carbonero ni a ninguna institución provincial, para exhibir una especie de aquelarre chusco por el hecho de que tal construcción se llevara a cabo en su día, olvidando que, en aquellos años, la Junta de Andalucía que concedió los permisos no sólo estaba gobernada por su partido, sino que en ese Ejecutivo estaba, desde el año 2004, nada menos que la propia María Jesús Montero.

Los andaluces ya sabíamos que la piedra filosofal de esta señora, a la que hemos sufrido como consejera de Salud en los peores años de la sanidad andaluza y como consejera de Hacienda cuando la caja autonómica quedó prácticamente en quiebra, no es otra que la trola, la mentira, la manipulación, el embuste, el disimilo, la falacia, en enredo, la patraña y el trampantojo.

Pero, sinceramente, el montar este vergonzoso y delirante teatrillo de duelos y quebrantos por una construcción cuyos permisos concedió su propio partido político, que entonces se aposentaba sobre los ejecutivos nacional, municipal e incluso el autonómico del que ella misma formaba parte, es demasiado incluso para la ‘Chiqui-ministra’. No obstante, bien pensado, "montar este show cuando es tu partido el responsable de aquello de lo que te quejas no es nada, chiqui".

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