
Ni la corrupción, ni las aparentemente inasumibles peticiones de Junts o Bildu que siempre se acaban asumiendo, ni la imposibilidad –al menos por ahora, aunque no parece que esto vaya a cambiar– de aprobar los presupuestos, ni siquiera las derrotas parlamentarias cada vez más comunes y dolorosas: al final lo que podría colocar a Pedro Sánchez en una situación absolutamente insostenible es el incremento del gasto en defensa que está exigiendo la Unión Europea.
Y es que el Gobierno está atrapado en una pinza de la que tiene muy difícil zafarse: de un lado la situación geopolítica mundial, con la traición de Trump a Europa y Ucrania y el cambio que va a suponer en la política de defensa de la UE, un cambio que la propia Unión se ha tomado muy en serio –tanto como que este viernes la Comisión Europea ha pedido a los países integrantes de la UE que empiecen a ampliar el gasto en defensa antes de abril– y que parece que se va a convertir en uno de los ejes de lo que ocurrirá en el continente en los próximos años.
Un cambio, además, que pilla a Sánchez con el pie cambiado en cuanto a los apoyos con los que puede contar: su relación con el PP europeo es ya tan mala como la que tiene con Feijóo y los suyos, el único correligionario que le quedaba –el socialista alemán Scholz– acaba de perder las elecciones por goleada y Macron le ha demostrado su desprecio de la forma más clara y pública posible.
Es decir: parece muy complicado que nuestro presidente pueda evadirse de esos compromisos que, además en el caso de España, son más difíciles de cumplir que en otros, ya que supone pasar del 1,29% del PIB –el dato de gasto de nuestro país según la proyección de la OTAN para 2024– a un 2%, prácticamente el doble, este mismo año.
Uno de los temas tabú de la ultraizquierda
Y la otra parte de la pinza es la que el propio Sánchez se ha buscado al presidir un gobierno de ultraizquierda, apoyado los más extremistas de Europa y con una colección de socios que no pueden ser más radicales y para los que este asunto, el gasto militar, el falso pacifismo antioccidental, son elementos clave de su ideario y, más importante, de su propaganda.
Sumar, Podemos, los separatistas de izquierda, los proetarras de Bildu… son partidos que han tragado con temas de los que habían hecho bandera en el pasado, como la corrupción galopante de Pedro Sánchez y el PSOE –qué no habrían dicho todos si Begoña Gómez hubiese sido la mujer de Mariano Rajoy o David Sánchez el hermano de Díaz Ayuso o Ábalos el número dos de Aznar–, pero este asunto de los presupuestos militares y de la OTAN es uno de los ejes políticos y, sobre todo, sentimentales, de la izquierda española.
No sólo es que es una píldora muy difícil de tragar para el votante de Podemos o de Sumar, es que es la excusa perfecta para justificar cualquier movimiento político, incluso uno cuya consecuencia última pudiese ser la temida llegada de la derecha.
Algo especialmente interesante para Podemos, que lleva bastante tiempo viendo en una convocatoria electoral la oportunidad de superar a Yolanda Díaz y los suyos y, por lo tanto, asegurar el futuro del partido como la fuerza hegemónica a la izquierda del PSOE.
Los morados creen que la diferencia que marcan las encuestas, todavía a favor de Sumar en todos los casos aunque muy diferente según el sondeo de que se trate, es en realidad mucho menor, y se muestran convencidos de que en unas elecciones ellos lo harían mejor de lo que apuntan los estudios demoscópicos y los de Díaz bastante peor. Algo que, por cierto, ha pasado en todos los comicios después de las generales del 23.
Un sorpasso probable pero sólo mientras no aparezcas ante tus propios votantes como aquel que provoca el terremoto que permite que Feijóo llegue al poder. Sin embargo, en este caso concreto, y quizá sólo en este, el culpable sería ese gobierno militarista, armamentista, de la OTAN etcétera, etcétera.
De hecho, tal y como apuntaba Luca Costantini en The Objective, parece que en esta ocasión en Podemos sí que están dispuestos a llevar el desafío hasta el final y, desde luego, la retórica que están manejando es la más dura contra Pedro Sánchez que les hemos podido escuchar.
Un vídeo publicado en X por Ione Belarra es un buen resumen de la posición de su partido y, tanto el fondo como sobre todo el tono, es muy duro.
Hoy en @LaBase_TV he podido explicar de forma más extendida por qué desde Podemos nos oponemos a un aumento de gasto militar. pic.twitter.com/NOinY77kh8
— Ione Belarra (@ionebelarra) March 12, 2025
La líder morada habla de "hacer lo que siempre ha hecho el PSOE; que es lamerle las botas a los EEUU", de un Gobierno de "señores de la guerra", alerta de que el incremento del gasto en defensa supondrá "recortes en servicios públicos" porque "cada euro que vayamos a destinar a tanques, armamento, defensa es un euro que no estamos destinando a mejore nuestra sanidad pública" o a "rehabilitar vivienda que sirva para mejorar el parque de vivienda pública" y de que sería "poner en riesgo el estado del bienestar". Como ven, no hay mensaje que se deje de expresar de la forma más directa posible.
En estas condiciones, parece imposible que Podemos apruebe unos presupuestos –aquí hay que hacer una advertencia: si algo hemos visto en estos últimos años son cosas que parecían imposibles– y, sobre todo, a pesar de que los cuatro votos del partido morado son suficientes para tumbar lo que sea en el Congreso porque su huida deja a la "mayoría progresista" de Sánchez en 174 escaños, resulta muy sencillo imaginar que arrastrarían a otras formaciones al enfrentamiento con el Gobierno.
¿La gran traición de IU?
Una de ellas podría ser, y esta es una derivada muy interesante, Izquierda Unida, la coalición que nació a mediados de los ochenta nada más y nada menos que al calor de las movilizaciones contra la OTAN y que está manteniendo una posición muy similar a la de Podemos en este asunto.
Así lo expresaba su secretario general, Antonio Maíllo, en el documento que ha presentado este sábado a la coordinadora federal, el máximo órgano del partido: "No podemos aceptar posiciones políticas que van contra nuestros principios y debemos movilizar a la sociedad española contra el aumento del presupuesto militar".
El texto, aprobado por abrumadora mayoría, se ha titulado "La paz es el camino" , habla de "furor belicista", recoge la expresión que "señores de la guerra" que ya está usando Podemos y tacha de "barbaridad" el aumento del gasto en defensa planteado en Europa.
En una clave más interna, Maíllo también reclama mayor protagonismo para formaciones como la suya dentro de Sumar, presume de que tienen una implantación territorial de la que otros carecen y, aunque defiende la continuidad del Gobierno incluso aunque no se aprueben los presupuestos, habla de un proceso político para la organización de una "alternativa" que sirva, ya se lo pueden imaginar, para frenar la extrema derecha.
La incomodidad de Sumar
Es evidente que la estructura orgánica de Sumar, es decir: Yolanda Díaz y alrededores, está muy incómoda con este asunto, pero parece dispuesta a aceptar un trágala de Sánchez con tal de seguir en el Gobierno, en la seguridad de que la pérdida de las poltronas y las posibilidades propagandísticas que estas suponen llevarían al desplome de todo el tinglado.
Por eso, mientras la oposición de IU y de Podemos es frontal se diría que Díaz y los suyos están más preocupados de encontrar una fórmula que puedan aceptar, por ejemplo, eso de hablar de gasto de "seguridad" en lugar de gasto en defensa. En definitiva, un poco de azúcar para que esa píldora de la que les hablaba antes pase mejor, como decía la canción.
En esta situación y después de que en los últimos meses se haya informado en varias ocasiones de contactos muy discretos entre Podemos e IU, el antimilitarismo radical de ambos podría ser la excusa perfecta para un movimiento que sacudiera por completo este espacio político de la extrema izquierda. Una vuelta a aquel Unidas Podemos que, recordemos, llegó a tener 71 diputados.
Esta vieja apuesta electoral convenientemente rejuvenecida, con una nueva marca –¿Frente Amplio, por ejemplo?– podría cumplir su principal propósito: eliminar a Yolanda Díaz y a Más País de la ecuación. Y no porque IU sea precisamente un aglutinador de voto muy potente, pero la vieja-nueva coalición sí lograría presentarse ante los votantes de ese espectro como representante legítima de la extrema izquierda y, además, contaría con la implantación territorial de IU de la que presume Maíllo en su documento y que, desde luego, no es asunto baladí.
Y, por supuesto, transmitirían la sensación de que todo el mundo abandona el barco de Yolanda Díaz ante su inminente hundimiento, creo que más letal que el peor dato en una encuesta.
En resumen, y a la espera de que IU decida quién cree que será el caballo ganador, Podemos ya ha tenido varias oportunidades de asestar un golpe letal a Yolanda Díaz y cobrarse venganza, pero quizá ninguna tan evidente como esta.
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