
"Teniendo en cuenta que por el conflicto nacional los catalanes no queremos formar parte de las Fuerzas Armadas españolas, se tiene que pedir que el gobierno español trabaje para que los catalanes puedan formar parte de las fuerzas armadas de los otros países de la Unión Europea, mediante pactos bilaterales o buscando un consenso a nivel europeo". Este delirio aparece en uno de los documentos que se atribuyen a colaboradores del Catalonia Global Institute (un ‘zink zank’ de esos muy relamido), en el que aconsejan sobre la posición que debería tener Junts ante un aumento de los gastos en defensa y un posible reclutamiento obligatorio. No, no se habla de un ejército catalán. Nada heroico. Todo es más vulgar, que es lo mismo que decir más catalán. Va de la pela, de la guita, del parné. El pasado día 13, la portavoz de Junts en el Congreso, Míriam Nogueras, se lo dijo a "su admirador, su esclavo, su sirvo", o séase, al presidente del Gobierno espanyol: "Si hay que aumentar este músculo europeo —refiriéndose a las inversiones en defensa— se tendrá que hacer en Europa y en Cataluña".
El diputado Rufián, que es más cortico de entendederas, le dijo a Sánchez que no cuente con él para gastar más, "a menos que nos expliquen muy despacio y muy bien por qué". Se lo explicarán, él se hará el interesante y terminará tragando.
¿Sabían ustedes que solo el 2,55% de los militares españoles son nacidos en Cataluña y solo el 1,18% están destinados en la Comunidad Autónoma? Los de Puigdemont sí lo saben y dicen que es una muestra más de discriminación. Ellos son distintos a los demás, no les gusta la milicia y la culpa es del Estado español (si dicen España se tienen que enjuagar la boca con lejía). "Catalanes, acabáis de ingresar en un ejército bravo y aguerrido; en el Ejército de África, cuyo renombre llena ya el Universo... Pensad en que representáis aquí el honor y la gloria de Cataluña". El general Juan Prim y Prats arengaba a los quinientos hijos del Principado que se alistaron voluntarios y combatieron en la batalla de Wad-Ras, en marzo de 1860. Ahora los de Junts se quejan de que "solo el 0,003% de los puestos de trabajo vinculados con la industria de defensa están en Cataluña" y que esto también perjudica a los puestos de trabajo indirectos.
"Como partido nacionalista catalán, Junts cree que las Fuerzas Armadas Españolas son una herramienta imprescindible para la opresión nacional", afirman los ideólogos de Míriam Nogueras. Quieren que se pongan fábricas de armamento… pero la de misiles que sea en Badalona y así matan dos pájaros de un tiro: pagan impuestos a la Hacienda catalana y en caso de conflicto, si les tiran un petardo, la culpa será del alcalde Albiol que es un belicista y del PP.
Todo esto es coherente con el partido sanguijuela que es Junts, pero ¿por qué buscan que se compense "la carencia de efectivos de origen catalán en las Fuerzas Armadas"? ¿Quieren euros o formar el embrión del ejército popular de la republiqueta? En el momento que consideren oportuno exigirán que se modifique el capítulo III de la Ley 39/2007, de la carrera militar, para que "en caso de reclutamiento forzoso tuvieran —los catalanes— la opción de hacer el servicio militar en las Fuerzas Armadas de otro país de la Unión Europea", afirman en el documento. Por una parte quieren más militares profesionales catalanes. Por la otra que sus jóvenes hagan la mili como si fuese un Erasmus y Pedro Sánchez lo venderá como una muestra de integración europea. Una experiencia piloto protagonizada por los solidarios jóvenes catalanes. ¿Una broma? Todo depende de quién sea el publicista que haga la campaña. Y se lo pagaremos entre todos los españoles, no lo duden.
El documento sugiere "hacer un estudio del impacto —económico— que representa para Cataluña no tener unidades militares destinadas" y, en un arranque de sinceridad pesetera, reconocen que no las quieren: "Evitar totalmente el incremento de unidades", pero que hay que "buscar compensaciones económicas —por no tenerlas—". Esto es un indepe-catalufo en estado puro.
Amarrado el control de las fronteras, ahora van a por la defensa: "Se tiene que hacer una análisis para valorar qué competencias en el ámbito de defensa podría asumir la Generalitat y la incorporación en órganos consultivos y de decisión de la defensa española y europea". Y que no falten los Mossos y la Agencia Catalana de Ciberseguridad, que deben estar presentes en "órganos —europeos— de cooperación de inteligencia y ciberseguridad".
Lo del referéndum se les ha quedado pequeño y se han dado cuenta de que es una molestia. Mucho ruido y pocas nueces. No hace falta. Están montando su republica catalana delante de nuestras narices y a gastos pagados.
Pero no preocuparse porque Puigdemont será cap d’Estat y cabo furriel de las fuerzas armadas de un país neutral. En un informe del Catalonia Global Institute, este sí público y del pasado mes de febrero ("Una Catalunya neutral?") se alerta de que "al contrario de lo que acostumbramos a leer, la neutralidad implica mantener unas fuerzas de defensa robustas para asegurar la autonomía de la propia defensa" y se añade, en un gesto de realismo inhabitual en estas gentes con recurrentes episodios lisérgicos: "En última instancia, el éxito de una hipotética política de neutralidad para Cataluña dependería de su capacidad para equilibrar sus intereses nacionales con el poder de los estados español y francés". Dicho queda. ¡Atenta la compañía!
Nota: para aquellos que no hayan vivido la mili —eso que se han perdido para lo bueno y lo malo—, decirles que el furriel era un personaje clave. Un poder fáctico. Un soldado que podía clavarte una tercera imaginaria o ponerte un Servicio y fastidiarte el permiso. Un servidor llegó a bisa en la oficina de Plana de una de las Compañías del Regimiento de Pontoneros. Otro poder fáctico en dura competencia con el furriel.