
Por si tanto ajetreo arancelario nos archiva la necesidad de restaurar vidas y haciendas de la Dana, recordemos compromisos y navajadas. Ya que nuestros políticos no se han comportado como servidores públicos capaces, al menos deberían tener el decoro de llorar a los muertos y ayudar a los vivos sin envenenarnos a todos.
A nadie se le puede acusar de asesino de una tragedia inesperada, pero sí exigírsele responsabilidades si pudiendo evitarla no lo hiciera por negligencia, cálculo electoral o escasa preparación para el cargo, tan común hoy en esta generación de gañanes que se empeñan en denigrar a la política.
Es el caso. La tragedia del Barranco del Poyo se podría haber evitado. En dos oportunidades: cuando se pretendió llevar a cabo el Plan Hidrológico Nacional (PHN) impulsado por el gobierno de Aznar en 2001 con fondos europeos en el Congreso de los Diputados; y cuando en el Parlament de Cataluña se intentó impulsar parte de aquel plan en 2008 para regar con agua sobrante del Ebro al levante español y llevar agua a Barcelona. En el primer caso, la llegada de Rodríguez Zapatero al Gobierno tras el trauma de los atentados de Atocha echaría abajo el Plan Hidrológico Nacional con las obras ya iniciadas y financiadas por fondos europeos. Por entonces, la oposición del PSC, ERC e ICV, además de la del PSOE de Rodríguez Zapatero fue tremendamente dura. Eran los tiempos de "ni una gota de agua al sur" de Pascual Maragall o de las denuncias contra el trasvase ante la Unión Europea de la entonces secretaria de Medio Ambiente del PSC y posterior consejera de Justicia de la Generalitat, Montserrat Tura.
Con la llegada de Zapatero al Gobierno, el PHN se echó abajo en 2004. Un error inmenso. Para más INRI, el PHN se iba a realizar con fondos europeos ya aprobados. Un disparate. En 2008, el gobern Tripartito de José Montilla y el Parlament de Cataluña insistieron en el error. Sin sospecharlo siquiera, estaban sentenciando a no menos de 224 personas, años después, en la Dana de Valencia. Viví aquella chapuza como diputado y ponente de aquel C´s germinal en el Parlamento de Cataluña, que defendió un PHN en medio de la peor sequía del S.XXI en Cataluña. Ante nuestra insistencia en sostener que "el agua es del Estado, es decir, es de todos", la bancada socialista, se rio a carcajadas. De aquellos polvos, estos lodos. Una vez más habrían de ser las ínfulas nacionalistas del catalanismo que ayudaran a Zapatero a derrocar el PHN en 2004 los que impedirían cuatro años después en Cataluña el traspaso de aguas del Ebro al levante español y a Barcelona en medio de una persistente sequía.
Por entonces, el nacional/catalanismo quería evitar a toda costa su obsesión preferida: impedir de cualquier modo que se favoreciese la cohesión de España por cualquier motivo. En este caso, con la distribución del agua a nivel nacional conectando cuencas y permutando necesidades. Tanto era así, que por entonces preferían traer agua del Ródano (Francia) para paliar las necesidades de Barcelona, que hacerlo desde el Ebro. Jordi Pujol nunca quiso tener dependencias futuras de un Estado, que un día u otro —barruntaba—, sería su enemigo. No son elucubraciones de hoy, lo denunciamos por entonces en el Parlamento de Cataluña incansablemente sin que se sintieran interpelados. ¡Qué despistados han estado el resto de españoles! ¡Qué impotentes suenan hoy aquellos esfuerzos por impedirlo!
Tras la tragedia del Barranco del Poyo 17 años después, lo recordaba Manuel Aznar estos días. Ese PHN tenía previsto, entre otras muchas necesidades, construir la presa de Cheste. Con ella se hubieran podido pautar las crecidas de las aguas del Barranco del Poyo y desviarlas al nuevo cauce del Turia. Si se hubiera llevado a cabo, ahora mismo seguirían con vida la mayoría de ciudadanos ahogados en Picanya, Paiporta, Massanassa, Catarroja... Lo explicó indignado el 14/11/2024 el arquitecto Julio Gómez Perrett de Mateo en Las Provincias bajo el título: "Sánchez y la izquierda miserable". De todos los datos y evidencias, dos son los responsables directos: Rodríguez Zapatero, y Pedro Sánchez. El primero por dejar a la intemperie en 2004 a las personas de zonas amenazadas por riadas recurrentes, y el segundo, porque el engaño inicial de pacto de no agresión que le ofrece a Mazón tras las primeras horas de la tragedia fue una trampa miserable para enterrar a la oposición en el barro y los muertos, mientras él se lava las manos al no declarar la alerta 3, que le hubiera hecho a él responsable directo de la tragedia al convertirse en competencia directa del Estado. Dicho de otro modo, Zapatero fue responsable por negligencia, pero Sánchez prevaricó a sabiendas por omisión de socorro al manejar tiempos y vidas con manifiesta indiferencia. Y crueldad.
Sería el Teniente General retirado Francisco José Gran Pampols, nombrado como Vicepresidente para la Recuperación por Mazón, quien hiciera ante la ministra de Defensa, Margarita Robles una intervención que dignifica en parte la tragedia. Diez minutos que pone a cada cuál en su sitio. Menos a Carlos Mazón. ¿Sería porque fue nombrado por él? Y sí, también el presidente de Valencia, Carlos Mazón, es responsable por negligencia e incapacidad, y quizás por algo más si nos atenemos a esas horas obscuras en que estuvo ausente y debió comparecer en su puesto de mando para alertar a tiempo a los ciudadanos de lo que se avecinaba, y no hizo, sabe Dios por qué. Aún nos debe una explicación de lo que le impidió estar en su puesto. Que no se queje ahora de los disparates que la ciudadanía pueda barruntar, sí él mismo no ha sido capaz de aclararlo.
PD: ¿Hemos de aceptar como una fatalidad esta desolación política?