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El día en que se homenajeó a los (¡cero!) represaliados por las derechas en Almería durante la Guerra Civil

El socialismo es ese conjunto de trucos encaminados a que tú pienses en imbecilidades y nimiedades, mientras él te mete la mano en el bolsillo para mantenerse en el poder.

Quien a estas alturas no lo haya percibido, es que o no quiere hacerlo o no está, digamos, muy en el lío, vamos que está plácidamente acomodado sobre la rama de una higuera, pero su capacidad visual le impide percibir la ubicación de los higos. El socialismo es, ha sido y será siempre ese conjunto de trucos encaminados a que tú pienses en imbecilidades y nimiedades, mientras él te mete la mano en el bolsillo para mantenerse en el poder.

Repito que no es nuevo, por muy indignados que estemos ahora por lo que está pasando, por los 94 impuestos que nos han subido en siete años; por las políticas migratorias que llenan de inmigrantes ilegales nuestros hoteles; por la corrupción institucionalizada de la que sólo son puntas de iceberg los Koldo, Ábalos, Aldama, Begoña, David el Chirimollas, Cándido Conde-Pumpido, Alvarone García Ortiz y compañía; por la que nos indignó durante años en Andalucía a raíz de Juan Guerra, de los EREs, de los cursos de formación, de la prostitución en el Don Ángelo, de la ilustre enchufada en la FAFFE, del que tenía dinero "para asar una vaca", del que mandaba al chófer a por droga y compañía; por los pactos con partidos que no sólo no condenan el terrorismo de ETA sino que han formado parte de él y con los que participaron en el golpe de Estado del 1-O en Cataluña… y así podría seguir horas y horas.

El socialismo no ha sido nunca otra cosa que el conjunto de trolas y manipulaciones necesarias para que los que te esquilman sigan en el poder porque tú los votas para que no gobierne la derecha. Ha sido siempre así. Y será así mientras exista el socialismo, por la sencilla razón de que, de otro modo, sería imposible que nadie prestase su voto a una tendencia ideológica, llámese como se llame el partido que la encarna en cada momento, que sólo ha producido ruina y desastre cada vez que ha conseguido manipular al número suficiente de incautos. ¿O conoce alguien un ayuntamiento en el que haya gobernado la izquierda y, al acabar su mandato, no haya habido problemas económicos para el que le ha sucedido?

La farsa en cuestión, el pufo, la trampa, la engañifa, el embeleco, la argucia dan igual y, de hecho, reviste todo tipo de aspectos diferentes, lo cual ha sido clave para perpetuarse en el tiempo. Hace unos días, se conmemoraba el aniversario de la proclamación de la Segunda República Española, seguramente el timo más poderoso que se ha desarrollado en la historia de España, puesto que llegó a consecuencia de unas elecciones municipales y no de un plebiscito sobre un posible cambio en el modelo de Estado, las cuales fueron ganadas, pásmese usted, querido lector, por las fuerzas monárquicas. ¿Y entonces? Pues entonces lo que ocurrió fue que los partidos republicanos, que venían preparando el golpe desde hacía mucho tiempo en torno al llamado Pacto de San Sebastián, movilizaron a la gente, engañándola, para sacar partido de su triunfo en las grandes ciudades.

Golpe maestro, ¿verdad? Pues como ése, muchos, incontables. Hace ya algún tiempo, lo que pasa es que a mí no se me olvida, la entonces ministra de Justicia, que luego fue Fiscal General del Estado, Dolores Delgado, presidía un acto de lo que la prensa local catalogaría luego como "reparación a víctimas del franquismo y la Guerra Civil en Almería".

Corría el mes de octubre de 2019 y doña Lola se hacía acompañar por varios dirigentes del PSOE local, entre ellos el secretario de Estado para la Memoria Democrática y gran instigador de este otro fraude, Fernando Martínez López, al que conozco íntimamente, puesto que fue el profesor que más me ha engañado en un aula en toda mi vida, cuando tuve la mala suerte de ser su alumno en los cursos de Doctorado en Humanidades (Historia) por la Universidad de Almería.

Por supuesto que el acto obviaba a todos los almerienses que fueron represaliados por las izquierdas republicanas y obreras durante la Guerra Civil, desde religiosos como el obispo Diego Ventaja hasta empresarios como Juan José Vivas Pérez, periodistas como Fructuoso Pérez Márquez, políticos monárquicos o de derechas y personas conservadoras en general. Días después, preguntado por esta discriminación, el secretario de Estado nos respondía que "a ésos ya los homenajeó el Franquismo". No nos consta, pero es muy posible que acto seguido se fumara un puro.

Tanto doña Lola como don Trolando, así conocido en Almería por su inclinación por la trola, tuvieron el cuajo molinero de tener unas emocionantes palabras para aquellas personas que fueron represaliadas por las derechas tanto en el Franquismo como… ¡en la Guerra Civil! Y he aquí lo más escandaloso, lo más indignante, lo más vomitivo, lo más miserable… lo más socialista: desde que la Guerra Civil se declaró el 18 de julio de 1936 hasta que las tropas franquistas entraron en la provincia de Almería, dos días antes del final del conflicto bélico, a finales de marzo del 39, en Almería no ostentó el poder nadie que no fueran las izquierdas, repito, alternándose en él los representantes de gobiernos republicanos con las turbas exaltadas de las organizaciones obreras, especialmente la UGT, que se pasó por la piedra a la mayoría de los asesinados en esos casi tres años de muerte, destrucción y represalia.

Es decir, que el número de represaliados por la derecha en ese tiempo alcanzó la friolera de… ¡cero!, lo cual no fue óbice para que, ochenta años después, el secretario de Estado para la Memoria Democrática, exalcalde socialista, historiador y catedrático de Historia en la Universidad de Almería, tuviera el valor de organizar un acto, ministra incluida, para honrar la memoria de aquellos que sufrieron la represión por parte de las derechas durante la Guerra Civil. ¿Son o no son geniales? ¿Queda explicado el que, a pesar de todo, todavía haya gente capaz de votar de vez en cuando a estos señores? Pues eso…

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