
Después de dos semanas de tensiones entre Pakistán e India por el asesinato en la región de Cachemira, bajo control de India, de veinticinco turistas indios a manos de terroristas pakistaníes, la guerra ha estallado. Así rezaba un mensaje que recibí esta tarde. India comenzaba a prepararse para un ataque inminente a Pakistán.
En los días anteriores se prohibieron los movimientos transfronterizos y los sobrevuelos de aviones de un país sobre otro. Finalmente, en lo que es considerado por Pakistán como un acto de guerra, India cerró esta mañana las compuertas de las presas del rio Indo, privando a Pakistán de su principal fuente de energía y agua. En ningún momento de la historia, ni siquiera en la guerra de 1971 se tomó semejante medida. El Indo suministra agua para el campo pakistaní y es su principal fuente de energía, de manera que el mantenimiento de esta decisión llevará a Pakistán a movilizar todas sus fuerzas por su supervivencia. Hay que reconocer que los ingleses haciendo mapas no fueron muy eficaces.
Tres misiles fueron lanzados por India sobre Muzaffarabad, la capital de la Cachemira pakistaní, y otros 24 sobre otros objetivos en la región: dos localidades de la Cachemira pakistaní y siete en el Punyab. Aunque veintiséis personas resultaron muertas, India lanzó un mensaje contenido indicando que se trataba de una acción antiterrorista y que no esperaba una respuesta pakistaní, pero resultaba poco creíble después de atacar con misiles de largo alcance.
Ambos ejércitos están movilizados
Después de décadas preparándose para este conflicto, Pakistán respondió derribando, según sus fuentes, dos aviones de combate de India Mirage 2000, suministrados por Francia hace pocos años y lanzando disparos de artillería en la frontera, que ha sido la respuesta habitual en estos casos. Ambos ejércitos han sido movilizados y el primer ministro Sharif ha indicado que Pakistán tiene todo el derecho a responder con la fuerza y que dispone para defenderse.
La partición de India o, más bien como diría Churchill, el abandono de la India, dejó en una primera instancia millones de muertos como consecuencia de la creación de dos estados, uno musulmán, Pakistán y otro hindú, India, que dividía a Pakistán en dos territorios separados. Los dos países han tenido después de 1947 tres guerras más. En 1965, en la que murieron unos 10.000 militares, sin producir ningún cambio territorial y la de 1971 que convirtió al Pakistán Oriental en un estado independiente, Bangladesh. Casi un millón de efectivos movilizados con casi diez mil muertos. Otros mil muertos se produjeron en 1999 en la cuarta guerra indiopakistaní. En 2012 la situación se agravó y ambos países estuvieron cerca de la confrontación nuclear. Los dos reclaman su soberanía sobre Cachemira y no hay manera de que haya una solución diplomática.
Cachemira es un enorme valle, quizás el más fértil de Asia y tres potencias conviven enfrentadas desde hace décadas, China, Pakistán e India. Tres países demasiado grandes para entrar en un conflicto bélico.
No sabemos si este incipiente conflicto terminará en una guerra abierta, para la que ambos países se están preparando ahora mismo. En India se están alistando los búnkeres y se están instalando sistemas de alerta mientras que la población se encuentra preparada para lo peor. Recordemos que entre los dos países suman a 1.600 millones de habitantes, lo que hace que la guerra de Ucrania sean algo nimio en comparación. Ambos cuentan con armamento nuclear y con capacidad de lanzarlo a través de misiles. India dispone de centenares de misiles con capacidad para alcanzar todo el territorio pakistaní con cabezas nucleares y Pakistán, con menor arsenal, tiene una enorme capacidad de destrucción. Si hay un entorno en el que la guerra nuclear es probable es un conflicto que en el fondo más que territorial es religioso, y cuando los dioses entran en juego, todo es posible.
Con Trump en la Casa Blanca, con los aranceles, con Rusia dependiendo de India para sobrevivir económicamente, con China apoyando a Pakistán, el embrollo en el que nos podemos meter es el más peligroso de toda la historia de la humanidad. Es urgente una acción diplomática internacional, pero ¿de quién? ¿del Papa Trump, de Putin, De Xi Jinping, de Úrsula Von der Leyen? Estamos a las puertas del infierno y no tenemos a nadie que pueda liderar la lucha contra esta tragedia. Esperemos que en el Cónclave vean esta amenaza y opten por proveer al mundo de una figura carismática que aúne una gran coalición por la paz en Asia. En Las sandalias del pescador se resume perfectamente la situación ante la que puede celebrarse este cónclave.
El comentario de Trump, "estamos siguiendo la situación y es una vergüenza", no es para mostrase optimistas. La economía se tambalea y solo nos faltaba esto para hundirnos en una profunda recesión que quizás sea lo menos malo que nos pase.
Si Pakistán e India se empeñan en estas horas en continuar atacándose, la situación será muy difícil de detener. Tenemos a dos nacionalistas imbuidos de un espíritu religioso con bombas nucleares a punto de entrar en colisión: solo nos queda mantener el aliento y rezar, porque el mundo está, no al borde del abismo, sino cayendo en él.
Enrique Navarro es consultor independiente. Durante los gobiernos de José María Aznar fue asesor de Defensa e interventor del Ministerio de Defensa. Blog: Enriquenavarrogil.blogspot.com.es