
Y el tercer compi de Pedro Sánchez de aquel Peugeot de 2014 salió abrasado del gobierno tras el informe de la UCO. Ya sólo queda el capo. Ahora sin burladero donde salvaguardarse, ha dado una rueda de prensa infame. Con cara compungida, mirada plañidera y ojos de cordero degollado tuvo el cuajo de susurrar: "Tengo muchos defectos; entre ellos, creer en la limpieza de la política". Así, con un par. Para a continuación anunciar que seguirá hasta el 2027. Ninguna responsabilidad. ¿Alguien se puede imaginar a Pedro Sánchez suplantado por alguno de sus socios de tropelías actuando sin su consentimiento?
Ejemplaridad es la palabra. Aunque sólo fuere por responsabilidad debería dimitir por inepto; y en todo caso, por ejemplaridad, para decirle a su partido y a la sociedad española que hay formas de hacer política intolerables. Dar ejemplo. Esperen sentados.
Si se confirma el estercolero presentado por la UCO, todas cuantas prevaricaciones ha hecho Pedro Sánchez, incluyendo la manipulación de las Primarias del PSOE, para lograr la presidencia del Gobierno, primero, y los sobornos que ha pertrechado después para sostenerse en él, habrían de ser revocadas por el próximo gobierno. Empezando por los indultos de los ERES de Andalucía, el nombramiento del director del CIS, del presidente del Tribunal Constitucional, los indultos a los secesionistas y la amnistía concedida como soborno, y cada uno de los ataques a las Instituciones del Estado. Paralizar la reforma del acceso al Poder Judicial y Fiscal, revisar cesiones económicas, lingüísticas y penitenciarias a los nacionalistas, y restaurar la decencia y la vergüenza en la política. También sus acuerdos secretos sobre el Sáhara con Marruecos, Ceuta y Melilla y el Peñón de Gibraltar.
Y como quiera que hoy las firmas de opinión de éste y otros medios entrarán a saco con estos estafadores, yo prefiero dedicar las siguientes líneas a la rehabilitación de una izquierda decente, moderada, leal con España, respetuosa con la democracia liberal y enemiga de esta camorra sanchista que nos gobierna.
Como una premonición, discutía este sábado en Barcelona con una persona relevante y lúcida, de cuyo nombre no quiero acordarme, la conveniencia, oportunidad o inconveniencia de que una apuesta de izquierdas decente y española irrumpiera en la realidad en estas horas trágicas para la democracia y para la propia nación.
Yo sostenía que es más necesaria que nunca, y ella la rebatía, convencida de que en este momento sólo es pertinente unir fuerzas para echar a este gobierno de felones. Sólo estábamos de acuerdo en el fin, no en los medios.
Llevo escribiendo 20 años en este diario liberal invitado por su creador, Federico Jiménez Losantos. A pesar de saber que siempre he sostenido ideas de centro izquierda, tuvo a bien hacerlo sin condición ni cortapisa alguna. Jamás me han tocada coma alguna en la redacción. Las trincheras del peor nacionalismo catalán unen mucho y distinguen lo accesorio de lo fundamental. Quién tiene en mente una nación española democrática, abierta y libre sabe que la defensa de una ideología no implica la erradicación de las demás. No sólo porque es muy poco liberal, sino porque es imposible.
Esta verdad evidente sigue sin entenderse por millones de personas de derechas de este país. Como no lo entiende este gobierno sectario de izquierdas y derechas nacionalistas, cuyo ADN común es la mentalidad totalitaria (sea de naturaleza comunistoide, nacionalista u oportunista). O sea, este engendro llamado sanchismo.
Un día u otro, este gobierno caerá. Pero eso no significará que millones de ciudadanos españoles dejen de ser de izquierdas, ni dejen de votar a la izquierda. Hay un malentendido terrible cebado por el sanchismo, que se resume en este falso axioma: si no eres progresista, o sea, de izquierdas, eres facha, o sea de derechas. La polarización iniciada por Zapatero y culminada por Pedro Sánchez. Un retorno a la Guerra Civil de los años treinta para cegar con odio lo que debería ser educado con ilustración y libertad. Los resultados, a la vista están. Ya no se juzga la labor del gobierno, su corrupción, sus mentiras y el deterioro de la democracia; la ficción de la Guerra civil les pone a resguardo de ser juzgados por sus actos de gobierno concretos. El fanatismo del fútbol ha saltado a las urnas. Una carcoma para la democracia.
Y en estas estamos. No hay hecho más urgente hoy en España, que irrumpa en la realidad una izquierda democrática, honesta y española para contrastarla con esta izquierda tóxica, infantil, pija, comunistoide, woke, antiespañola, infectada de vividores y vagos que han sustituido el esfuerzo, la honestidad, la igualdad y la justicia social, por pactos contra natura y privilegios territoriales para perpetuarse en el poder a lomos de la deuda pública como criterio de supervivencia. Han sustituido los derechos laborales y el esfuerzo, por privilegios territoriales, lingüísticos y religiosos. Han convertido la ideología en una religión. Una religión retrógrada, racista a fuerza de nacionalista.
Este pasado fin de semana se ha realizado en Madrid el primer congreso de "Izquierda Española", la alternativa de izquierdas a esta plaga de langostas. Su programa, sus propuestas, su talante, y su patriotismo cívico es un soplo de aire fresco en esta cloaca de Coldos, Bildus, Leires, Ábalos, Cerdanes, hermanísimos y esposas, mentiras y mecanismos de proyección insoportables, de Puigdemones, meapilas recojenueces, y filoetarras, atornillados en el poder por una autoamnistía (La Comisión Europea dixit). Aunque en crudo, es un colosal soborno a la vista de todos para comprar con siete votos la presidencia de una nación.
Conozco a su recién nombrado Secretario General y líder, Guillermo del Valle. Abogado laboralista, persona ilustrada y decente, vasco de nacimiento y sin complejos para defender la igualdad de todos los españoles a través de la nación común española, que a pesar de su juventud, no ha caído en el superstición del nacionalismo étnico y lingüístico. Pero no es sólo él, una pléyade de personas ilustradas y educadas en el esfuerzo y en los derechos laborales ganados a pulso con la responsabilidad de saber que en esta vida nada se logra sin esfuerzo, y todo hay que lograrlo con el sudor de tu frente a nivel individual, pero a la vez, con carácter para exigir y regular el bien común a través de impuestos progresivos en función de los ingresos de cada cual. La igualdad, la justicia y la libertad como bien común.
Hay millones de españoles de izquierdas hoy, que votan a esta izquierda tóxica del gobierno, no porque sean unos mangantes como ellos, sino porque han entrado en la espiral polarizadora sanchista, convertida ya en una religión tóxica y sectaria de la que es difícil salir sin ayuda. Es preciso darles la oportunidad a esos cientos de miles de españoles de izquierdas de buena fe, de rechazar esas cloacas con una oferta decente como "Izquierda Española". Y si la angustia del momento lleva a buena parte de la derecha a no entender que en una democracia no se puede aspirar a erradicar a tus adversarios, debería contemplar la posibilidad de que si Izquierda Española llega al congreso, lo hará a partir de votos que hoy van al sanchismo, o están en la abstención, hartos de tanta corrupción política. Sólo por eso ya merece la pena darle una oportunidad. No sólo porque sustituirá a una izquierda tóxica, sino porque impediría que sus pactos mafiosos con extorsionadores, serían más difíciles. Y por lo mismo, tanto los medios de izquierdas decentes, como los medios liberales, deberían ayudar a Izquierda Española a implantarse en el Congreso. Una vez dentro, la historia de esta izquierda tóxica, enfrentada a sus contradicciones en el espejo de "Izquierda Española", mermaría su capacidad de influencia; o quién sabe si tendría los días contados.
Para todos esos poderes fácticos, mediáticos, de izquierdas y de derechas tan cortos de horizontes y tan sectarios con todos los adversarios políticos deberían dejar de manosear la nación y defenderla como garantía de los derechos de todos. Ahora que aún estamos a tiempo.