
En España, la izquierda arrastra un problema grave al no haber confrontado su pasado oscuro, a diferencia de la derecha. El PP ha condenado el golpe de Franco, pero el PSOE y otros sectores de la izquierda no han repudiado los sucesos de octubre de 1934. De los nacionalistas, mejor no hablar. El pecado original de la democracia española es que el PSOE, una organización con un siglo de delitos impunes, no ha renegado de su lado más sombrío, perpetuándose como un foco de corrupción y crimen.
El PSOE encarna una tradición de sectarismo, autoritarismo y corruptelas que lo hace incompatible con la democracia liberal, el Estado de Derecho y la sociedad abierta. Más que un partido, es un movimiento sectario que extiende sus tentáculos por la sociedad civil, infiltrando periodistas, profesores, policías y jueces que, bajo su influencia, no sirven a España ni a la ley. Como la higuera estranguladora, el PSOE es un parásito que crece sobre el árbol de España, al que acabará asfixiando.
La corrupción institucionalizada del PSOE se refleja en los "periodistas" que, como en La invasión de los ladrones de cuerpos, atacaron a los medios que denunciaban el sanchismo: desde Maruja Torres hasta Jordi Évole, quien llegó a pedir calles para Santos Cerdán por su papel en la amnistía a golpistas. Algunos defienden que Pedro Sánchez ha traicionado al PSOE, un partido supuestamente necesario y beneficioso. Pero antes de Sánchez estuvo Felipe González, cuyo mandato incluyó escándalos como el caso Flick, la expropiación de Rumasa, el GAL, Filesa, Ibercop, Luis Roldán, las escuchas del CESID, el caso KIO, los Fondos Reservados o las corruptelas de la Expo 92. Estos casos, aunque no siempre imputables directamente a González, marcaron su gobierno y consolidaron una percepción de impunidad, amparada por medios como El País, privilegiados por el PSOE.
Con Zapatero, la corrupción continuó, destacando el caso ERE en Andalucía, con condenas a líderes como Chaves y Griñán, luego exonerados por tribunales con influencia socialista. Otro ejemplo revelador es la Fundación Ideas, que pagó miles de euros a una columnista ficticia, Amy Martin, ligada al director de la fundación. Estos casos evidencian que la corrupción es sistémica en el PSOE, un imán para oportunistas y sinvergüenzas que respaldan a un líder como Sánchez, no como causa, sino como síntoma de una enfermedad moral arraigada en el partido, desde figuras como Largo Caballero hasta los Koldos de hoy.
No basta con pedir la dimisión de Sánchez o la refundación del PSOE. Es necesaria su disolución, como cualquier organización delictiva. Una socialdemocracia limpia, sin un historial de crímenes y corrupción, es posible.