Tras su impostado y maquillado abatimiento del jueves al hacerse público el demoledor informe de la UCO que desvela la corrupción sistémica que afecta a la cúpula del PSOE y del Gobierno; y tras su arrogante comparecencia de este lunes en la que descartó una convocatoria de elecciones en las que todos los sondeos -salvo los del CIS- pronostican una amplia mayoría absoluta a la suma de PP y Vox, el presidente del gobierno ha enviado este martes una carta a los militantes del PSOE en la que no sólo reitera su determinación de no dimitir, ni someterse a una cuestión de confianza, ni convocar elecciones sino que también censura que el contenido de ese informe de la UCO "se haya puesto al servicio de un intento deliberado de la derecha para derribar a un gobierno legítimo".
Como es evidente, la desfachatez de Sánchez no tiene límites: No sólo no asume responsabilidad política alguna ante este monumental escándalo, sino que avala no ya la legalidad sino la legitimidad de impedir que los ciudadanos se expresen en las urnas por el hecho de que puedan dar la mayoría a los partidos de la oposición. Es más: Si por el escándalo previo al que nos ocupa, sabíamos de la sucia campaña de los fontaneros del PSOE para desacreditar a la cúpula de la UCO, ahora es el propio presidente del gobierno el que criminaliza sus informes por servir a lo que él llama un "intento de derribar a un gobierno legítimo".
Es evidente que este informe, que señala directamente la corrupción del secretario de organización del PSOE, haría caer a todo un gobierno en cualquier país democrático del mundo. Como botón de muestra, The Times califica este martes a Sánchez como "Don Teflón", conocido apodo del capo de la mafia neoyorkina John Gotti. Pero está visto que Sánchez pretende ya dar por zanjado el escándalo y eso a pesar de que nadie en su gobierno es capaz de descartar nuevas informaciones que puedan salpicar por corrupción a algún ministro o directamente al propio presidente del gobierno. De hecho, parece ser que los agentes de la UCO trabajan ya en cuatro nuevos informes que acorralan a Sánchez y afectan de lleno a la que fuera presidenta de Baleares y actual presidenta del Congreso Francina Armengol, al expresidente canario y ahora ministro de Política Territorial Ángel Victor Torres y otros dos que investigan el patrimonio oculto de Santos Cerdán y el rescate millonario del Gobierno de Sánchez a la compañía Air Europa, encargado hace meses por el titular del Juzgado de Instrucción nº 41 de Madrid, Juan Carlos Peinado, que investiga el caso de la esposa del presidente del Gobierno, Begoña Gómez. Eso, por no hablar e las investigaciones de la UCO que apuntan a la financiación ilegal del PSOE a través del régimen venezolano de Maduro.
Aun así, Sánchez está decidido a dar la espantada -en el sentido de no tener que dar más explicaciones- como demuestra el bochornoso intento del PSOE, en comandita con Bildu, de evitar al presidente el tener que comparecer en el Congreso antes del 9 de julio.
Así las cosas, y teniendo en cuenta el chollo que, para las formaciones proetarras, separatistas y antisistema, constituye un personaje con la debilidad moral y parlamentaria de Sánchez, ya sabemos lo que nos espera: seguir de escándalo en escándalo hasta 2027 con un presidente que ha aguantado, aguanta y aguantará lo que sea con tal de seguir en la poltrona.