
Lo que estamos sufriendo en España no tiene precedentes. La comparecencia de Pedro Sánchez de este lunes da una idea de qué caradura (y tal vez algún calificativo psiquiátrico adicional) tiene este presidente del Gobierno. Llamar "rumores" a la voz de Santos Cerdán ordenando a Koldo García meter papeletas falsas en las urnas donde se dirimían las elecciones primarias del PSOE de 2014. ¿Sólo dos? ¿Y si fueron más? ¿Y si la falsedad se extendió a los avales "custodiados" por Koldo presentados en 2017 y a otros mecanismos del proceso?
Otro rumor será para él el propagado por el propio PSOE, y últimamente por Felipe González, sobre la urna escondida tras una mampara y sin autorización para votar un Congreso extraordinario que "produjo desazón, tristeza y lágrimas en un Comité Federal que tachó de "pucherazo" la maniobra de Sánchez y sus amigos. Según el viejo dirigente, nunca debió permitirse que un tramposo así volviera a presentarse para dirigir el partido. Pero se permitió.
La cosa llegó a límites tragicómicos cuando le oímos pedir perdón a las mujeres por los puteros comentarios de Koldo y Ábalos sobre sus putas y sus intercambios. "Nos repugnan…Las expresiones machistas que proyectan son absolutamente incompatibles con los valores feministas de este partido" ha afirmado, refiriéndose a las conversaciones sobre prostitutas de Koldo y Ábalos en 2019. Pero, hombre, conocer e intercambiar mujeres (u hombres), ¿no es lo que se hace en las casa de prostitución o saunas asimiladas?
El señor Sánchez, don "Limpio", parece haber olvidado de repente quién era su suegro, a que se dedicaba y cuál era la función de su esposa en la contabilidad de los burdeles ambisexo que regentaba. Ahora dice que al PSOE le repugna la prostitución, pero si así fuera, ¿habría elegido como secretario general a alguien tan ligado familiarmente al negocio como él? ¿O es que también mintió sobre ello o lo ocultó? Tal vez es porque él, siempre él, no había comido. (Los demás no importan).
Más grave son sus insinuaciones, que recuerdan los antidemocráticos hábitos de su partido desde los tiempos de Felipe González y el autoritario proceder de los socialistas en Andalucía y otras regiones, sobre que sin el PSOE no habrá pensiones, ni Seguridad Social, ni trabajo ni nada. Las pruebas empíricas muestran que miente y su llamamiento a la no alternancia del poder rompe toda la baraja democrática. Que el mensaje subliminal, e incluso expreso, al pueblo sea que se deje robar por las izquierdas y el separatismo porque será mucho peor que gobiernen PP y Vox da verdadero asco.
Resumidamente, descubra lo que descubra la UCO y pase lo que pase, Pedro Sánchez no va a dimitir ni a convocar elecciones generales. Primero, porque sus socios preferentes - bilduetarras, peneuvistas, golpistas postpujolistas-junqueristas y comunistas yolandistas - saben que, si las convoca y se pierden, se les acabará el chollo político-económico-enchufista- judicial que tienen montado. Sólo Podemos, que huele carne política en la izquierda fresca, amenaza al tirano, pero ya veremos si soporta la presión a que va a ser sometido por "traición" y por tanto cabalgar contradicciones.
Y segundo, es que el PSOE está bajando aceleradamente en las encuestas. Las últimas muestras advierten de un desplome de PSOE y Sumar mientras que los escaños obtenidos por las derechas superan una mayoría absoluta holgadísima, tanto que ya están muy cerca de los 200. Sin los mejunjes corruptos del gobierno, Ferraz podría quedarse sin dinero para pagar la luz, destrozado internamente y casi ausente del mapa municipal y autonómico. Como en 2011. ¿Hundimiento irrefrenable?
Es más, las encuestas conocidas definen que la voluntad de la mayoría de los españoles es que se convoquen elecciones anticipadas. Desde 2024, los sondeos coinciden en señalar que casi un 60 por ciento de los preguntados desean elecciones anticipadas. La última conocida, del pasado 8 de junio, arroja un subidón de los partidarios de anticipar las elecciones hasta el 70 por ciento. Y en el desierto, claman las voces partidarias de ir a las urnas incluso de líderes socialistas destacados.
Es decir, el Frankenstein parlamentario está obstaculizando que los ciudadanos españoles nos pronunciemos sobre la continuidad de un gobierno que está deteriorando a pasos agigantados la convivencia nacional. El bloqueo es notable. El PP no quiere presentar una moción de censura aunque fuera con un candidato circunstancial (un ex presidente del Tribunal Constitucional, por ejemplo), con el fin constructivo de convocar elecciones de forma inmediata. El gobierno no se atreve a impulsar una moción de confianza, por si acaso. El oxígeno ya lo tiene. ¿Para qué jugar con los niveles?
¿Se está esperando a que la situación se pudra hasta el desorden público? ¿Se quiere que jueces y policía hagan el trabajo político? El Senado, ¿no puede hacer nada? ¿Se prefiere que, en su día, un juez del Supremo pida el suplicatorio para el procesamiento del Presidente del Gobierno?
He escuchado a la abogada Guadalupe Sánchez decir que, en caso de que el Frankenstein parlamentario denegase el suplicatorio o la presidenta del Congreso lo hiciera decaer, el resultado podría ser el sobreseimiento definitivo de todos los presuntos cargos, según la ley ordinaria de 1912, sobre los Tribunales que han de entender en el conocimiento de las causas contra Senadores y Diputados, la única vigente, que podría ser invocada, con reinterpretación constitucional por Conde Pumpido.
Dice su artículo 7: "Si el Senado o el Congreso denegase la autorización para procesar, se comunicará el acuerdo al Tribunal requirente, que dispondrá el sobreseimiento libre, respecto al Senador o Diputado." La verdad, me ha dado miedo. ¿Será posible a estas alturas? Si la razón produce monstruos, la democracia, su extraña hija, también, como estamos comprobando.
En la novela de Mary Shelley, el monstruo de Frankenstein, muerto su creador, anuncia que se va a suicidar, pero se perdió "en la oscuridad y la lejanía". Así que nadie sabe nada.