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Alonso Holguín

Nos han vuelto a joder

Los terroristas están en las instituciones. Su "lucha" recibe el apoyo económico del Estado. ¡Se han convertido en burgueses!

La manifestación proetarra de este verano en Bilbao. | EFE/Luis Tejido

– ¿Nos han vuelto a joder? – pregunta una víctima del terrorismo.
– Sí, otra vez –contesto con los ojos llenos de lágrimas, y la herida en el alma sin cauterizar.

Ni es la primera ni será la última confirmación de un dato tremendo: hemos perdido la batalla –de momento– contra el terrorismo en España.

ETA ha vencido.

Otra vez.

ETA ha ganado.

Otra vez.

Día a día se reproducen sus victorias en las calles de los pueblos en las provincias vascongadas y navarras, especialmente, incluido el parlamento de este hermoso país llamado España.

Hace años, asistí a una reunión en el ministerio del Interior. Allí nos presentaron una iniciativa educativa para los diferentes niveles de formación en nuestro sistema educativo: explicar el terrorismo en nuestro país. Mal empezamos cuando no decimos "España".

¿Ven las consecuencias?

Las víctimas del terrorismo, de manera general y sin contar con las asociaciones –quienes acuden solícitos al sonido de la esquila en las subvenciones del ministerio del Interior–, batallamos por no ser insultados de nuevo. Ese insulto se manifiesta de varias formas.

Nos insultan cuando no resuelven la autoría de 379 asesinatos; 379 personas sin derecho a la vida, justicia, recuerdo…

Nos insultan cuando los criminales hablan de conflicto armado en el Congreso de los Diputados, Senado, parlamentos autonómicos y ayuntamientos…

Nos insultan cuando reciben a los asesinos y secuaces cual campeones deportivos en los pueblos…

Nos insultan cuando enarbolan pancartas, fotos y frasecitas asquerosas en las fachadas de ayuntamientos, recintos deportivos y casetas de las fiestas…

Nos insultan cuando los guarros llevan sus camisetas…

Y seguiría así acumulando frases.

En estos días de agosto, cuando España se quema porque el gobierno no le basta con arruinar al campo, sino que hace políticas medioambientales para favorecer la quema del monte –o las inundaciones–, la revista Fotogramas se hace eco del estreno de una película:

El cineasta responsable de 'Alatriste' –una de las películas españolas con las que Fotogramas celebró su 75 aniversario reuniendo a Viggo Mortensen y Agustín Díaz Yanes– y 'Nadie hablará de nosotras cuando hayamos muerto' (1995), con la que ganó dos Premios Goya y el Premio Especial del Jurado en el Festival de San Sebastián, se enfrenta al reto de abordar un tema tan delicado, complejo y trascendente como es el conflicto vasco. "Como todos los españoles de mi edad, el recuerdo de aquellos años es amargo", declara el director a FOTOGRAMAS. "Pensamos que con la llegada de la democracia se acabaría la violencia política (Franco fusiló a cinco jóvenes antes de morir), pero no fue así. Si es importante o no traer esta historia a la actualidad no es algo que yo deba responder. Eso lo decidirá el público".

¿Han dicho "conflicto vasco"? ¿ Han escrito "conflicto vasco"?

Criaturas víctimas del terrorismo, a quienes los hijoputas de los terroristas denominaban "daños colaterales", asesinadas en casas cuartel de la Guardia Civil. Niños asesinados en Vic, Zaragoza, Madrid, Santa Pola, Bilbao… ¿puede explicar a los niños en los colegios el término "conflicto armado", aclarar a los chiguitos las causas de ser objetivos de los terroristas en España?

Eso del "conflicto armado", típico lenguaje terrorista en España, ha consistido en la perpetración de atentados, secuestros, atracos durante más de 50 años. Contando con la ventaja de la sorpresa, los asesinos han cercenado la vida, futuro e ilusión de casi 1000 personas; han dejado miles de heridos que, a día de hoy, seguimos recibiendo insultos –a diario– por permanecer vivos y negarnos a olvidar aquello que recordamos cada día: el atentado terrorista.

No debemos olvidar a quienes se vieron obligados a cambiar de lugar de residencia; a quienes han de vivir fuera de cuatro provincias para conservar la vida; a los empresarios abocados a un cierre y largarse de localidades y regiones porque a unos cabrones se les puso entre las narices señalarles como "enemigos del pueblo". ¡Ya está bien!

Y no debemos olvidar –¡cómo olvidar!– a quienes durante años, mientras celebraban festivales de cine en San Sebastián, han mostrado nula empatía con las víctimas que protegían su sueño, propiedades, vida, y sufragaban con impuestos los proyectos –de mierda– gracias a las subvenciones.

Corre el año 2025, cabalga el primer tercio del siglo XXI. Pese a la implementación de la llamada Inteligencia Artificial, determinados humanos continúan sumidos en la más profunda estupidez. Es más, tienen atesorado el bastardo convencimiento de la glorificación del terrorismo –y su lenguaje– contra las víctimas, quienes nos reconocemos el mérito de seguir vivos.

Los terroristas están en las instituciones. Su "lucha" recibe el apoyo económico del Estado. ¡Se han convertido en burgueses! ¡Menuda mierda de revolucionarios socialistas vascos!

Continuaremos esta lucha encarnizada que nos impusieron los asesinos para continuar señalando a los terroristas, a sus secuaces y a quienes se pliegan de una forma u otra a sus fines.

"No podemos olvidar lo inolvidable", decía don Gabriel Moris Noguera. No puedo estar más de acuerdo con este insigne caballero, a quienes los terroristas arrebataron la vida de su hijo el día 11 de marzo de 2004 en Madrid.

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