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Emilio Campmany

Trump y Venezuela

El caso es parecido al que Tom Clancy imaginó en Peligro inminente, donde precisamente en base a la inminencia del peligro, un presidente de ficción autorizó iniciar una guerra contra los cárteles de la droga.

El dictador, Nicolás Maduro, habla en una rueda de prensa este lunes, en Caracas (Venezuela). | EFE

El reciente hundimiento de una narcolancha en el Caribe tras haber desplegado en esas aguas Estados Unidos una considerable fuerza naval, que incluye una unidad de desembarco de 2.200 marines, plantea muchas preguntas.

1º. Es extraño que, en lo que se ha definido como una guerra contra el tráfico de estupefacientes, se empleen recursos bélicos. Hasta ahora, las embarcaciones sospechosas de transportar drogas eran detenidas, abordadas, registradas y sus tripulantes, detenidos, y la mercancía, confiscada. El derecho Internacional no permite hundir una nave sospechosa de traficar con sustancias prohibidas sin ni siquiera darle la oportunidad a su tripulación de entregarse. Trump califica a estas organizaciones criminales como terroristas para escudarse en la autorización que el Congreso dio al Ejecutivo tras el 11-S, que permitió al presidente emplear métodos de guerra contra organizaciones terroristas islámicas. El mismo Marco Rubio, que es probablemente la persona más sensata de esta administración, ha dicho que estas organizaciones constituyen una amenaza inminente para justificar el empleo del ejército para combatirlas. El caso es parecido al que Tom Clancy imaginó en Peligro inminente, donde precisamente en base a la inminencia del peligro, un presidente de ficción autorizó iniciar una guerra contra los cárteles de la droga.

2º. Las autoridades norteamericanas no pueden probar que el esquife hundido transportaba droga. A la vez surgen dudas debido a lo inusual que es que una narcolancha lleve a 11 tripulantes, disminuyendo su capacidad de carga, cuando no necesita más de tres. Tampoco está claro el país al que se dirigía. Marco Rubio dijo en un primer momento que su destino era Trinidad, aunque luego se corrigió y ratificó lo dicho por Trump, que su meta era la costa estadounidense.

3º. Tren de Aragua es una organización que no suele traficar con cocaína y en las tres recientes macro causas que ha tenido en Estados Unidos no ha resultado ninguna prueba de que introduzcan su mercancía, habitualmente consistente en cocaína rosa, que no es propiamente coca, por vía marítima.

4º. No deja de ser una extraña coincidencia que hace unas semanas, Estados Unidos solicitara al presidente de El Salvador, Nayib Bukele, la liberación y entrega a las autoridades venezolanas de dos centenares y medio de supuestos miembros de Tren de Aragua, deportadas por Washington a El Salvador y aquí encarcelados, a cambio de diez estadounidenses injustamente arrestados en Venezuela. Si Tren de Aragua constituye una "amenaza inminente", no tiene sentido liberar a 252 de sus miembros.

5º. También ha sido sorprendente la reacción de Maduro, que, a su habitual retórica bolivariana y patriotera, no ha unido ninguna acción concreta. No sólo, sino que ha insinuado que el hundimiento del bote, que ni siquiera ha reconocido abiertamente ser de bandera venezolana ni que sus tripulantes ostentaran esta nacionalidad, ha sido una decisión de Marco Rubio que ha manipulado al bueno del presidente Trump.

6º. Todo esto ocurre después de haber sido acusado Trump de ser excesivamente blando con el régimen chavista por haber renovado la licencia a Chevron para comerciar petróleo venezolano.

Son cuestiones que con seguridad tendrán una respuesta, pero, por el momento, no la conocemos.

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