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Adrián Ravier

No a la nacionalización

La crisis no se debe a que el sistema bancario sea privado, sino a que es público y está estrictamente regulado por el banco central.

No han sido muchos los analistas que han logrado prevenirnos de la crisis global. Nouriel Roubini es uno de los pocos economistas que cuentan con este mérito, ya que el pasado año predijo acertadamente que las pérdidas de las instituciones financieras en los Estados Unidos alcanzarían entre uno y dos billones de dólares, como consecuencia del pinchazo del sector inmobiliario –la famosa crisis subprime–, de las tarjetas de crédito, de los préstamos para la compra de automóviles, de los créditos a empresas y sectores industriales, y hasta por el de la deuda pública.

Roubini es un analista reputado, preside el RGE Monitor y es profesor de economía de una Escuela de Negocios de la Universidad de Nueva York. Durante el último año, se ha convertido en un hombre público gracias a sus finas capacidades de predicción y ahora también por proponer la nacionalización del insolvente sistema bancario estadounidense.

Roubini argumenta que "el sistema bancario norteamericano es insolvente en su conjunto; la mayor parte del sistema bancario británico resulta igualmente insolvente; y muchos bancos de Europa continental también lo son". Y nos recuerda la máxima que comúnmente se cita para hablar de la caída de un gigante: "Es demasiado grande para dejarlo quebrar".

También critica las fusiones entre bancos, ya que en su opinión  "fusionar dos bancos zombies, es como tener dos borrachos tratando de ayudarse mutuamente a no caer al suelo". ¿Ejemplos? "JP Morgan se quedó con el quebrado Bear Stearns y con WaMu; el Bank of America adquirió a las compañías insolventes Countrywide y Merril Lynch; y Wells Fargo a Wachovia, provocando que estas nuevas empresas se hayan convertido en monstruos aun más grandes que no pueden caer". ¿Por qué dos empresas gigantes se pelean por comprar a otra que está en problemas? Porque ambas saben que, en la medida que alcancen un tamaño mayor, más ayuda –el bailout– recibirán del Gobierno.

La propuesta alternativa que plantea Roubini es la nacionalización, explicando que el Estado puede terminar con este "monstruoso supermercado financiero" dividiendo las empresas en pequeños pedazos para luego venderlas a inversores privados como podrían ser bancos pequeños pero solventes.

Creo que Roubini acierta en criticar el bailout y en preocuparse por los contribuyentes, que son en definitiva quienes están evitando con su dinero el colapso del sistema financiero. Pero la nacionalización constituye una alternativa aún peor.

Si la propuesta es nacionalizar las empresas para luego dividirlas en pequeños pedazos y venderlas, entonces ¿por qué no dejar al mercado que lo haga? Si cualquiera de estas empresas tuvieran la seguridad de que nadie va a salvarlas, con mucha probabilidad buscarían alternativas por sí mismas. Primero, una reestructuración y luego, tratar de alcanzar la financiación suficiente que les evite la quiebra. Si esto no es posible, la justicia perseguirá la mejor opción para que sean liquidadas. Esto último es lo que Roubini quiere que suceda y, sin duda, será la solución adecuada para muchos casos, pero no tiene por qué serlo para todos.

Por otro lado, la propuesta no resuelve el problema de fondo. La crisis no se debe, como he explicado en otra ocasión, a que el sistema bancario sea privado, sino a que, en la práctica, es público y está estrictamente regulado por el banco central –en el caso de Estados Unidos, la Reserva Federal–, que pretendía manejar "científicamente" las variables monetarias –por ejemplo, regulando la cantidad de dinero en circulación, el nivel de encajes y los tipos de interés– pero que sólo ha terminado en el más estrepitoso de los fracasos. La crisis muestra que aquellas políticas que le negaron al sistema bancario la capacidad de operar libremente no funcionan.

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