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Agapito Maestre

A esperar

Si pasamos de la imagen a las encuestas, la cosa se complica; en el mejor de los casos, Rajoy gana a los puntos. Por lo tanto, es menester que no nos dejemos engañar por falsos derrotismos ni tampoco caigamos en euforias desbordantes.

Hoy mi opinión no cuenta. Sólo me interesa saber qué se guardan los candidatos para el próximo debate; en realidad, si tengo que ser sincero, me preocupa sobremanera descubrir que reserva Rodríguez Zapatero para el próximo encuentro con Rajoy. ¿Persistirá en las contradicciones de Rajoy en el asunto trascendental de la reforma de los estatutos, especialmente el de Cataluña? ¿Sacará todas sus fuerzas en la cuestión no menos decisiva de las reformas inmorales y malas costumbres? Quién sabe. Lo cierto es que si presto atención a la página 16 del diario ABC, diría que el presidente del Gobierno quedó noqueado por Rajoy. Nada tuvo qué ofrecer y menos tendrá para el próximo lunes.

Pero, si pasamos de la imagen a las encuestas, la cosa se complica; en el mejor de los casos, Rajoy gana a los puntos. Por lo tanto, es menester que no nos dejemos engañar por falsos derrotismos ni tampoco caigamos en euforias desbordantes. Las espadas están en alto. Nada está decidido, excepto que el debate de ayer fue a cara de perro, "crispado". ¿Fue esto lo que pretendió Rodríguez Zapatero? ¿Pretendía el PSOE mostrar un Rajoy sólo a la contra y agrio? No lo sé, pero el simple hecho de que yo lo haya planteado supone que el presidente del Gobierno no es alguien sin fondo político, un don nadie, sin legitimidad carismática. No es, por supuesto, un Rasputin, pero ha crecido tanto en impostura y maldad, rasgos decisivos de la política populista de todos los tiempos, que me hace plantear este asunto.

Me preocupa, en efecto, que la mayoría de las encuestas consideren que los dos candidatos estuvieran muy cercanos. Contrasta mi percepción con lo reflejado por los sondeos. Pero, insisto, no hablo de lo que yo opino sino de lo que oigo de las personas que interrogo, y que reflejan, peor que mejor, las encuestas. El debate fue bueno para Rajoy, pero hay una sensación agridulce entre sus votantes. Muchos son quienes mantienen que ganó por los pelos. Pasemos de los tópicos generales sobre quién ganó y quién perdió y reconozcamos que la última palabra aún no se ha pronunciado. Esperemos que no tenga el peso del helio. Las propuestas de uno y otro serán vitales.

Estas incertidumbres me llevan a otras tantas preguntas, que quizá puedan ayudarnos a entender tanto el debate del lunes como el de la próxima semana. Primera: ¿Cuántos argumentos decisivos se reservaron los candidatos para la próxima semana? Segunda: ¿Fue preparado el primer debate de modo independiente al segundo? Tercera: ¿Quedó alguno de los candidatos exhausto para el próximo debate? Cuarta: ¿Existe alguna agenda oculta de Rodríguez Zapatero para el próximo encuentro? Quinta: ¿Qué rol puede seguir desempeñado la negociación del Gobierno con los terroristas? Sexta: ¿Aparecerá un "as" terrorista de última hora en la manga de un socialista?

¿Quién sabe? Todo está abierto. En todo caso, prefiero estas preguntas que retozar en la euforia de unos y las mentiras de otros y, sobre todo, es una actitud más realista que engañarnos con nuestro corazón. Son tiempos de mesura, porque Rodríguez Zapatero sigue produciéndome miedo. Es frío, calculador y terriblemente mentiroso. Esto último no lo digo como demérito político sino como perversidad moral. Pero no es de moral de lo que hablamos ahora sino de política, o sea, de cómo mantener el poder cuatro años más.

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