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Agapito Maestre

¿A qué llamamos pluralismo?

Si preocupante es la subida de impuestos para resolver alguno de los graves problemas de nuestra economía, creo que es aún más grave el modo de abordar este asunto. Las instituciones le sobran a Zapatero.

Los socialistas saben lo que hacen. Son implacables. Son políticos populistas, casi siempre rozando los comportamientos totalitarios, porque desprecian a los adversarios y, por supuesto, funcionan al margen de las instituciones. El Ejecutivo socialista puede hacer cualquier barbaridad con total impunidad, porque las instituciones para este Gobierno no existen nada más que como instrumentos para alcanzar sus propios fines partidistas. Los otros, los políticos que representan a quienes no están de acuerdo con ellos, están ahí para decorar el paisaje; son figuras de cartón piedra para simular que vivimos en una sociedad democrática, o mejor, plural. Falso.

El pluralismo, el respeto y la negociación con el otro en el marco de las instituciones democráticas, hace tiempo que terminó en la España de Zapatero. El sectarismo de este personaje está haciendo historia. La forma de adoptar la decisión de subir los impuestos sin consultar a nadie y, por supuesto, bloqueando cualquier debate institucional sobre el asunto es la última muestra de ese tipo de sectarismo. La ministra de Economía ha confirmado lo anunciado por el ministro de Fomento: el Gobierno subirá los impuestos. Pagarán más al fisco los que más tienen. Basta esa acción populista del Gobierno de Zapatero para bloquear cualquier tipo de debate político sobre la racionalidad o no de la medida. Zapatero sin despeinarse, o sea, sin necesidad de anunciar él mismo la medida, ha conseguido pasar por encima de la institucionalidad política existente y establecer un vínculo simbólico con "el pueblo", con los descamisados, que pudieran volver a votarle en una nueva convocatoria electoral.

Es cierto que Zapatero ha abordado siempre la crisis económica de un modo anti-institucional y, por supuesto, al margen de la posibilidad de pactar con otros partidos medidas para salir de este pozo, pero la última medida de subir los impuestos sin contar absolutamente con institución alguna roza con las peores groserías de los populismos predemocráticos o, sencillamente, antidemocráticos. Resulta obvio que a la oposición no se le consultará absolutamente nada acerca de la crisis económica y, por supuesto, jamás se hablará con los del PP de política. La única relación que admite el PSOE con la oposición del PP es la de la persecución o, en su defecto, la estigmatización a través de los medios de comunicación. Pero el problema es que el PSOE ya no guarda ni las formas. Basta un globo sonda y, posteriormente, su confirmación por miembros del Ejecutivo para que se cierre en las instituciones un debate capital sobre la necesidad o no de salir de la crisis subiendo los impuestos.

Lo diré con otras palabras: si preocupante es la subida de impuestos para resolver alguno de los graves problemas de nuestra economía, creo que es aún más grave el modo de abordar este asunto. Las instituciones le sobran a Zapatero, incluida la de la presidencia del Gobierno, pues que él no anuncia la subida de impuestos sino a través de heraldos, sus ministros de Fomento y Economía, que trazan la ilusión de que él sólo y exclusivamente tiene la llave de la salida de la crisis. La carga subversiva anti-institucional del Gobierno de Zapatero está a la vista. El recurso a disipar las mediaciones institucionales entre el líder socialista y el pueblo empieza a ser ya más una práctica política antidemocrática, populista de los pies a la cabeza, que una excepción coyuntural.

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