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Agapito Maestre

Al escepticismo por la verdad

La tragedia de España es la desaparición de la derecha, porque es incapaz de enfrentarse a una izquierda totalitaria.

La crítica débil de la señora De Cospedal a las movilizaciones de los socialistas por la cosa de Garzón ha sido respondida con facundia despótica por Blanco. El ministro de Fomento, el número dos de los socialistas, se ha permitido decir que sus manifestaciones a favor del juez presuntamente prevaricador y contra el tribunal que ha de juzgarlo son las únicas legítimas; por el contrario, ha seguido afirmando el tal Blanco, son unos impresentables quienes se manifestaron a favor de las víctimas del terrorismo de ETA y contra la excarcelación del criminal terrorista De Juana Chaos. Si alguien del PP no contesta estos paralelismos salvajes, estas barbaridades de un izquierdista totalitario, con una argumentación firme, seria y valiente, entonces tendremos que seguir manteniendo que el sistema político está podrido.

Soy escéptico, pues, sobre la viabilidad política e intelectual de este país. Aunque la señora De Cospedal reconozca que corre riesgos la democracia con la deslegitimación que los socialistas están llevando a cabo del Tribunal Supremo, la verdad es que la derecha está desaparecida y la izquierda ejerce su poder despóticamente. Quizá el escepticismo sea una forma cobarde de superioridad intelectual, pero, hoy por hoy, es un paso imprescindible para alcanzar un mínimo concepto sobre la ruina de nuestro sistema político. El silencio ominoso, casi cómplice, de la derecha española hasta hoy ante la ola de manifestaciones contra el tribunal que tiene que juzgar a un juez por prevaricación, es otra prueba más de la inviabilidad de un régimen democrático basado en la disonancia de opiniones.

Zapatero presiona al PP y saca a la calle a sus huestes para insultar con vileza a la derecha. El PSOE estigmatiza. Excluye y destruye. Pero, desgraciadamente, el PP calla. O peor, mira para otro lado. Sin embargo, ayer, domingo, la número dos del PP se atrevió a decir algo, pero inmediatamente Blanco trató de desprestigiarla comparando lo incomparable. Es el poder de la demagogia socialista. Ojalá me equivoque, pero el silencio, la falta de impulso e indolencia de la derecha contra las manifestaciones totalitarias de la izquierda para que uno de los suyos no sea juzgado por los tribunales de justicia, pudieran pasar a la historia como pruebas de la ruina del sistema político.

¿Dónde están las argumentaciones de Rajoy contra los totalitarios que tratan no sólo de "deslegitimar" las instituciones democráticas, sino que también pretenden expulsar a sus adversarios del espacio público? No existen, o peor, se hacen con desgana y sin convicción sobre cuáles son los verdaderos valores de un sistema democrático. La tragedia de España, pues, es la desaparición de la derecha, porque es incapaz de enfrentarse a una izquierda totalitaria. Ni el PP ni sus intelectuales se atreven a definirse de derechas. Todo en España está bajo el manto totalitario de lo políticamente correcto, o sea, del socialismo totalitario. Ridículamente totalitario. La izquierda ocupa todo el espacio político y cultural.

Nadie puede moverse sin pasar por el permiso que concede la izquierda. Sí, sí, la derecha española desapareció hace tiempo del mapa de España. Aquí todo el mundo es de izquierdas. La acción política y el pensamiento han sido monopolizados por la izquierda. Los tribunales de justicia, las universidades, los medios intelectuales y los de comunicación son patrimonio de la izquierda. Y, además, el "Estado" es el gran protector de ese extenso mundo llamado de izquierda. Más aún, el Estado sólo existe como patrimonio de un partido, o sea, el Estado español no pertenece a todos los ciudadanos sino a los privilegiados de la izquierda. Precisamente, porque la izquierda tiene el poder real del Estado su crítica política e intelectual es retórica. Vacía. Un engaño. Da patadas a un burro muerto. ¿Dónde está el franquismo? Si algo parecido existe, sin duda alguna, eso esa en el PSOE. Por lo tanto, las movilizaciones para que un juez de izquierdas no enjuicie a otro juez de izquierdas por prevaricación es la mayor manifestación de la perversión de la crítica política. De la democracia.

En fin, la presión de la izquierda española sobre el tribunal que juzga a Garzón por prevaricación puede producir asco, especialmente a quienes hemos apostado y luchado por la democracia política, pero, sobre todo, revela la perversión de una democracia sin demócratas: la izquierda sigue siendo totalitaria y la derecha abdica de su legitimidad democrática. El deterioro político y moral es tan alarmante y hondo, en España, que los sectores más preparados intelectual y moralmente de la sociedad no dejan de preguntarse: ¿Es reversible el desastre económico, político y moral causado por Zapatero en el desgobierno de España? La pregunta contiene ya una teoría, una forma de clarificación, del oscuro panorama político, o sea, trae una respuesta: si alguien mantiene que esto es irreversible, entonces vivimos ya en una especie de dictadura.

En España

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