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Agapito Maestre

"Al fin, habló"

Rajoy no sabe "hacer" política. Es un mal profesional de la política. Eso es todo. Está destrozando un partido más por estulticia que por maldad.

¿Por qué actúa Rajoy tan agrestemente contra medios de comunicación que lo critican, pero que, en las últimas elecciones, han pedido para él los votos de los ciudadanos más desarrollados, desde el punto de vista democrático, de España? La pregunta debería de hacerles sonrojar a Rajoy y a todos asesores, pero sospecho que esta gente no tiene desarrollado suficientemente el "sentimiento" moral para sentir vergüenza. Por suerte, millones de seres humanos, entre los que se cuentan las bases de ese partido y sus votantes, han sentido vergüenza ajena al escuchar tanto improperio contra los medios que le han ayudado. He aquí una prueba más de lo que vengo manteniendo en los últimos años, a saber, las bases del PP están muy por encima de ciertas elites políticas de Génova.

El motivo, sin embargo, de esa reacción primitiva de Rajoy no hay que buscarlo en una táctica política o estrategia pre-congresual sino en la estulticia. Es la misma que ha utilizado contra sus compañeros de partido. Nunca confié en la inteligencia política de Rajoy, según he escrito varias veces antes de que perdiera las elecciones, pero jamás pensé que pudiera descender a tan ínfimo grado de tozudez. Su discurso de Elche, por encima de consideraciones morales, revela la torpeza del personaje. Su incapacidad intelectual para dedicarse al arte de la política es digna de ser estudiada en las Facultades de Ciencias Políticas.

Rajoy no sabe "hacer" política. Es un mal profesional de la política. Eso es todo. Está destrozando un partido más por estulticia que por maldad. Cuando tenía que haber respondido con finura y estilo a las críticas recibidas por un lado, y a la demanda de un debate político de altura para regenerar el tejido venenoso en el PP por otro lado, arremete contra sus propios compañeros de partido con una embestida propia de un animal enrevesado, un toro malo, un desecho de mil tientas pueblerinas. ¡Qué horror! Lo que nos queda aguantar.

Nadie dude de que este hombre, este político sin pasión por arrebatarle el poder al adversario y sin mesura para tratar a los suyos, sí, a sus aliados políticos e ideológicos, se defenderá con uñas y dientes, y siempre utilizando las peores armas, para que nadie compita con él por dirigir el PP. El Congreso, seguramente, lo ganará porque no tendrá adversarios; ya se ha preocupado él, en los últimos cuatros años, de que no existieran. Todo seguirá descomponiéndose lentamente, si alguien antes no pone remedio. Y de fondo la tragedia, magníficamente diagnosticada por Jaime Mayor Oreja, de la desaparición de la nación española en el proyecto de Zapatero, a la que lejos de contestar Rajoy parece adherirse, según lo dicho en Elche.

En fin, cuando ya nadie esperaba tanta maldad, Rajoy habló. Y dijo, sin duda alguna, "mucho, puerco y mal". Las estulticias vertidas son las primeras grietas en un partido político que creíamos era una alternativa crítica a la deriva de la democracia española en un simple régimen de derechos.

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