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Agapito Maestre

Cambios en la opinión pública

Están poniendo en evidencia ante la opinión pública que la distancia, la falta de negociación, en definitiva, la negación de consensos entre el Gobierno y el PP, la oposición, no depende de la actitud del segundo sino del afán del primero por cambiar las

Dos grandes cambios están produciéndose en la opinión pública en España. El primero es lento, pero a la larga puede ser nefasto para el Gobierno. El segundo es más rápido y ya está cambiando mentalidades a marchas forzadas. El primero es, sobre todo, fruto del trabajo de oposición, aunque interviene también la labor de los medios de comunicación. El segundo es, sin duda alguna, derivado del trabajo investigador de los medios de comunicación y la publicación de un par de libros serios y rigurosos.

En efecto, ciertos medios de canalización y creación de opinión pública política, especialmente prensa y radio, están poniendo en evidencia ante la opinión pública que la distancia, la falta de negociación, en definitiva, la negación de consensos entre el Gobierno y el PP, la oposición, no depende de la actitud del segundo sino del afán del primero por cambiar las reglas del juego democrático. A pesar de los apoyos que tiene el Gobierno en los medios de comunicación, éste no ha conseguido poner fuera de juego al PP. Por el contrario, crece día a día la opinión de que los acuerdos entre el PSOE y el PP no son posibles porque el Gobierno no sólo prefiere pactar con los nacionalistas sino que quiere cambiar de régimen político. La inquietud respecto a nuestro régimen democrático crece por todas partes y, consecuentemente, disminuyen las expectativas de votos del PSOE.

El segundo cambio global de la opinión pública es más evidente, según revelan las últimas encuestas de El Mundo. Es sencillamente espectacular que, dos años después del 11-M, el Gobierno no haya logrado imponer la tesis oficial del atentado. Es toda una señal sobre la fortaleza de nuestra sociedad civil. Que el 66% de los encuestados, según El Mundo, no crea en la explicación dada por el Gobierno sobre el 11-M, es algo más que un dato estadístico. Es un signo para la esperanza democrática, aparte de un afán por hacer justicia a las víctimas. Con ese dato a la vista no me extraña la reacción desesperada del domingo de la vicepresidenta del Gobierno: "Estaremos muchos años en el Gobierno"... ¿Quién sabe? Lo cierto es que, a pesar de los múltiples canales y medios de comunicación que tiene el Gobierno a su servicio, no sólo no ha conseguido hacer creíble su versión oficial, sino que crece el número de ciudadanos que pone en cuestión las explicaciones sobre los autores del atentado.

Ese dato es una llamada de atención, un aviso, a quienes antes que enfrentarse directamente al asunto del 11-M han preferido esconderse en un juego político tan ficticio como cobarde. El país está patas arriba desde el 11-M. Nada es como antes, pero quien simule comportarse sin atender a la opinión pública corre el peligro de ser devorado. Ésta, por fortuna para la democracia española, ha dado todo un viraje. He aquí algunos "factores" y agentes que han dado lugar a ese giro democrático: El cierre en falso de la Comisión del 11-M, las investigaciones deEl Mundo,Libertad Digitaly, más recientemente, la publicación de dos libros serios y rigurosos; me refiero a las obras de Luis del Pino y Jaime Ignacio del Burgo, que ponen en cuestión, entre otros muchos asuntos, la tesis de la autoría de Al-Qaeda, la falta de vinculación entre los terroristas del 11-M y ETA y, sobre todo, la no existencia de pistas falsas en el sumario de juez Del Olmo.

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