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Agapito Maestre

Cese por falta de urbanidad

Quizá, por esa falta de respeto a los otros, al prójimo, la señora Álvarez ha logrado hacer coincidir a ciudadanos y políticos a la hora de desestimar a esta persona antes por grosera que por inepta para desempeñar su cargo.

Rajoy ha vuelto a pedir el cese de la ministra de Fomento a Rodríguez Zapatero. Aunque hubiera sido deseable que Rajoy exigiera el cese insistiendo en argumentos propios y no de origen nacionalista, hace bien en sumarse a quienes quieren que la ministra sea cesada por ineptitud para ejercer esa cartera ministerial. Aquí quisiera yo, sin embargo, no hablar tanto de la falta de aptitudes técnicas y políticas, que por supuesto no las tiene, sino de su absoluta carencia de actitudes morales, o mejor, su absoluta falta de urbanidad. Esta mujer debiera ser un buen ejemplo de estudio para la asignatura de Educación para la ciudadanía. Ejemplo, naturalmente, negativo de lo que ningún ciudadano de bien debe imitar.

Sería esta ministra la mejor prueba de cómo un ser humano puede cerrarse todas las puertas por su falta de educación. Quien desconfía de sus movimientos de cólera, dando tiempo a que todo vuelva a su ser aunque sea contando hasta cien, está en el camino de ser una persona cortés y respetuosa con el prójimo. No creo que sea el caso de la ministra de Fomento, Magdalena Álvarez, quien ha dado muestras suficientes de que la urbanidad, el buen trato y las maneras agradables nada tienen que ver con su persona. El tono violento y amenazador es la tarjeta de visita que esta mujer reparte entre ciudadanos de a pie y políticos profesionales.

Quizá, por esa falta de respeto a los otros, al prójimo, la señora Álvarez ha logrado hacer coincidir a ciudadanos y políticos a la hora de desestimar a esta persona antes por grosera que por inepta para desempeñar su cargo. Sí, sí, pocas veces hallaremos un caso de mayor desprecio de los ciudadanos a un cargo político antes por su falta de urbanidad y mala educación que por sus actitudes para el cargo.

Sin embargo, sospecho que será esta nefasta disposición para con el prójimo, esa carencia de voluntad moral de superación para dejar atrás a la bestia que todo ser humano lleva adentro, uno de los rasgos que más valorará el presidente de Gobierno para no cesarla, a pesar de que todo los grupos del Congreso, excepto el PSOE, han pedido la dimisión o el cese de la citada ministra por su falta de diligencia técnica en el asunto de las infraestructuras de Cataluña y, sobre todo, por la forma grosera, insultante, que ha tenido de responsabilizar al PP de los sucesos de Cataluña.

Si cambiara de parecer Rodríguez Zapatero, podría apuntarse un par de tantos. Por un lado, el presidente nos daría una muestra de urbanidad en el ejercicio de su cargo, o sea, nos daría una prueba de voluntad moral de superación. Por otro lado, el cese de esta ministra sería el primero de toda la historia de la democracia que está justificado por falta de urbanidad, que nada tiene que ver con un carácter más o menos agrio, sino con la violación del primer respeto que todo ser humano debe guardar hacia su prójimo: tratarlo con cortesía y urbanidad.

Si Rodríguez Zapatero cesase en el cargo a esta ministra por falta de urbanidad, yo estaría dispuesto a romper alguna lanza por la famosa asignatura de Educación para la ciudadanía.

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