Muchos se alegran porque el Gobierno haya permitido que Conthe comparezca en el Congreso. Yo soy uno de ellos, pero no nos engañemos. Esto es pan para hoy y miseria para mañana. Ojalá sirva para algo la comparecencia pactada de Conthe en el Congreso. Ojalá la oposición pueda hacer luz donde sólo hay sombras de intervencionismo del Gobierno. Pero, en verdad, nadie sensato, nadie que sepa los medios en los que se desenvuelve la política, espera demasiado de esa comparecencia. Eso sería tanto como creer que la realidad, la solidez de lo real, se puede cambiar con nuestra lógica del deseo. Naturalmente, es bueno que Conthe asista al Parlamento a dar explicaciones, pero, de momento, los socialistas le han puesto unas condiciones: irá, en primer lugar, a presentar la memoria del organismo que preside, aunque tendrá la oportunidad, sólo faltaba que se la hubieran negado, de explicar por qué ha estado contra la OPA de Enel y Acciona a Endesa.
Sin embargo, me temo que, excepto un par de apuntes críticos, nos contará una milonga de carácter personal para salvar su crédito, poco o mucho, para seguir viviendo en los bordes del Estado burocrático, o de una empresa semipública, o de cualquier consejo de administración al servicio de quienes controlan el poder y la violencia legítima del Estado. Ojalá me equivoque y Conthe muestre las altas cualidades de un alto funcionario. Que más quisiera yo que este hombre tuviera arrestos para decirle a su superior jerárquico: me voy porque la instrucción recibida no es conforme a la ley... Me gustaría que este funcionario luchase por un poder propio y por la responsabilidad de su puesto. Eso sería tanto como luchar por la dignificación de los altos funcionarios de un Estado, que está en bancarrota, o sea, troceado porque ha desaparecido la nación a la que debería servir.
Pero que nadie se haga ilusiones sobre lo que pueda decir Conthe. Sepa o no teoría de juegos. Sepa o no mucho de póquer. Su comparecencia puede servir para desgastar a algún correligionario, pero no pondrá bajo las cuerdas a sus jefes de partido. Este hombre no puede vivir fuera de los ámbitos de poder socialista. Seamos realistas. Este "funcionario" sólo quiere sacar provecho de su puesto. Sólo quiere salvar su cabeza. Si hubiera sido un funcionario ejemplar, un alto funcionario, al servicio de un Estado desarrollado, habría presentado su dimisión hace mucho tiempo. Y, por supuesto, habría explicado con pelos y señales las intromisiones del Gobierno y sus socios políticos en el destrozo de una de las empresas más importantes del país.
En otras palabras, Conthe sólo recurre al Parlamento para valerse del poder de esta institución, que cada vez más desprecian los demagogos de las democracias de masa como Zapatero. Sí, sí, Conthe dice formalmente que quiere dar razón de su gestión allí donde tienen que controlarlo, pero, en una democracia de masas, ya tenía que haber buscado otros espacios públicos de opinión para dar razón de lo que ha pasado y está sucediendo en la CNMV, imitando a quien le ha colocado en ese puesto. ¿Por qué no explicar en la Bolsa lo que ha sucedido a una empresa que cotiza en la Bolsa? ¿Por qué no imita Conthe al presidente del Gobierno en la búsqueda de espacios públicos que le otorguen confianza y fe en su puesto? Tengo la sensación de que Conthe, al contrario de Zapatero, al que ya no le vale el Parlamento para buscarse la confianza de las masas, está valiéndose para sus beneficios personales de la cobertura de la institución.
En fin, será trabajo decisivo de los populares en la Comisión del Congreso distinguir con precisión que la comparecencia de Conthe en el Congreso no sirva tanto para salvar los intereses personales de este funcionario cómo para desentrañar la maraña trapacera e ilegal trazada por el Gobierno contra Endesa. Hagamos votos, pues, para que los deseos de los ciudadanos en general, y del PP en particular, por aclarar todo lo que está detrás de Conthe y Endesa no sirvan para ocultar lo real, a saber, Conthe ha sido, y sospecho que seguirá siendo, el arquetipo de funcionamiento de un político al servicio del PSOE durante toda su vida. Si hablamos de gente como Conthe, o sea, de una tipología de "funcionarios" al servicio del PSOE, tendremos que tratar, en primer lugar, de oportunismo y, después, de democracia. La magnanimidad de un posible gran hombre está limitada por la pusilanimidad de una historia. Vale.
