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Agapito Maestre

El Dos de Mayo y la abolición de los fueros

Los fueros vascos que, según Llorente, eran la peor de las antiguallas del Antiguo Régimen, siguen siendo hoy el principal sostén de la más antigualla política de Europa, el nacionalismo.

Noto contentos a los políticos y sus consejeros históricos con la celebración del Bicentenario del Dos de Mayo; incluso la señora vicepresidenta del Gobierno regala un libro, bastante antiguo y lleno de imprecisiones históricas, sobre los afrancesados. Sospecho que pronto todo quedará en nada, o sea, toda la manipulación del acontecimiento histórico estará a disposición del presidente del Gobierno. La historia para este partisano de la política es plastilina moldeable para sus juegos demoníacos.

Pero, mientras dure el festejo cultural, quizá les dé tiempo a publicar alguna obra maestra sobre ese período de nuestra historia reciente; por ejemplo, igual se atreven a publicar un texto importante de unos de los más memorables afrancesados, casi es el modelo de afrancesado por excelencia, La memoria a José I sobre los Fueros Vascos. El contenido de esa memoria es aún hoy relevante desde el punto de vista jurídico, pero lo es aún más desde la perspectiva política de un liberal de la época, que aún sigue siendo un mito del liberalismo europeo. El recuerdo que Stendhal le dedicó a su muerte aún está grabado en la mente del liberalismo del XIX.

Desgraciadamente, el mejor proyecto de la monarquía josefina, que fue dirigido por el caligurretano Llorente, no pudo llevarse a efectos, o sea, quedó abortado, porque los franceses fueron derrotados por los españoles. Paradojas y desgracias de una época. De todos modos, háganse copias del documento de Llorente, pues que, además de su vigencia histórica, tiene gran empaque político para que los liberales españoles no tengan reparos a la hora de proponer la supresión de los fueros vascos y navarros. ¡Quién sabe quizá por esta vía comience por suprimirse la cosa de las autonomías! ¡Cuánta perversidad política tendremos aún que soporta a costa del desarrollo de las autonomías! Los fueros vascos que, según Llorente, eran la peor de las antiguallas del Antiguo Régimen, siguen siendo hoy el principal sostén de la más antigualla política de Europa, el nacionalismo.

En fin, señores políticos, anímense y empiecen reivindicando a Llorente, el cura afrancesado, y quizá terminen luchando contra el nacionalismo que acosa a España por todas partes. En cualquier caso, alegrémonos porque nuestros políticos participen de los eventos del 2 de Mayo de 1808 y, sobre todo, contribuyan a dar conocer qué pasó allí realmente. Por cierto, ya que he citado a Llorente, quizá la señora Aguirre, que presume de ilustrada y liberal, debería promocionar la obra de este traidor y afrancesado cura por un lado, y político liberal por otro. Sería una buena ocasión para discutir sobre ortodoxias y heterodoxias. Muchos disfrutaríamos con los argumentos de Menéndez Pelayo y con las pamplinas ilustradas de Llorente contra los curas. Él, sí, que era un señor inquisidor propuso la más drástica reforma eclesiástica conocida hasta su época... Quizá la Comunidad de Madrid –¿tiene esta comunidad una genuina Consejería de Cultura?– debería empezar publicando una buena edición de su Historia Crítica de la Inquisición Española; la última y oportunista edición que publicó la editorial Hiperión es fácilmente mejorable.

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