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Agapito Maestre

El ecologista radical

El ecologista radical ha cambiado su creencia en Dios por las imbecilidades de Al Gore. Y es que, como dicen por ahí, quien deja de creer en la verdadera religión está siempre dispuesto a creer cualquier imbecilidad.

Es todo un fenómeno político este Al Gore. Y, por supuesto, es una enfermedad, una peste, y sus seguidores, entre ellos los de la Junta de Andalucía, patrocinadores de sus exageraciones. Sí, el hombre que más ha contaminado en Andalucía, Chaves, se dedica ahora a patrocinar un nuevo ecologismo radical, falso e irresponsable. El hombre que no fue capaz de gestionar los vertidos de las minas de Aznalcóllar en Doñana, Chaves, está empeñado en llamar antiecologista al PP para ganar las próximas elecciones. El falso franciscanismo, sí, el amor exagerado a los animales, si me permiten la metáfora, exhibido por Chaves al financiar un aquelarre dirigido por Al Gore, en Sevilla, sobre el cambio climático y el fin del planeta, revela una hipocresía inhumana muy parecida al más grande ecologista, y por supuesto criminal, que ha dado la historia contemporánea: Adolf Hitler.

El ecologista radical ha cambiado su creencia en Dios por las imbecilidades de Al Gore. Y es que, como dicen por ahí, quien deja de creer en la verdadera religión está siempre dispuesto a creer cualquier imbecilidad. Eso es exactamente lo que está pasando con el nuevo fundamentalista surgido en Estados Unidos de la mano del tal Al Gore. Muchos no lo saben, pero el fanatismo de este personaje recuerda las leyes nazis a favor de la naturaleza. Hitler fue absolutamente coherente con la naturaleza. En eso, sin duda alguna, se diferenció del otro gran criminal de la historia, Stalin, porque hizo la legislación más protectora del medio ambiente que la humanidad ha conocido. Su radicalidad fue tal que antes se eliminaba a un ser humano, y más si era judío, que se arrancaba cualquier yerbajo de la selva bávara.

La izquierda, sin embargo, ha escondido tanto este afán proteccionista de Hitler como ha ocultado que fue Stalin el más grande criminal que ha dado la historia contra la naturaleza. El salvajismo del socialismo real con la naturaleza no tuvo límites, pero ahora pretenden esconder sus responsabilidades con ese ataque criminal al planeta. Chernobyl fue una de sus últimas apariciones y la desecación del mar de Aral, en Asía Central, para sembrar naranjos son sólo dos ejemplos de las tropelías de la izquierda para el mundo contemporáneo. Y es que la izquierda nunca se ha llevado bien con el ecologismo, acaso por eso, para devorar el genuino ecologismo, se ha hecho más ecologista que los ecologistas. Ahora, con el cuento de Al Gore, hacen una pirueta romántica, falsa, y defienden el planeta a través de una "razón científica", segunda pirueta, que no es capaz de explicar y menos aún de prever su riesgo mayor, o sea, un filfa de "ciencia".

En ese contexto es menester analizar el cuento organizado por Chaves, en Andalucía, con el impresentable, desde el punto de vista democrático, Al Gore. El presidente de la Junta lo ha convertido en su especial dios, más aún, de aquí a las elecciones Chaves tendrá en el camelo del cambio climático de Al Gore su principal baza electoral. De momento, en los tres últimos días, Chaves ya ha conseguido ser portada de muchos periódicos al pagarle, supongo que sin límites de cero, una estancia al yanqui en Sevilla para que lo adoren otros tantos españoles venido de los cuatro puntos cardinales de nuestra geografía, naturalmente invitados por la Junta para aprender el mensaje de Al Gore y, después, contarlo por sus tierras. Chaves, ejerciendo como un buen padre, ha procurado toda la infraestructura para que Al Gore predique la "buena nueva" a los nuevos neófitos españoles... Una nueva religión y un nuevo dios necesita su profeta, Chaves.

Todo, sí, es un montaje indecente para ganar las elecciones. Y, encima, con el acompañamiento de diseñadores y escritores de cartón piedra. Vivir para ver. El hombre que ha puesto las bases del desastre ecológico andaluz, sí, el hombre que menos ha apostado por el I+D en particular, y por el desarrollo científico en general de su comunidad, se alía, naturalmente bajo el previo pago de un cuarto de millón de euros, con un fundamentalista del cambio climático para ganar las próximas elecciones autonómicas y generales. Quien no asista abochornado a este espectáculo lamentable, en mi opinión, es que no tiene inteligencia y menos corazón para comprender que no hay ecologismo sin paradoja, a saber, el hombre sólo puede desarrollarse con y contra la naturaleza.

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