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Agapito Maestre

El PP hacia el abismo

Cuando los problemas de un partido político son reducidos a los problemas personales, e incluso psicológicos, de su burocracia dirigente, puede decirse que ese partido está al borde del abismo.

Todo funciona por los cauces que había previsto Rajoy. Controla las reglas del juego y, por supuesto, todos los resortes del poder del PP. Está sobrado. Cada día que pase será más ganador y el partido más perdedor. Excepto un periódico, ya nadie le apoya; más aún, ni siquiera le dedican editoriales. Todos lo dan por amortizado. "Son las miserias del PP", dice ya la gente de la calle. Terrible. Real. Nadie se le opondrá a este burócrata. Nadie tiene poder "suficiente" para presentarse a un congreso y competir por la dirección del PP. Ganará en junio. Ha conseguido que la oposición a su poder desaparezca, o peor, se hunda con él en los próximos años. Era lo previsto. Lo normal, por otro lado, en la vida de partidos políticos sin líderes con contrastada calidad democrática, o sea, con líderes que no pasan de ser buenos burócratas. Rajoy, sin duda alguna, es un buen "líder" del PP, y sobre todo gestor de su propio poder, pero jamás logrará ganar a Zapatero.

En estos casi tres meses de crisis del PP, sin embargo, ya hemos aprendido casi todo lo que pasará después del congreso de Valencia. Sólo un imbécil negará lo que se le viene encima a ese partido: sangre, sudor y lágrimas, o sea, sangría permanente de votos y perdida consecutiva de elecciones. La abstención y el cambio de votos del PP al PSOE y al partido de Rosa Díez crecen cada día que pasa. La cosa es clara, pero, si todavía hay alguien que no se ha enterado de la crisis, preste atención a lo que dijo un miembro del PP, uno de los asistentes al Comité Ejecutivo del PP, que resumió con precisión médica esa reunión "política", o mejor, pseudopolítica, toda vez que allí se dijeron cosas, pero no se acordó nada que pudiera poner frenos a los problemas que habían llevado a la convocatoria de esa Asamblea.

En efecto, según ese político valenciano, la reunión había sido modélica y tranquila, porque había permitido a todos expresarse libremente y, por lo tanto, liberarse de sus demonios. La sesión había servido, sobre todo, para que los asistentes se curasen de sus problemas personales. Todo había quedado reducido a una terapia psicológica de grupo. Todo había transcurrido, según este miembro del órgano del PP, de modo civilizado en las formas y en el fondo, porque los asistentes habían podido decir lo que querían. Al fin, todos los asistentes habían salido fortalecidos psicológicamente con esta terapia colectiva. Aguantarán mejor los dolores de esta dura enfermedad que ataca al PP.

No hace falta ser muy perspicaz en el análisis político para saber que esta visualización de la crisis del partido es una manera, sutil si se quiere, de ahondarla aún más. Es una forma de ocultar lo evidente, es decir, de pasar por encima de uno de los principales responsables del problema, Mariano Rajoy. Éste no hace ni deja hacer, pero, según esa visión, todos los miembros de este partido están subidos en este coche que conduce Rajoy al despeñadero. La cosa está a la vista, pero nadie puede hacer nada. Es terrible. Todos lo vemos, tanto los que están dentro como los que están fuera, dónde va el suicida, pero nadie puede detenerlo.

No es menester, en efecto, estudiar a Weber ni a otros politólogos expertos en la decadencia de organizaciones políticas, para saber que, cuando los problemas de un partido político son reducidos a los problemas personales, e incluso psicológicos, de su burocracia dirigente, puede decirse que ese partido está al borde del abismo. Nadie se extrañará, por lo tanto, de lo que pase en el futuro. Nadie esperará nada nuevo. Ya ha ocurrido todo en estos tres últimos meses. Sólo hace falta que se materialice, o mejor, que suceda de modo inexorable y "necesario".

Cabe, sin embargo, una solución, pero no es plausible sin percatarse de que vamos al abismo... Otro día diré algo sobre cuál es, o debería ser, la principal característica política de esa posible alternativa a Rajoy.

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