Menú
Agapito Maestre

Elecciones en otoño

Los socialistas prefieren, sí, perder el poder de modo coyuntural, pero seguir siendo los dueños de la finca y de su propio destino, o sea, seguir ejerciendo una potentísima oposición desde la que controlar al PP y, por supuesto, decidir su vuelta.

El fracaso de la iniciativa conjunta del Borbón y los socialistas para que se firme un pacto de Estado augura elecciones para otoño. La crisis económica y política es de tal envergadura que Zapatero no tendrá más remedio que adelantar las elecciones generales. Preferirá perder por la mínima antes que arriesgarse a ser el protagonista de una caída espectacular del PSOE. Prepárese, pues, el PP para tal acontecimiento. Todavía le queda al partido de Rajoy unos meses para diseñar una estrategia política, o articular un sencillo discurso, que al menos simule que ha hecho algo más digno, durante estos años, que esperar el derrumbe de los socialistas. El cuento de la lluvia fina ya no vale.

Es menester que Rajoy nos diga cómo sacará a este país de la bancarrota o, por el contrario, tendremos que pensar que a este partido le "va la marcha" del masoquismo. El próximo miércoles veremos si la intervención de Rajoy en el Congreso es de mero trámite o, por el contrario, dice algo más importante que la simple contabilidad de los millones de parados. En efecto, si el PP sigue guardando silencio sobre sus alternativas, tengo que pensar que un posible adelanto de las elecciones le haría temblar las piernas a su máximo dirigente.

Rajoy, sí, es muy escéptico sobre la valentía de Zapatero para anticipar las elecciones, pero quizá sea esta acción la última iniciativa que le quede a Zapatero para demostrar que no sólo ha ido por delante de Rajoy, sino que, además, le ha arrebatado su espacio político. Zapatero manda no sólo sobre el PSOE sino sobre el destino del PP. Prefiere cederle a Rajoy el poder y, por lo tanto, la crisis antes que hundirse para las próximas décadas.

Sí, sí, Zapatero ya tendría decidido, según algunos analistas, su retirada a la oposición y, naturalmente, le dejaría las manos libres a Rajoy para que le solucionase el "problemita", o sea, el desastre económico. Argumentos le sobran a Zapatero para convocar esas elecciones, pero todos convergerán en que Rajoy no ha querido jamás colaborar con el Gobierno para salir de la recesión. Por lo tanto, ante la ruina económica y la extorsión del PP para resolverla, dirá Zapatero: ¡Qué hablen las urnas! El escenario es plausible. Y viable. Las urnas hablarán, incluso es posible que Zapatero ya haya hecho el cálculo de los pocos escaños que perderá: los suficientes para que gane, naturalmente, Rajoy, pero los necesarios para que el PSOE siga siendo el amo de España, el gran señor, que le pide al capataz que le resuelva el embolado de la crisis.

Quizá haya otras formas de explicar ese futuro escenario; por ejemplo, el odio entre estos dos líderes es de tal envergadura que es imposible pacto alguno entre ellos. Pero, por desgracia, lo importante no es ahora los desprecios recíprocos entre la gente de Zapatero y Rajoy, sino que la iniciativa del proceso político sigue estando en manos socialistas. Prefieren, sí, perder el poder de modo coyuntural, pero seguir siendo los dueños de la finca y de su propio destino, o sea, seguir ejerciendo una potentísima oposición desde la que controlar al PP y, por supuesto, decidir su vuelta.

Hay, además, dos informaciones recientes que me ratifican en este escenario. Una es falsa y la otra verdadera. La falsa ha sido emitida por Zapatero: la economía española va mejor que hace tres meses. La verdadera procede de los datos últimos de Bruselas sobre la situación de estancamiento económico de la zona euro en general, y de Alemania en particular. El comentario de esos datos desborda esta columna, pero estoy convencido de que el pinchazo de la economía alemana, por razones que otro día desarrollaré, es determinante para la política española.

En España

    0
    comentarios
    Acceda a los 7 comentarios guardados