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Agapito Maestre

ETA y la democracia

ETA sobrevive por la maldad y estulticia de las sedicentes fuerzas democráticas. Son los dos ingredientes básicos de la impostura de los políticos españoles, que ha impedido desarrollar una voluntad política firme y democrática capaz de acabar con ella.

La decisión tortuosa y mezquina de la Sala 61 de la Audiencia Nacional, presidida por Carlos Dívar, que impide sacar, definitivamente, a ETA de las instituciones, me lleva a la siguiente pregunta: ¿Por qué sobrevive todavía esta banda de criminales? La respuesta tiene que ser sencilla. Democrática. Tiene que eludir la "táctica" oscura que utiliza el PSOE para decir una cosa y la contraria. Podemos, sin embargo, entretenernos mirando a la llamada "sociedad civil" y citar, como hacen mil patanes de la prensa, que ETA tiene cierto apoyo popular. Mentira. No hay sociedad civil que apoye el crimen y la extorsión. Otra cosa es hablar de una población atemorizada y cobarde, aterrorizada, que simula apoyar a los matones de ETA.

En verdad, hoy por hoy, esa sociedad-basura no tiene fuerza ni cuajo intelectual para soportar a esos criminales; por ejemplo, resultó patético el acto de ETA, mientras unos niños jugaban a su alrededor. Que los criminales etarras se refugiaran en una fiesta infantil para celebrar unos de sus aquelarres es, sin duda alguna, una muestra de la impotencia de esa "sociedad civil", o sea, de la sociedad-basura que los apoya. No, no, el problema no reside en que la banda tenga respaldo "popular". Eso es un engaño de la izquierda, en general, y de los socialistas en particular. Es, en verdad, una trampa de los mercachifles políticos que juegan con la banda del mismo modo que manipulan al electorado.

La inocencia en la vida política es una quimera. Digámoslo sin rodeos: ETA sobrevive por la maldad y estulticia de las sedicentes fuerzas democráticas. Son los dos ingredientes básicos de la impostura de los políticos españoles, que ha impedido desarrollar una voluntad política firme y democrática capaz de acabar con esa banda de matones. Salvo excepciones, tampoco los jueces han mostrado más coraje moral y decisión intelectual que los políticos; el último Auto de la Sala 61 de la Audiencia Nacional, como digo, es otra prueba de la impostura de los jueces, sin duda alguna, vicaria del Gobierno. Con el voto en contra del magistrado Manuel Marchena, quien ha dejado constancia de que ya debiera haberse ordenado la disolución de ANV y PCTV, la Audiencia Nacional le da un poco más de vida a esas dos formaciones de ETA.

La "vidilla" y el reforzamiento de ETA no proceden, pues, de una "sociedad" medianamente sana, sino de la indolencia y, sobre todo, de las cientos de cesiones inmorales de las llamadas "fuerzas democráticas". Por este camino, no sólo el sistema político jamás acabará con ETA sino que se convertirá un régimen político tan envilecido como colaboracionista con el terror. La inocencia política no existe; es la melancolía de una carencia absoluta. Cuanto más envilecido está un sistema político, cuanto más imposta sus funciones, más no hablará de inocencia. De "legalidad democrática".

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