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Agapito Maestre

Diario de la pandemia. Crecen los contagios y Juan Carlos se traslada

Juan Carlos I volverá a España. Si no lo hiciese el PSOE estaría  a punto de desaparecer, es decir, de ser devorado por separatistas y comunistas.

Juan Carlos I volverá a España. Si no lo hiciese el PSOE estaría  a punto de desaparecer, es decir, de ser devorado por separatistas y comunistas.
El rey emérito Juan Carlos I | Gtres

Viernes, 7 de agosto de 2020.

La normalidad encanallada

Crecen y crecen los contagios, pero el Gobierno no reacciona. Su única ocupación es la propaganda y repartir cargos a sus amigos, entre estos últimos, juzguen ustedes mismos sobre la oportunidad del Real Decreto 757/2020, de 4 de agosto de 2020, por el que se designa Embajadora en Misión Especial para la Igualdad de Género en la Política Exterior a doña Clara Cabrera Brasero.

Los políticos se ocultan aún más en agosto y se van de vacaciones.

Un grupito de científicos escribe, al fin, una cartita quejándose sobre la gestión de la crisis sanitaria de la Covid-19. La misiva dice cosas coherentes, pero llega tarde y sin fuerza. La comunidad científica española es débil, o peor, come en las manos de un Gobierno sin otra preocupación que mantenerse en el poder a cualquier precio, incluido el de la institución de la monarquía.

Es obvio que todas las maldades de este Gobierno tratan de ocultarse con la salida temporal de España de Juan Carlos I.

Sábado, 8 de agosto de 2020

La cuestión monárquica.

Regresará; y si no vuelve, será el mayor fracaso del socialismo español de toda su historia. Sí, el Rey Juan Carlos I volverá a España; y, si no lo hiciese, es porque el PSOE estaría a punto de desaparecer, es decir, de ser devorado por los separatistas y los comunistas. La estabilidad de la Jefatura del Estado, después de 1982 si no antes, siempre dependió del PSOE, y viceversa; el Rey Juan Carlos I sabía que su relación con los socialistas era vital para su continuidad, pero Felipe González fue consciente, desde el principio, que sin una calculada y exacta sintonía con la Corona su apoyo popular corría graves riesgos. El PSOE fue tan "cuidadoso" y "calculador" con la Corona como ésta con los socialistas. El "tacticismo" de uno y otra hicieron el resto.

Creo que ahora, cuando el PSOE preside el gobierno de coalición más débil y fragmentado de Europa, otra vez recurre a la Corona. Pareciera que estos dos grandes actores políticos se necesitasen mutuamente. Sus vidas son paralelas y, a veces, convergentes. Sus vínculos son más fuertes de lo que creen algunos simples. Felipe VI ha aceptado ciertas imposiciones de Sánchez, y éste a su vez, sin duda alguna, ha escrito una carta a la militancia socialista, algo inédito en la trayectoria de los secretarios generales del PSOE, defendiendo la institución monárquica. He ahí las mayores pruebas de que "esto", la salida momentánea del Rey Juan Carlos I, podría acabar con el regreso a España del monarca. Eso significaría que su "traslado" y, seguramente, su vuelta, han sido, como han reconocido con la boca chica todos los actores de la decisión, pactadas hasta sus últimas consecuencias.

El pacto, pues, incluye el regreso, aunque la derecha, empezando por la mediática, no quiera enterarse de la plausibilidad y viabilidad de ese posible escenario; y se obstine, como mula en la noria, en culpabilizar, por un lado, a Juan Carlos I de haber caído en supuestas conductas inmorales, pero, reiteran, al margen de cualquier posible ilegalidad y, por otro lado, descalifican la actitud de Felipe VI por ingenua… Flaco favor hacen estas lecturas plebeyas del comportamiento de la Jefatura del Estado, durante el reinado Juan Carlos I y el de su hijo, a la institución de la Corona. Por esos andurriales políticos, que confunde las causas con los efectos, y que terminan reduciendo la legitimidad del Jefe del Estado a una cuestión meramente hereditaria, me parece que la derecha mediática sigue dando manotazos ideológicos, sin demasiado sentido político. Se siente huérfana o, al menos, absolutamente desconectada de una derecha política que ha sido incapaz, en los últimos cuarenta años, de construir un sólido discurso político sobre el rol de la Corona en una democracia avanzada.

Prueba de esa ineptitud es la respuesta inmediata que cualquier español puede dar a la siguiente pregunta: "¿Qué ha pintado la derecha española en esta historia de la salida de España de Juan Carlos I?" Nada. Absolutamente nada. Ni siquiera ha protestado con energía, porque Sánchez no le haya informado de los tejemanejes entre las Jefaturas del Estado y la del Gobierno. La derecha, como en todas las grandes cuestiones ideológicas de la España democrática, se han mantenido al margen, o peor, creó tanto malestar en sus relaciones con el Rey Juan Carlos I que terminaron por ignorarse mutuamente. Antes y ahora, por desgracia para España, la derecha está actuando con torpeza y cobardía. Allá ella con su mal rollo ideológico, pero nunca ha querido crear unas bases firmes sobre su relación con el franquismo en general, y con la monarquía en particular. Incapaces de pensar la monarquía para nuestra época, las élites políticas de la derecha española han actuado con la cobardía propia de quienes no quieren que nadie les vincule con el antiguo régimen.

La pseudo-tecnocrática actitud de la derecha española con la Corona por un lado, y la superideologizada relación del PSOE con el Rey Juan Carlos I por otro, han sido y son los factores fundamentales de que la institución monárquica, base y clave de bóveda de todo nuestro edificio constitucional, no se haya legitimado ante la nación entera como exige una democracia avanzada, es decir, alojando la autoridad hereditaria, pieza decisiva utilizada por el régimen de Franco, en un proceso histórico de carácter genuinamente democrático. Racional. Porque ni la derecha ni la izquierda han tratado a la institución monárquica como exigía nuestra Constitución, con decencia y decoro político, con pedagogía constitucional y democrática, hemos llegado a esta situación más propia de república bananera, un estercolero político, que de un régimen democrático basado en la monarquía parlamentaria.

Así las cosas, mientras la derecha sigue ausente del asunto determinante de la democracia, la izquierda socialista hace cambalaches con la actual Jefatura del Estado —porque lo de Juan Carlos I es, se mire por donde se mire, un cambalache— para ocultar la extrema debilidad política e ideológica del gobierno de Sánchez-Iglesias. Obvia es la conclusión, querido lector, de mi pensamiento. Aún quedan resquicios políticos para reconstruir lo destruido. ¿Por qué no pensar que el PSOE y el Rey siguen necesitándose para supervivencia?, ¿o cree alguien que si el actual Gobierno, por decirlo hipotéticamente, derribase la monarquía, no caería en cuarenta y ocho horas el socialismo español?

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