Menú
Agapito Maestre

La agonía de Zapatero

Zapatero y su gente puede engañarnos de múltiples maneras, pero el que se deje embaucar por sus majaderías "dialécticas" no sólo perderá su capacidad de indignación ciudadana sino quedará inhabilitado por imbécil.

La agonía de Zapatero sería ridícula, casi patética, si estuviera al margen de la descomposición de todos los ámbitos de la vida nacional. El problema rebasa la figura moral del peor político de España en el siglo veinte; la cuestión es que la extrema debilidad de Zapatero arrastra, sin posibilidad de actuar sobre nuestros destinos individuales, a todos y cada uno de los españoles hacia el abismo. ¿Qué cabe hacer? Primero, mantener inhiesta la protesta contra el absoluto desgobierno de Zapatero. En segundo lugar, arremeter dialécticamente contra quienes consideran que la indignación no lleva a ninguna parte; mentira, mentira y mentira, la indignación ciudadana es la base de nuestra dignidad.

Nadie que escuchara las declaraciones majaderas que este hombre perpetró en Oslo, especialmente las referidas a las nociones de empleo y desempleo, pueden dejar a un ciudadano normal tranquilo y sosegado. Nadie con un poco de ganas de ser un genuino ciudadano puede dejar de indignarse ante tamaña memez. Nadie puede dejar de considerar que por el presidente del Gobierno de España, qué duda cabe, nos están juzgando a todos los españoles; es necesario mantener nuestra indignación como mecanismo protector, casi como defensa numantina, para no dejarnos arrastrar hacia el abismo del nihilismo o la miseria moral.

Es indignante lo mantenido por Zapatero en Oslo, es indignante confundir lo real con el vacío, porque incluso un niño de dos años de padre alemán y madre española, en pleno proceso de aprendizaje de los dos idiomas, es capaz de distinguir lo fundamental de lo accesorio en función de a quién se dirija. Este niño, un hijo de dos buenos amigos, me pedía en mi casa a la hora de los postres más melón con la siguiente expresión: "Ich möchte más melón". En efecto, porque el niño quería más melón, lo relevante lo decía en castellano a un hablante español, mientras que el verbo aquí era para él accesorio o secundario ("yo deseo" o ich möchte).

Otro tanto se podría decir sobre el portavoz socialista en el Congreso, José Antonio Alonso, que al igual que su jefe político, lejos de imitar al jovencito hispano-alemán de dos años, trata de mantener la majadería de que el término war en inglés es polisémico –¿conoce alguien un idioma que esa palabra pierda su sinonimia?–. El término guerra tiene un uso tan metafórico como pleno, completo o llano en todas las lenguas... ¿O es que acaso un norteamericano cuando se refiere a Afganistán no sabe lo que significa war? Claro que saber que en Afganistán hay guerra, o sea, muerte. Sí, sí, war contiene toda la tragedia de cientos muertos que han hecho una guerra por su país.

En fin, Zapatero y su gente puede engañarnos de múltiples maneras, pero el que se deje embaucar por sus majaderías "dialécticas" no sólo perderá su capacidad de indignación ciudadana sino quedará inhabilitado por imbécil.

En España

    0
    comentarios
    Acceda a los 1 comentarios guardados