Menú
Agapito Maestre

La verdad os hará libres

El Gobierno no puede imponer la verdad oficial sobre el 11-M. La prensa adicta al Gobierno, casi toda, corre en su auxilio cantando las glorias del institucionalismo político, pero todo es en vano, porque la verdad empieza a resplandecer sobre la mentira.

El acontecimiento liberador está ante nuestros ojos, pero la prensa adicta al Gobierno quiere ocultarlo. Es sencillo de ver. Es ya historia cotidiana. Es un grito ciudadano estimulado por la prensa crítica de España. Pero la prensa adicta al Gobierno, incluido ABC, se empeña en caminar contra la historia. Peor para ellos, cuanto más ataquen a los medios de comunicación que buscan la verdad, peor parados saldrán los propagandistas de la verdad oficial. Se equivocan como se equivocaron con el GAL. El asunto político que recorre la vida de los españoles es el 11-M. No hay otro. No hay una sola reunión en España que no se hable del 11-M. Nadie deja de emitir su hipótesis sobre lo sucedido. El fenómeno es imparable.

Ningún medio de comunicación por potente que sea logrará detener el acontecimiento político. El desasosiego ciudadano ante la matanza del 11-M crece sin limitación alguna. Ya no es todo banalidad en la sociedad gobernada por ZP. Este desasosiego tiene canalización política. "Nunca sabremos", decía la gente, pero, ay, ahora esa misma gente grita: ¿qué pasó el 11-M? He ahí el cambio político. La búsqueda de la verdad empieza a ser el principal estímulo de la sociedad más desarrollada civilmente. Ante eso, no hay editorial de periódico capaz de parar ese ímpetu ciudadano, menos todavía un lema melifluo, como el de "vamos a cumplir" del PSOE, conseguirá detener la oleada democrática que se le viene encima al Gobierno. Toda esa propaganda, importante sin duda en un país con débiles tradiciones democráticas, es muy poco ante la fuerza de una pregunta, una fórmula, quizá una terapia, para que los españoles puedan superar el trauma del 11-M.

Los españoles, sí, estaban, y en cierto sentido siguen estando, traumatizados porque, a los dos años del atentado, el mayor crimen de nuestra historia sigue impune. Pero están vislumbrando, gracias al poder de la prensa crítica, una posibilidad para salir de la pesadilla. No se trata de responder, porque todavía el trauma no lo permite, sino de volver a formular esa sencilla pregunta. En efecto, porque de momento, como diría Rilke, todos tememos una respuesta, tendremos que apasionarnos y vivir del mismo preguntar. ¿Qué pasó el 11-M? Ésta es, en verdad, la pregunta vivida por la ciudadanía más desarrollada de España.

Durante dos años la gente ha tragado la versión oficial, y ha ido tirando como si no pasara nada, pero, antes o después, tenía que volver a la vida de los españoles la pregunta: ¿qué pasó el 11-M? Sin esta pregunta es imposible dar algún sentido a tanto sinsentido. El Gobierno no puede imponer la verdad oficial sobre el 11-M. La prensa adicta al Gobierno, casi toda, corre en su auxilio cantando las glorias del institucionalismo político, pero todo es en vano, porque la verdad empieza a resplandecer sobre la mentira. No es necesario remitirse a encuestas, ni a otros métodos de medida de la opinión pública, para percatarse de que la inmensa mayoría de la ciudadanía quiere saber qué pasó el 11-M.

En España

    0
    comentarios