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Agapito Maestre

Los abajo firmantes

El manifiesto a favor de la Segunda República revela, una vez más, la indigencia intelectual de la izquierda española. Carece por completo de discurso. Todo es mala propaganda.

La izquierda intelectual española hace mucho tiempo que dejó de pensar. Apenas es nada desde el punto de vista de las ideas. No pudo reponerse después de la caída del Muro de Berlín. Está muerta. Hace tiempo que dejó de leer, escribir y publicar algo sensato. No tienen ni una sola figura de referencia política y moral. La recuperación de sus tradiciones es arbitraria y sin sentido. El cuerpo de profesorcitos al servicio de Zapatero y sus desvaríos no traspasan el ámbito de la manipulación de textos y autores. Nada. El debate de las ideas en la izquierda es una quimera al servicio de la propaganda y la agitación política en la arena electoral. Una prueba más de la irresponsabilidad y frivolidad de la izquierda intelectual española es su reacción ante el proceso de destrucción de la democracia española que está perpetrando el Gobierno de Zapatero, y que ha finalizado su primera etapa con la aprobación del Estatuto de Cataluña en las Cortes.

Sí, ahora, la izquierda intelectual ha vuelto a retratarse con verosimilitud. Cuando la izquierda política, la gente del PSOE y sus aliados, le ha exigido a sus "intelectuales" unas palabritas, una declaración, en fin, un adorno para cerrar un proceso político, que significa el fin del régimen autonómico, no se les ha ocurrido una cosa mejor que "hacer un manifiesto" a favor de la Segunda República, que tanto le gusta a Zapatero. Menos mal que los de ahora son firmados "libremente", por decir algo, a diferencia de los de la Segunda República, que eran obligados a rubricarse a punta de pistola. La vuelta al género del manifiesto por parte de alguien que se considera intelectual, preocupado por los argumentos, los matices y los análisis, ya es de por sí preocupante, pero es, realmente, trágica, cuando ha sido asesinado el espíritu de la Transición, el consenso entre los dos grandes partidos democráticos sobre el modelo de Estado.

La izquierda española del siglo XXI vuelve, pues, muy ufana al espíritu de la propaganda y el engaño creado por la izquierda totalitaria del republicanismo estalinista. Sí, firmar un manifiesto sin pies ni cabeza –tanto que su redactor parece estar más obsesionado por rebatir las tesis de los libros de Pío Moa sobre la Segunda República, que por decir algo coherente sobre la recuperación crítica de la memoria colectiva de los españoles para la construcción de la democracia– es el mejor síntoma de una izquierda descerebrada y patética. Se agarran a un mito, a una falsedad, para justificar su pobrísima existencia.

El manifiesto a favor de la Segunda República revela, una vez más, la indigencia intelectual de la izquierda española. Carece por completo de discurso. Todo es mala propaganda. Bastaría recordar cómo fueron tratados Ortega, Marañón y Pérez de Ayala, durante la Segunda República, para que los "abajo firmantes" sintieran un cierto rubor por haber perpetrado semejante bodrio. Los principales impulsores de la llegada de la Segunda República fueron expulsados de la misma por métodos totalitarios, que sin embargo ahora reivindican los firmantes de este manifiesto. ¡Increíble!

Lo siento. Pero, ante este manifiesto, tengo que repetirme. Lo he escrito en el último número de la Ilustración Liberal: «Soy de los que piensan, por desgracia para la democracia española, que la propaganda republicanaaún sigue ejerciendo una gran influencia en la izquierda española. En efecto, aún sigue transmitiendo que la República fue un régimen pacífico e integrador. La realidad lo desmiente, pero los efectos de aquélla aún impiden reconstruir no sólo una "memoria histórica", capaz de reconciliar a víctimas y verdugos, sino que también dificultan una historia más o menos objetiva, digna de una nación civilizada, presta a superar los resentimientos entre vencedores y vencidos.

La izquierda fue tan eficaz e inteligente en manejar la propaganda que, incluso después de haber perdido la guerra, se han seguido utilizando sus mismas armas ideológicas y falsas para interpretar el trágico acontecimiento. El poder de la propaganda izquierdista de entonces (de la República y la Guerra Civil) es hoy el "fundamento" para tergiversar la reconstrucción de los hechos acaecidos y eludir cualquier responsabilidad a la hora de interpretar la tragedia. Cientos de ejemplos en la izquierda actual española reflejan esta molicie "intelectual", estas pocas ganas de ejercer la razón crítica con nuestro pasado y nuestro presente». Sin duda alguna, quienes ayer firmaban el manifiesto a favor de la República son los más representativos de esta nefasta abdicación del pensamiento.

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