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Agapito Maestre

Los adversarios están dentro

Todo el mundo lo sabe y, por eso, los medios de comunicación de la izquierda lo ocultan: la derecha en España es más, muchísimo más, democrática que la izquierda. Por eso El País apoya a la dirección del PP frente a las bases.

El adversario de Rajoy es el propio Rajoy, porque no quiere enterarse de que está en uno de los partidos más democráticos de Europa. Él trata de pastorear a sus militantes y votantes, pero estos no sólo son difíciles de domesticar, adoctrinar y disciplinar por los métodos de Rajoy, sino que conforman la argamasa política de sus fracasos futuros. Me explico. El principal adversario de Rajoy no está fuera de su partido. Reside en su limitada capacidad para comprender que las bases de su partido, más aún, la mayoría de sus votantes, son escépticos con sus dirigentes. Son, sin duda alguna, indisciplinados. Libres. Son demócratas.

La derecha española, sí, sí, quienes votan a Rajoy son infinitamente más demócratas que los votantes de los otros partidos. Y si no hagan la siguiente prueba: pregunten, pregunten, a un votante del PP si volverá a votar a Rajoy, al Rajoy que no hace una sola autocrítica sobre su responsabilidad en el fracaso de las últimas elecciones, y oirán todo tipo de improperios... Unos se abstendrán, otros votarán a otra formación política y, quizá, algunos o muchos vuelvan a votar al PP, otra vez, con la nariz tapada. Nunca, en fin, un votante de izquierda, que se amolda a todo lo que le echen, será crítico con sus líderes. Son tan disciplinados como sectarios. Son votantes reaccionarios. Por el contrario, el votante del PP es abierto. Así es la vida. Todo el mundo lo sabe y, por eso, los medios de comunicación de la izquierda lo ocultan: la derecha en España es más, muchísimo más, democrática que la izquierda. Por eso El País apoya a la dirección del PP frente a las bases. ¡El País, cómo no, siempre con el poderoso y el represor!

Resulta difícil, sí, hallar, al menos en otro partido europeo, un votante más preparado intelectual y moralmente respecto a sus líderes que los del PP. Cientos de datos como cientos de argumentos podrían ofrecerse para sostener esta tesis, pero para no abrumar a los lectores de izquierda, siempre dependientes de algún dogma o prejuicio que les resuelva fácilmente lo que sus mentes no pueden resolver por su cuenta, sólo mencionaré que el PP ha sido el único partido en España, y uno de los pocos de Europa, capaz de crear una cultura tan democrática en su seno que uno de sus máximos dirigentes, y además presidente del Gobierno, fue capaz de autolimitarse en su mandato, en su poder. La autolimitación es, más que la clave, la norma de la democracia más avanzada.

¡Qué pena, ay, que ese comportamiento radicalmente democrático no lo hubieran convertido los líderes del PP en ley! ¡Cuántos sinsabores se habrían evitado los votantes del PP, si sus estatutos hubieran dejado claro que tanto el presidente del Partido como del Gobierno no debería estar más de dos mandatos en el poder! Aznar, sí, sigue siendo el único referente moral y político en el sistema político español para profundizar, o sea, crear más y mejor democracia. Aznar, sí, como referente moral, aún no tiene a nadie en la triste y débil democracia española que pudiera "homologársele", enfrentársele o, sencillamente, comparársele. Es el único que se ha autolimitado en sus mandatos. En su poder. Precisamente, por eso, fue su partido, el PP, uno de los más valorados de España tanto en términos democráticos como en votos. Y, por esa misma razón, hasta hace dos meses a nadie, ni siquiera a los adversarios más terribles del PP, se le habría pasado por la cabeza plantear el problema de la democracia interna del PP.

Con ese poderoso referente de autolimitación en el poder, en efecto, parecía casi imposible hablar con plausibilidad del problema de la democracia interna en este partido. Aznar se suponía que había dejado el listón muy alto. Todos deberían imitarlo. Pero hete aquí que viene Mariano Rajoy y dice que no sólo no se limita en sus mandatos sino que la responsabilidad de sus derrotas se debe a quienes le habían acompañado en su anterior andadura. ¡Fuerte! Tan fuerte es el problema que plantea Rajoy que abre en canal, o mejor, plantea políticamente lo que parecía que estaba resuelto moralmente, a saber, la autolimitación en el ejercicio del poder. El comportamiento de Rajoy, en efecto, no sólo está destruyendo una de las bases democráticas del PP de Aznar, sino que está "homologándose" a un partido radicalmente sectario y antidemocrático como es el PSOE, capaz de disciplinar y someter a sus bases y votantes a las mayores tropelías con tal de que gane el líder.

En España

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