Menú
Agapito Maestre

Notas veraniegas: Andalucía

A los postres se acercó a nuestra mesa un señor, entre los cuarenta y los cincuenta años, quien de muy buenas maneras se identificó como un seguidor de la tertulia de Los Catedráticos de Dieter Brandau.

Viajo de Córdoba a Madrid por el camino más recto. Quizá también el más sencillo. El camino natural de Andalucía hacia Castilla, y viceversa, no está en Despeñaperros, como cree el común de los mortales, sino al suroeste de la provincia de Ciudad Real. Viniendo de Andalucía a Castilla por la carretera nacional 420, después atravesar el valle más grande de Europa, el Valle de Alcudia, cantado y escrito por Cervantes en El Quijote y al inicio de Rinconete y Cortadillo como los famosos campos de Alcudia, me encuentro nada más bajar el puerto Pulido en Brazatortas, un simpático pueblecito manchego a 14 kilómetros de Puertollano, la gran población de la extensa Comunidad de Castilla-La Mancha.

– ¿Brazatortas? ¿No es este pueblo – dice mi acompañante – donde nació Antonio Gala?
– Eso creo – contesto irónicamente.
– Salgamos duda y preguntemos a algún nativo.
– Vale. Resolvamos tu duda, o sea preguntemos; pero estoy convencido de que nació aquí, porque, hace muchos años, ya se comentaba por la zona de que había una lápida en algún lugar del pueblo con un epigrama sarcástico: "Aquí nació el cordobés Antonio Gala".

Un minuto después de aparcar el coche, la duda estaba resuelta. Pregunté a un paisano, que pasaba bien de los setenta años, por la casa dónde nació Antonio Gala; al instante y sin titubear, sintiéndose orgulloso de su pueblo porque alguien le hiciera esa pregunta, me dio todo tipo de señales sobre el lugar. Hacía ellas nos dirigimos. Caminamos unos trescientos metros y, casi por inercia o morbo de indagar más en lo que ya se sabe, volví a preguntar a otro paisano de edad similar; e idénticas fueron las indicaciones del lugar de nacimiento que me daba el primer paisano, quien además nos explicó con pelos y señales cómo jugaba de niño con Antonio Gala y su hermano: "Él siempre iba con mocos y era muy retraído; por el contrario, su hermano era un niño muy abierto y feliz. Y sus padres eran bellísimas personas... Pero él, por favor, no tiene nombre decir que no nació aquí".

Vista la casa, en la calle Enmedio esquina a Carmen, cercana al ayuntamiento, donde nació Antonio Gala, comimos en el Furtivo, un restaurante muy visitado por cazadores de toda España. A los postres se acercó a nuestra mesa un señor, entre los cuarenta y los cincuenta años, quien de muy buenas maneras se identificó como un seguidor de la tertulia de Los Catedráticos de Dieter Brandau, me pidió que felicitará a mis compañeros de tertulia en su nombre y, finalmente, me rogó que le firmará sobre una columna mía escrita en El Mundo (edición de Andalucía), que había comprado ese mismo día en Córdoba. Así lo hice.

En Sociedad

    0
    comentarios