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Agapito Maestre

Peores que Rubianes

Lo dicho, peor que los Rubianes de turno, que dan las últimas consignas de los matarifes nacionalistas, son los rufianes qué no saben que sin conciencia nacional española no hay conciencia democrática.

Hay personas sensatas que creen que las demandas nacionalistas están a punto de parar. No hay sociedad, vienen a decirnos los ingenuos ciudadanos, que resista tanta demencia. Son hombres honrados, pero desconocen el poder destructor que tiene el nacionalismo. No saben que éste mata todo lo que toca. De hecho es un parásito de España. Nunca puede parar porque su naturaleza es devorar. El nacionalismo no es una ideología sino un tabú. En el nacionalismo hasta individuos como Rubianes son empeorables. Aparecerán muy pronto miles de Rubianes por todas partes. De hecho, todos los nacionalistas llevan guardado un Rubianes en su cartera.

Sin embargo, desconfío más de los rufianes agazapados que de los Rubianes groseros. Peor que Rubianes son sus entrevistadores y entrevistadoras. Nos asisten las mejores razones para indignarnos con gentes como Rubianes, pero no deberíamos olvidar que éste no hace sino quintaesenciar la opinión de muchos periodistas, intelectuales y artistas incapaces de superar el tabú del incesto con la tierra, que eso es el nacionalismo catalán. Rubianes es un esperpento, la consigna última, el último precipitado que da una “ideología” perversa, el nacionalismo, para matar a quien no diga que Cataluña, una región de España, es una nación.

Me parece, pues, que peor, muchísimo peor, que las salvajadas dichas por Rubianes son las declaraciones tibias que intentan quitarle importancia a la perversidad del nacionalismo catalán. Son mucho más cínicos que Rubianes quienes plantean el asunto hablando de dos nacionalismos enfrentados. Falso. ¿Dónde está el nacionalismo español? No existe. Es una mentira más, una patraña, para seguir manteniendo que los catalanes son superiores al resto de los españoles. La vergüenza ajena que me produce Rubianes no es, por lo tanto, superior a la que me provoca un profesor de Comunicación Audiovisual, cuando dice: “Tengo que decir que yo no soy nacionalista, pero ni nacionalista catalanista ni nacionalista españolista, ¿eh? Y lo de la palabra nación en el preámbulo, pues bueno, si se refiere a nación como lugar de nacimiento de uno, pues vale. Pero si se refiere a un concepto político referente a un Estado, pues no, claro”. ¡Cuánta mal fe contiene este tipo de planteamientos! La cobardía ante el totalitarismo del nacionalismo catalán le impide a un universitario, como es Román Gubern, decir que un Estado democrático, como es España, no puede admitir nada más que una única nación, porque lo contrario va contra la Constitución…

Sí, peor, muchísimo peor que las ralas palabras de Rubianes, son las declaraciones de la Directora de la Biblioteca Nacional, de la Biblioteca de todos los españoles, diciendo que la Nación española no existe. Esta señora mata lo que da vida, pero seguimos aceptándola como directora de una institución en la que no cree. ¡Horrible! Pero, sin duda alguna, peor todavía que la señora Regàs es la opinión acobardada del pseudoilustrado Javier Tomeo al decir: “Yo creo que en Cataluña coexisten tantas naciones, por lo menos, como individuos. Yo, por ejemplo, me considero nación en mí mismo”.

Lo dicho, peor que los Rubianes de turno, que dan las últimas consignas de los matarifes nacionalistas, son los rufianes qué no saben que sin conciencia nacional española no hay conciencia democrática.

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