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Agapito Maestre

Recorte de recortes

Por un lado, Zapatero aguanta y Rajoy espera; y, por el otro lado, la población se empobrece cada vez más, pero es feliz con el botellón, el fútbol, la telebasura y las vacaciones.

La crisis económica es grave, pero la "recrisis", que así llaman los medios de comunicación socialistas a la crisis de legitimidad del presidente del Gobierno, es aún más peligrosa, porque o bloquea el sistema o lo conduce a la ruina. En un contexto de "recrisis", o mejor, de crisis de legitimidad y gobernabilidad socialista, todas las medidas del Gobierno nacen muertas. Así, por ejemplo, el Gobierno recortará, según se anunció ayer, en el año 2010 un 87% la oferta de empleo público, pero la medida apenas tendrá repercusión para paliar la crisis económica. He ahí otro dato para mantener que el Gobierno no aguantará hasta las próximas elecciones sin hacer añicos parte del sistema político y económico.

El problema de este Gobierno no es sólo que no tome medidas, sino que cuando lo hace es a destiempo, o peor, con ánimo torticero para comprar votos. Las medidas del último Consejo de Ministros demuestran una vez más lo obvio: la vida del Gobierno, y quizá de toda la casta política, va por un lado y la del personal normal por otro muy distinto. Se requieren medidas profundas y consensuadas y no parches populacheros. La brecha, sin embargo, entre los ciudadanos y el Gobierno es de tal tamaño que éste todavía podrá sobrevivir sin que nadie les moleste.

Zapatero no hace otra cosa que agrandar esa zanja a través de medidas populistas y engaños ideológicos permanentes. Mentiras. Por la otra parte, Rajoy mejor calla por si acaso alguien le recuerda que sería menester una oposición más enérgica. En síntesis, el parte de "guerra" de este divorcio es sencillo: por un lado, Zapatero aguanta y Rajoy espera; y, por el otro lado, la población se empobrece cada vez más, pero es feliz con el botellón, el fútbol, la telebasura y las vacaciones. Eso es todo. Nada. Miseria política sobre miseria electoral.

La situación política y económica es tan deplorable que cualquier gobernante sensato ya hubiera convocado elecciones anticipadas. Yo aún no descarto que Zapatero lo haga, después de su semestre de presidente de la UE. Seguramente no lo hará por sensatez, sino porque quiera pillar con el pie cambiado a Rajoy. Lo cierto es que el presidente del Gobierno pasa por horas bajas, según la prensa adicta al socialismo, pero eso no significa que todo lo tenga perdido. Al contrario, para los políticos populistas el tiempo de la crisis económica es propicio para seguir engañando y, sobre todo, buscar fórmulas ideológicas torticeras para mantenerse en el poder a la vez que el país se despeña.

Nadie espere, por lo tanto, nada bueno de este Gobierno, de aquí hasta las próximas elecciones. Yo diría que lo peor aún está por llegar. Hasta el Banco de España ya critica abiertamente el despeñadero por el que nos lleva Zapatero. El populismo y la exageración ideológica crecerán sin frenos. Mientras más aislado se sienta el Gobierno, y prueba de lo que digo es que nadie desea firmar "lo acordado" en la Comisión de Zurbano, la locura no tendrá fin. El calendario político de las municipales y autonómicas, que no es muy propicio para Zapatero, pondrá en evidencia aún más la distancia entre el Gobierno y los partidos nacionalistas, o peor, Zapatero sería capaz de darles todo lo que le pidan con tal de que le voten los próximos presupuestos.

En fin, cualquiera que sea el escenario político de los próximos meses, naturalmente plagado por parte del Gobierno de agitación, propaganda y acoso ideológico a quien no sea de su cuerda, indicará que ya hemos dejado atrás una situación económica estable y, sin remedio alguno, hemos entrado en una situación de decadencia prolongadísima.

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