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Agapito Maestre

Sabino, Juan Carlos y Zapatero

¿Qué temen los Borbones y los socialistas de Sabino Fernández Campo? ¿Por qué ese comportamiento indolente, a mitad de camino entre el halago y el temor, de las dos primeras autoridades del Estado a hablar públicamente en su entierro?

Todo el mundo habla maravillas de Sabino Fernández Campo. Nadie discute que fue hombre clave para atemperar el golpe de Estado del 23-F. Parece que fue la única persona capaz de parar aquella locura. Sin embargo, no se le despide como merece. El "Estado" democrático elude cantar las virtudes democráticas de este hombre. Nadie desea hablar en público sobre el muerto. Nadie se atreve a celebrar el valor político del difunto en el foro público. Nadie con entidad política es capaz de vincular el lamento por el muerto, su pérdida, con la celebración de nuestra democracia.

Una vez más, como en las etapas más trágicas de nuestra historia, volvemos a dar a los muertos un trato despectivo. Ruin. Reducidas las exequias del hombre público a la mera privacidad o, sencillamente, al círculo de su familia y paisanos, la figura política y democrática de Sabino Fernández Campo queda peor que mermada: reducida a ser vista como una muestra ejemplar de funcionario público. Valgan dos ejemplos para ilustrar esta mezquindad política que reduce al gran político a un vulgar funcionario del Estado. El Rey no podrá asistir al entierro de Sabino Fernández Campo, sencillamente, porque ya tenía la agenda ocupada. El presidente del Gobierno tampoco asistirá porque "no conocía" al general muerto. He aquí dos actitudes comunes, temerosas, de que el muerto les sobrepase. En verdad, ya les ha sobrepasado, pues que nadie con sensatez democrática dejará de sonrojarse ante la actitud de Juan Carlos I y Rodríguez Zapatero.

El comportamiento remiso del Rey y el presidente del Gobierno ante la muerte de "un hombre", permítanme la expresión, "de Estado" resumen perfectamente el nivel de salvajismo "político" en que está sumida la sociedad española. ¿Qué temen los Borbones y los socialistas de Sabino Fernández Campo? ¿Por qué ese comportamiento indolente, a mitad de camino entre el halago y el temor, de las dos primeras autoridades del Estado a hablar públicamente en el entierro de un hombre de Estado? ¿Por qué tanto comportamiento "políticamente correcto" frente a un hombre que salvó lo poco que hoy tenemos de democracia? No sabría, naturalmente, contestar con precisión esas preguntas; pero, en mi opinión, no creo resolver ninguna de ellas apelando a la baja calidad moral de las dos principales autoridades de España.

No, no, eso sería una respuesta moral, pero aquí hay en juego algo más que la conciencia moral de dos individuos. Estamos ante un asunto político. Por lo tanto, preveo que, más pronto que tarde, nos enteraremos qué hay detrás de tanto comportamiento melifluo. Sospecho que el libro del actual presidente de Telemadrid, Manuel Soriano, escrito hace años y, por el momento, el único con entidad intelectual sobre Sabino Fernández Campo se quedará viejo. Muy viejo. O sea, nadie se extrañe que pronto aparezcan las memorias secretas de Sabino Fernández Campo.

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