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Agapito Maestre

Sobre la falsa acusación alemana

Estamos ante un asunto bastante serio. Alemania está dando jaque a casi el 43% de la exportación española de alimentos. O sea, no se trata de un problema de nuestros partiditos, sino de un problema Nacional.

La falsa acusación alemana sobre una posible contaminación de nuestras hortalizas en general, y de nuestros pepinos en particular, ha puesto en evidencia tres asuntos que no conviene olvidar. Primero, que la UE no es la salvación única de España, sino un instrumento político para salvarnos, es decir, esta comunidad o agrupación de naciones es un ámbito de negociación de competencias normadas entre Estados nacionales, que cuanto más fuerte sean estas naciones, si se me permite decirlo con contundencia castiza, más ventajas sacarán del proceso negociador. Aquí no hay una Europa de regiones o algo similar sino de Estados fuertes.

España, sin embargo, ha vuelto a mostrar sus debilidades como nación. Pues que no deja de ser preocupante que las taimadas declaraciones de una simple consejera de Hamburgo, seguramente asustada por su irresponsabilidad, contra nuestros pepinos hayan causado tal estropicio en un sector básico de nuestra economía. He ahí la prueba de la debilidad de nuestro Estado-nacional para imponerse en Europa. La falsa acusación de Alemania muestra, una vez más, un Estado sin fuerza.

En segundo lugar, y aunque reconozco que el Gobierno de Zapatero ha reaccionado tarde y con cierta indolencia frente a Alemania y otros países que han boicoteado nuestros alimentos, me parece que al PP le ha faltado una reacción un poco más favorable al Gobierno. Creo que el PP no ha exhibido grandeza ante una cuestión nacional; en efecto, antes que criticar al Gobierno, frente a una fechoría tan terrible como la cometida por los alemanes contra nuestra agricultura, tendrían que haberlo respaldado. Es ahí, ante cuestiones genuinamente nacionales, cuando tenemos que sacar la bandera de España y no esperar al día de fiesta. El patriotismo es también una cuestión económica y social.

Y, en tercer lugar, creo que la denuncia formal contra Alemania, en los tribunales internacionales, llevada a cabo por las asociaciones de agricultores españoles revela que tenemos una sociedad civil, seguramente, más potente que el propio Estado. En mi opinión, la crisis alimentaria que nos ha creado Alemania, no exenta de malas intenciones, será combatida con más eficacia por las asociaciones agrarias que por el Gobierno. Por fortuna, el Gobierno y la Oposición no tendrán más remedio que respaldar las medidas legales lanzadas por las organizaciones agrarias españolas contra Alemania en particular y toda la UE; por otro lado, haría bien el Gobierno en tomarse en serio las medidas de fuerza sugeridas por la COAG y otras organizaciones agrarias contra determinadas cadenas de distribución alemanas en España.

En fin, estamos ante un asunto bastante serio. Alemania está dando jaque a casi el 43% de la exportación española de alimentos. O sea, no se trata de un problema de nuestros partiditos, sino de un problema Nacional, y hasta el momento la sociedad civil, o mejor, las asociaciones agrarias españolas está demostrando más inteligencia que las elites políticas.

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