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Agapito Maestre

Unidad de medida democrática

Sin ese trato vejatorio hacia la víctima es imposible comprender la "política" de negociación del Gobierno a ETA y, sobre todo, es imposible hacerse cargo del terrible desprecio del Gobierno por la democracia.

El comportamiento de las víctimas del terrorismo en España es una unidad de medida del proceso democrático. La acción ciudadana de las víctimas no es sólo una referencia moral, lo cual no sería poco, sino que también es una fórmula para evaluar el nivel democrático de la sociedad española. Su defensa del Estado de Derecho es de tal calibre que no tiene parangón en la sociedad española. Eso es lo que han vuelto a demostrar buena parte de las intervenciones del IV Congreso de las Víctimas del terrorismo.

Sin embargo, el presidente del Gobierno no quiere saber nada de este Congreso y, por supuesto, nada de la actividad ciudadana de las asociaciones de víctimas del terrorismo. Es la prueba del algodón de que Rodríguez Zapatero, lejos de ser un demócrata, alguien que fomenta la participación en el espacio público político de todas las opiniones de los españoles, entre las que deberían tener un lugar las víctimas, las excluye, las veja y les da la espalda.

Porque no es nuevo este proceso de exclusión, es menester volver a recordarles a los lectores que esa "política" de Rodríguez Zapatero sobre la víctima viene de lejos. Por lo tanto, puede comprenderse fácilmente que no haya aparecido por el Congreso. Es algo que las propias víctimas nos han enseñado desde que salieron por vez primera y con cierta timidez a la calle. Por fortuna, encontraron el respaldo de millones de ciudadanos. Merece la pena volver sobre aquella primera manifestación convocada por la AVT contra ETA, en enero de 2005, porque puso el dedo en la llaga de una errada política antiterrorista del Gobierno socialista.

Mostró a la opinión pública que el Gobierno no sólo era proclive a pactar con los nacionalismos a cualquier precio, sino que su política de negociación con ETA llegaría incluso a "comprar paz por territorios". Esa política "conciliadora", por no decir de entrega a los fines de ETA, estaba estimulada por un discurso ideológico marcado por una voluntad de ocultamiento de la víctima del terrorismo de ETA, que condujo, obviamente, al enfrentamiento entre el Gobierno y las víctimas.

A los pocos meses de la llegada del PSOE al poder estaban dadas, insisto, las bases de toda la legislatura, entre ellas figuraba, en primer lugar, la manipulación de las reivindicaciones civiles de las victimas del terrorismo. La reacción del Ejecutivo ante el éxito de la primera manifestación convocada por la AVT marcó un punto y aparte del Gobierno de Zapatero respecto a las políticas democráticas de los gobiernos anteriores de España. Rodríguez Zapatero tuvo claro, incluso antes de la llegada al poder, que sin una "política" de reducción de la víctima a mero objeto de referencia compasiva no tendría éxito su acercamiento a ETA. Por eso, nada más llegar a La Moncloa, Rodríguez Zapatero intentó atraerse a las víctimas a través del "abrazo del oso, o sea, acallando sus reivindicaciones de carácter ciudadano hasta reducirlas a meras peticiones sociales y económicas.

Después de que esta operación quedara frustrada por el éxito de las diferentes manifestaciones que siguieron a la de enero de 2005, intentó ocultar las reivindicaciones políticas de las víctimas fomentado la discordia entre las diferentes asociaciones de víctimas del terrorismo. Y, finalmente, cuando está maniobra fracasó, se enfrentó directamente a la víctima. Ese enfrentamiento aún no ha terminado, pero siempre tuvo el mismo objetivo para el Gobierno: matar civil y políticamente a la víctima. Matar, sí, otra vez a la víctima. Es menester hablar de la muerte sobre la muerte para que el lector se haga cargo de la crueldad que reviste la expresión "muerte civil de la víctima". A la víctima hay que dejarla sin suelo, sin lugar, donde alojarla. Hasta ahí ha llegado la "criminalización" de la víctima, que incluso ha sido "teorizada" con algún escupitajo periodístico por profesorcitos socialistas de "filosofía del Derecho".

Sin ese trato vejatorio hacia la víctima es imposible comprender la "política" de negociación del Gobierno a ETA y, sobre todo, es imposible hacerse cargo del terrible desprecio del Gobierno por la democracia.

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