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Agapito Maestre

Zapatero de vacaciones

El gobernante más impresentable que ha dado España, desde la muerte de Franco hasta hoy, puede irse de vacaciones con un sequito de más de cien de personas y la "sociedad" lo ve normal.

A quienes quieren hacerme creer que Zapatero es un reformador de costumbres, o mejor dicho, de malas costumbres de políticos tradicionales, por favor, ruéguenle a su líder que no haga vacaciones hasta que no firme un pacto con la patronal para atajar la crisis económica y, sobre todo, que no se le ocurra hacer vacaciones hasta que no termine con los criminales que han matado a dos servidores públicos, a dos españoles, en la isla de Mallorca. Si lo consiguen, o sea, si Zapatero se queda sin vacaciones porque ha hecho mal su trabajo, entonces creeré parte de su palabrería.

Ningún político, menos un presidente del Gobierno, debería tener derecho a vacaciones mientras no solucione los problemas más urgentes de su nación. Y porque los dos que acabo de enunciar no parecen que sean asuntos menores, sino del máximo calado, entre otras razones, porque afectan a todos los españoles, el presidente del Gobierno tendría que quedarse trabajando todo el verano. Sin embargo, se irá de vacaciones y el gentío lo verá con normalidad. Las crisis del Estado y de la Nación son tan hondas que ni siquiera la "opinión pública" se detiene en criticar las vacaciones de Zapatero. El gobernante más impresentable que ha dado España, desde la muerte de Franco hasta hoy, puede irse de vacaciones con un sequito de más de cien de personas y la "sociedad" lo ve normal. Y luego dicen que los españoles no son nihilistas.

Restarle importancia a las vacaciones de Zapatero es todo un síntoma de la crisis de valores de la democracia española. En mi opinión, en esta situación de bancarrota nacional, las vacaciones del presidente del Gobierno se convierten más en una provocación populista de los socialistas, o sea, un sentar doctrina sobre los derechos de un presidente obrerista, que en un enmascaramiento de sus fracasos. En fin, no creo que el obrerismo imperante en el Gobierno ni en sus millones de seguidores permita criticar alguna acción de Zapatero en el fracaso del Estado para acabar con ETA. Tampoco creo que los fanatizados seguidores de Zapatero vean alguna culpa en su líder a la hora de hablar de la ruptura de negociaciones entre el Gobierno y la patronal.

Y, sin embargo, a los ojos de cualquier persona decente, y con una cierta información sobre la situación económica y social de España, es un fracaso del Gobierno de Zapatero no haber alcanzado un acuerdo con la patronal para atajar la crisis económica y social. Por desgracia, esta percepción del ciudadano de a pie, del ciudadano dispuesto a darlo todo por su comunidad, no será la que triunfe en la "opinión pública". Por el contrario, los medios de comunicación al servicio del Gobierno transmiten ya con los altavoces a todo volumen que no se ha firmado el acuerdo, naturalmente, por la maldad empresarial. Las almas "buenas" de millones de votantes socialistas están tranquilas. Pasarán las vacaciones tan sosegadas como las de su líder. El envilecimiento las equipara.

Por lo tanto, quien dice que Zapatero no sabe lo que hace para mantenerse en el poder, desconoce por completo el resentimiento que anida en el votante socialista. Quien dice que Zapatero ha fracasado en la negociación con la patronal, no ha entendido nada de lo que ha hecho Zapatero en los últimos cinco años con un país que come en su mano. Quien crea que Zapatero, en fin, ha fracasado en su ruptura con la patronal, jamás entenderá qué es el populismo socialista. El fracaso de la negociación con la patronal ya está siendo vendido como éxito. Tanto es el éxito que Zapatero se va a Canarias de vacaciones. No se puede pedir más normalidad.

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