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Agapito Maestre

Zapatero en Helsinki

Quien quiere eliminar el terrorismo equiparando religiones e ideologías no sólo no comprende el fenómeno terrorista, sino que indirectamente contribuye a su asentamiento

Zapatero ha ido Helsinki a hablar de terrorismo, pero estoy convencido de que nadie en su sano juicio le ha prestado atención. Es demasiado pesada y oscura la mochila que porta este hombre desde el 11-M. Haré un paréntesis sobre el tipo de reunión en el que ha hablado Zapatero, especialmente sobre su carácter cerrado, para comentar lo que se ha filtrado a la prensa. Para empezar resulta indignante que este hombre hable sobre terrorismo y no mencione ni una sola vez a los criminales de ETA persiguiendo al resto de españoles. Quien habla en términos tan generales y abstractos del terrorismo es que, además, no quiere saber qué pasó realmente el 11-M. Trata de ocultar que sin ese acto terrorista, sin esa masacre terrible de españoles, quizá él no estaría representado a España en Helsinki en una reunión sobre terrorismo de carácter internacional.

El origen del poder de Zapatero, le guste o no, impide que nadie le crea. Es su destino. Porque no ha querido hacerse cargo de ese acto terrorista en serio, porque no ha querido ver los distintos aspectos de la investigación que han surgido del periodismo y del seno de la sociedad civil contra una instrucción judicial defectuosa y una investigación policial llena de agujeros negros, en fin, porque ni siquiera ha querido reabrir la triste Comisión del Parlamento sobre el atentado a pesar de las nuevas pruebas aparecidas, este hombre está convirtiéndose en una tragedia para toda España. Por no querer investigar el acto terrorista del 11-M no hay español, en primer lugar, sus votantes, que no sospechen del presidente del Gobierno, que no se extrañen de esta manía de Zapatero de lanzar balones fuera cuando se habla del 11-M. Terrible. ¿Cómo un hombre del que nadie se fía puede ir con la conciencia tranquila a hablar de terrorismo a una reunión internacional?

Por otro lado, Zapatero ha creado una "propaganda" ridícula pro domo sua, o sea, para desviar la atención de sus responsabilidades, que hacer reír a los países más avanzados de Occidente, porque, salvo los islamistas, pocos son los que se toman en serio su absurdo llamado a una "Alianza de Civilizaciones". Una contradicción en los términos. En efecto, si existiese algo parecido a una gran alianza entre Civilizaciones, eso llevaría directamente al fin de las mismas; pues que la esencia de una civilización es contener, universalizar en su seno, a otras civilizaciones menores. En fin, quien quiere eliminar el terrorismo equiparando religiones e ideologías no sólo no comprende el fenómeno terrorista, sino que indirectamente contribuye a su asentamiento. Este hombre parece que no quiere enterarse de que el cristianismo, la civilización sobre la que se asienta Occidente y a la que él se supone que pertenece, condena tajantemente el matar al otro. El "no matarás", que es el principal imperativo de nuestra civilización con respecto a otras, debería impedirle hablar de "alianza de civilizaciones", sencillamente, porque en otras civilizaciones no existe tal mandamiento. Por el contrario, existen "otras civilizaciones" que hacen de la obligación de matar un preciado don para alcanzar la vida eterna. Este sutil, aunque reconocido mundialmente, matiz debería hacer recapacitar a este señor a la hora de hablar del terrorismo en el mundo.

Con todo, Zapatero ha tratado dos ámbitos de asuntos que tienen que resultar realmente indignantes para las víctimas y los ciudadanos. Ha dicho que el terrorismo sólo puede combatirse con acciones políticas. ¿Qué significa para este hombre acciones políticas? Nadie crea que una acción política es englobar en ella una política militar y policial contundente contra el terror. Según el ejemplo español, es todo lo contrario, o sea, el Gobierno dialoga directamente con los terroristas de ETA. Por lo tanto, hemos de pensar, de acuerdo con la práctica de Zapatero, que las acciones políticas consisten, en primer lugar, en ningunear hasta el desprecio lo que dice la oposición democrática y someterse a los dictados de los terroristas. ¿Cuál es la primera imposición de los terroristas? Ser reconocidos como legítimos para negociar con gobiernos democráticos. Acción política es, pues, simple y llanamente sentarse a dialogar con los terroristas, o sea, darles la voz y la palabra a los que asesinan. Eso significa legitimar el terror.

Hay, además, otro segundo orden de consideraciones que siguen irritando no sólo en el mundo occidental, sino en los países pobres que son los primeros en soportar el terrorismo. Me refiero a esa manía de vincular el terrorismo a la pobreza. Ha vuelto otra vez Zapatero con esta vieja cantinela en Helsinki. Esto es algo absolutamente falso, pero él, como sus admirados Evo Morales, Hugo Chávez y Fidel Castro, repite hasta la saciedad.

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