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Alberto Acereda

Giuliani responde a Hillary Clinton

Giuliani sabe que su verdadero enemigo no es Thompson, por más que se dispute con él la nominación republicana a la presidencia. Así, ha decidido dar un paso adelante y consolidarse como el aspirante puntero enfrentándose directamente a Hillary Clinton.

Los últimos sondeos de opinión sobre las próximas elecciones presidenciales norteamericanas de noviembre de 2008 van aclarando la situación. Entre los demócratas, Hillary Clinton sería la candidata; por parte de los republicanos los aspirantes más aventajados son Rudy Giuliani y Fred Thompson. La cuestión radica en observar qué hacen y cómo se mueven tanto el ex alcalde de Nueva York, Giuliani, como el ex senador de Tennesse, Thompson. De momento, Giuliani está ligeramente aventajado y su actitud en estos días al hilo del debate en torno a Irak ha sido inteligente.

Giuliani sabe que su verdadero enemigo no es Thompson, por más que se dispute con él la nominación republicana a la presidencia. Así, ha decidido dar un paso adelante y consolidarse como el aspirante puntero enfrentándose directamente a Hillary Clinton. Al hacerlo, busca atraerse también a la base conservadora del Partido Republicano, que aunque se sitúa algo más en línea con Thompson desprecia profundamente las actitudes de la Clinton y las sonrisas y apoyos mediáticos que -como ya mostró L. Brent Bozell- recibe permanentemente la ex primera dama. Giuliani da así un paso más que Thompson y que el resto de los aspirantes republicanos y busca autoproclamarse como el político de la derecha que se enfrentará duramente a la Clinton con verdaderas posibilidades de derrotarla.

Buen conocedor de los entresijos de la política norteamericana, Giuliani sabe que la Clinton es una de las figuras más divisorias y antipáticas de la política norteamericana. También es consciente de que ella será la candidata casi "inevitable" del Partido Demócrata y recuerda el activismo sectario de la Clinton durante la presidencia de su esposo en los años noventa. No es ajeno tampoco a su polémico historial, lleno de sombras y polémicas en torno a su personalidad y los turbios asuntos con su esposo desde los años de Arkansas, y ya antes con el caso Whitewater. Giuliani conoce los escándalos de corrupción de la Clinton ya documentados en libros como los de Christopher Andersen, Edward Klein, Dick Morris, Peggy Noonan, Amanda Carpenter o Bay Buchanan.

A todos ellos cabría añadir el último escándalo de las contribuciones hechas a la campaña de Hillary Clinton por parte de Norman Hsu, un empresario chino nacido en Hong Kong, fugitivo de la justicia desde 1992 por un espectacular fraude empresarial. El amigo de la Clinton, curiosamente, figuraba entre los veinte mayores donantes de otros aspirantes presidenciales del Partido Demócrata, incluido Barack Obama. Aun así, la Clinton dice desconocer los hechos y, como siempre ha hecho en estos casos (recuérdese el episodio con su propio hermano), dice no saber nada.

Giuliani sabe también que, más allá de lo personal, en estos mismos días pasados Hillary Clinton fue incapaz de distanciarse de las acusaciones vertidas en el New York Times por parte del grupo MoveOn.Org, que acusaba vilmente al general David Petraeus de traidor y de haber cocinado el informe de Irak para la Casa Blanca. Pudo ver en directo, durante la audiencia de Petraeus en el Senado, cómo la Clinton cometió el grave error político de descalificar al general y afirmar que su informe describriendo avances en la guerra requería "una suspensión voluntaria de la incredulidad".

En su voluntad de darle una seria batalla a la Clinton y derrotarla –tarea que la derecha norteamericana ve con muy buenos ojos– Rudy Giuliani compró el viernes pasado un anuncio a toda página en el mismo rotativo neoyorquino para recriminarle a la Clinton que cuestionara la integridad de Petraeus. El anuncio era claro: "Estos momentos requieren de un buen Gobierno, no de políticos escupiendo veneno político". De igual modo, el anuncio criticaba a la Clinton por no denunciar el anuncio previo de MoveOn.org contra el jefe militar norteamericano.

En el fondo, todo este debate favorece a los republicanos, quienes ya criticaron unánimemente el anuncio previo de dicho grupo. Pero a quien más ayuda es a Giuliani, sobre todo porque éste acierta al preguntar a toda página en dicho anuncio si los norteamericanos deberían escuchar a un soldado condecorado comprometido en la defensa de Estados Unidos o si, por contra, deberían escuchar al compromiso de Hillary Clinton para defender al grupo MoveOn.org. Se trata de un grupo que nació precisamente para ayudar a Bill Clinton cuando lo de la becaria. Giuliani acierta, en fin, hablando claro, sin medias tintas y sin complejos. Por eso lidera ahora mismo las encuestas en el lado republicano. Thompson no le sigue de lejos y es por ello que las esperanzas de la derecha norteamericana están puestas en ellos.

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