Menú
Alberto Acereda

Todos contra España

El Partido Popular y todos cuantos creen en la unidad de España, sea cual sea su ideología, deben reaccionar y defender lo que la inmensa mayoría del pueblo soberano español reclama

Les confieso que no iba hoy a escribir nada de esto. Había preparado otra columna semanal sobre las falsedades del “intelectual” Eduardo Mendicutti en un reciente artículo de prensa sobre Susan Sontag. Afirmaba allí el novelista que la muerte de aquella “pensadora” norteamericana no se había recogido en las televisiones de EEUU. Falso, claro. Al hilo de eso iba a contarles también esa tradición intelectual de la izquierda tan dada al elogio de dictadores, como el poeta Pablo Neruda que –aunque buen rimador– elogiaba sin complejos a Stalin, Lenin, Mao y otros grandes asesinos del siglo XX. Quizá se lo cuente la próxima semana porque todo eso –aunque relacionado– parece ahora insignificante comparado con el importante reto que España tiene ahora mismo como nación. Por eso hoy sólo quiero hablarles de lo que desde aquí uno percibe: el jaque mate a España.
 
Ese es el mismo título que, en otro artículo más amplio, servidor acaba de enviar a una revista norteamericana en la que por defender la unidad de España a uno no le llaman fascista. Relato allí mucho de lo que ustedes ya saben: la manipulación del 11-M por el socialismo y sus aliados, la forma en la que el PSOE llegó al poder, su patológico odio y adoctrinamiento antiamericano, la mal llamada “Comisión del 11-M” y otras varias hazañas del hidalgo Zapatero que desembocan en la gravísima situación actual: la del comienzo de un plan de ruptura de la unidad de España forjado al calor de los votos terroristas y la complacencia de un gobierno socialista incapaz de cumplir su juramento frente al Rey de defender la Constitución. Al director de esa revista le cuesta creer lo que lee. Le parece casi imposible que puedan ocurrir estas cosas en una democracia liberal, cuya Constitución y cuyo Estado de Derecho incluye la división e independencia de los poderes ejecutivo, legislativo y judicial.
 
El problema –le aclaro– radica en que España se parece a veces muy poco a una verdadera democracia. Es más, nos preguntamos si lo ha sido plenamente alguna vez. Porque cada vez que lo ha intentado aparece como por encanto la izquierda radical y antidemocrática, de la mano con los separatismos y los comunismos más antiespañoles para romper la unidad, la concordia y la esperanza. Tal fue la historia de 1934, la que luego llevó a la Guerra Civil, y la que algunos azuzan ahora con la amenaza permanente de las “tortas”. La misma historia, el mismo discurso de la opresión, el mismo odio a España desde los flancos más antiliberales de los reductos independentistas de Cataluña y Vascongadas… Tan reductos y tan mínimos que a Zapatero le parecen gigantes cuando sólo son molinos cuyas aspas él mismo hace girar.
 
El Partido Popular y todos cuantos creen en la unidad de España, sea cual sea su ideología, deben reaccionar y defender lo que la inmensa mayoría del pueblo soberano español reclama: la indivisibilidad de la nación española, recogida en el documento más sagrado de nuestra vida pública y política, o sea la Constitución Española de 1978. No caben medias tintas, ni lamentaciones, y mucho menos ya buenas palabras. Lo que falta es defender la libertad democrática por la que nuestros gobernantes deben hacer cumplir la Ley y respetar estrictamente la Constitución. Y si todo eso se hace de verdad y con la reglas de un verdadero Estado de Derecho, es imposible que un puñado de votos separatistas condicione la voluntad mayoritaria del pueblo español.
 
Es también fundamental que el gran símbolo de la unidad de España, el Rey, se deje oír todavía más alto y que utilice todas y cada una de sus facultades constitucionales para proteger la unidad de España y reimpulsar la democracia. Sólo así ese todos contra España se queda en lo que es: un imposible en el actual marco democrático constitucional. Otra cosa, respetable, es que haya quienes democráticamente deseen reformar la Constitución. Mas para eso hacen falta a día de hoy los votos del Partido Popular: los de los mismos diputados, en fin, que tienen que ponerse ya en marcha y sin demora a representar de una maldita vez a la gran masa social que les votó y que les exige ya respuestas inmediatas y concretas al permanente asalto contra España.

En España

    0
    comentarios