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Alberto Benegas Lynch

Ingeniería social y sociología

El orden natural muestra que el respeto a las conductas no agresivas de las personas permite que éstas busquen los caminos de sus preferencias. Por tanto, las normas consistentes con aquel orden natural apuntan a restringir acciones agresivas y hacen posible la convivencia civilizada. La libertad permite que cada uno asuma la responsabilidad por sus actos. A su vez, las antedichas normas surgen de un proceso evolutivo de descubrimiento que permite el máximo campo de acción a la creatividad individual.

Los ingenieros sociales, en cambio, pretenden diseñar al ser humano y forzar los actos en dirección a lo que ellos consideran es conveniente según sus particulares juicios de valor. En gran medida esto es así debido a lo que Comte bautizó como “sociología”, la cual trata a la sociedad antropomórficamente como si fuera una persona que actúa, decide, piensa y siente. Ortega y Gasset dice, “Hoy se divisa lo colectivo. Desde hace ciento cincuenta años se han cometido no pocas ligerezas en torno a esta cuestión; se juega frívolamente, confusamente, con las ideas de lo colectivo, lo social, el espíritu nacional, la clase, la raza... pero en el juego las cañas se han ido volviendo lanzas. Tal vez, la mayor porción de las angustias que hoy pasa la humanidad provienen de él”. Saint-Simon habla de “una dirección única de la sociedad”, Comte afirma que la sociedad implica “una acción general y organizada centralmente”, Durkheim explica que se trata de mover “voluntades hacia un mismo objetivo” y que el individualismo crea anomia, Hegel afirma que “el Estado es la voluntad divina”, que “el Estado debe tomar bajo su protección a la verdad objetiva”, que “todo debe estar subordinado a los intereses elevados del Estado” y que las fuerzas individuales son siempre “presas de una furia destructiva” y Marx la emprende contra “los derechos del miembro de la sociedad civil”.

Hayek sostiene que, en última instancia, la sociedad es “una cómoda expresión a la que se recurre cuando no se sabe muy bien de lo que se está hablando” y también afirma que “aun cuando sea tan equívoco el sustantivo sociedad, mucho más lo es el adjetivo social, que probablemente se ha convertido en la principal fuente de confusión de nuestro vocabulario moral y político” e insiste que el adjetivo social aplicado a cualquier sustantivo lo convierte en su antónimo (tal vez los casos más claros son el de constitucionalismo social, democracia social, justicia social, solidaridad social y derechos sociales), por eso es que concluye que “lo ‘social’ debería más bien tildarse de antisocial”.

Lorenzo Infantino –que nos ha inspirado para escribir esta nota– explica que en una sociedad pluralista los propósitos de las diversas personas son muy distintos. No hay un objetivo común y es forzar la mano y torcer las voluntades el imponer y diseñar objetivos desde el vértice del poder. Infantino señala que la contracara de la ingeniería social está representada principalmente por Mandeville, la Escuela Escocesa (Adam Smith, Ferguson y Hume) y por la Escuela Austriaca (Menger, Böhm-Bawerk, Mises y Hayek).

La planificación y los sistemas autoritarios surgen directamente de aquellas concepciones atrabiliarias que pretenden manejar al individuo como carente de motivaciones personales y que debe doblegarse ante “la voluntad de la sociedad” representada por el aparato estatal que debe segregar a los “desajustados sociales”, por no aceptar los objetivos que elaboran en detalle los mandones de turno.

Se ha repetido hasta el hartazgo que deben primar los intereses generales sobre los intereses particulares, como si se pudiera disociar el interés de la persona y las normas que establecen el respeto recíproco. Sin duda, que si se entiende por interés personal la destrucción de los intereses legítimos de terceros, aparece aquí una incompatibilidad manifiesta. Pero, en el contexto del liberalismo clásico, el derecho no es nunca contra el derecho, la cooperación entre las personas se basa en marcos institucionales sustentados en valores comunes.

La sociología no siempre ha tenido el historial que comentamos. Ludwig von Mises usó el término antes de recurrir a “praxeología” como ciencia de la acción humana. Georg Simmel y Max Weber la utilizaron también en un sentido distinto de la ingeniería social. Weber escribió Economía y Sociedad, cuyo subtítulo es “Esbozo de sociología comprensiva” (un “esbozo” de 1200 páginas), donde destaca muchos aspectos interesantes de la economía que, dicho sea de paso, resulta en general antitética al sociólogo puesto que aquélla alude a órdenes espontáneos mientras que ésta se ha popularizado como un campo de estudio consustancial al dirigismo y al paternalismo estatal.

Alberto Benegas Lynch (h) es vicepresidente-investigador senior de la Fundación Friedrich A. von Hayek de Argentina.

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