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Alberto Gómez

Anticorrupción corrupta

El resultado es un todo digno de figurar en una antología de lo más selecto del socialismo real, sección persecución y propaganda. Eso sí que es corrupción institucional de la buena.

La Fiscalía Anticorrupción fue creada a instancias del último Gobierno de Felipe González, en plena apoteosis de escándalos en el que no había delito más grande ni más pequeño que no hubiera sido cometido en el PSOE, desde sisar fondos públicos hasta el asesinato. Dado su carácter de Fiscalía, con dependencia jerárquica del Gobierno en última instancia, era una institución abocada desde su origen a ser un instrumento para favorecer al Ejecutivo y atacar a la oposición. Además, dada la oportunidad con que fue creada, algunos no se extrañan de que la Fiscalía Anticorrupción haya parecido actuar como una agencia más al secreto servicio de su majestad, el PSOE. Inactiva durante los gobiernos del PP, se ha reactivado cuando ZP ha necesitado tapar el paro y su propia corrupción, que va más allá de lo económico. 

Pero la vida es muy dura. Quizá por todos los años del hambre y necesidad agazapados en el cerebelo colectivo, este es el país con más peloteo y chaqueterismo por metro cuadrado de billete verde y puestecillo a subasta. El estomago está bien lleno, pero jambre hayla de todo tipo de cosas. Sigue habiendo mucha necesidad. Por otra parte, el PSOE históricamente siempre ha tenido como principio inquebrantable la redistribución de la riqueza y el poder... en función de la utilidad y los servicios prestados. Por consiguiente –decía el de Sevilla– aquí cuando se trata de complacer al partido de la solidaridad hay mucha competencia. 

La Fiscalía Anticorrupción ha tenido que luchar codo con codo con espontáneos de todo tipo y condición en su labor encomendada. El fruto es un elenco de personajes estrella y estrellita de distinta magnitud y organización y un conjunto de pasadas de frenada en la que destacaría, para no aburrir, desde los continuos hostigamientos a Matas, incluido el registro por sorpresa en su casa durante el día de Navidad y el sumario del mismo caso con descalificaciones gratuitas, a la cacería del PP utilizando todos los resortes del Estado en el caso Gürtel. Destacaría en ello, a más a más, las gravísimas escuchas a los abogados defensores decretadas por Garzón y la puntual filtración seriada de todo ello a los periódicos del Movimiento. El resultado es un todo digno de figurar en una antología de lo más selecto del socialismo real, sección persecución y propaganda. Eso sí que es corrupción institucional de la buena.

Mientras tanto, en otro lugar de la galaxia jurídica, por sóo mencionar algo sobradamente conocido, el vicepresidente Chaves ha visto archivado a la primera su asuntillo familiar, con una malversación de fondos públicos que excede con mucho lo conocido del cuarto de centenar largo de implicados del caso Matas y Gürtel juntos. Y eso aún si contabilizamos en el segundo caso cosas tan horrendas como el vivir o escriturar por encima de lo declarado, lo cual no sé si se llama corrupción política o deporte nacional. 

Ojalá que todos los corruptos paguen, sin distinción de credo político, en proporción a sus delitos de acuerdo con cada página del código civil, el mercantil, el penal y hasta el militar. Pero mientras esto se aplica a unos hasta el infinito y más allá, ¿a que esto no les va a ocurrir a los otros?

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