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Alberto Gómez

Sí, sois de izquierdas

El programa de la izquierda consiste en la destrucción de las instituciones nacionales, personales, morales, religiosas y económicas para que cada uno pueda librarse de lo que le moleste con solo desearlo.

Alfonso Guerra está molesto con ZP porque "a este partido no le conoce ni la madre que lo parió" a causa de los llamados "recortes sociales". Ante su pregunta sobre si "somos de izquierdas, ¿o no?", ¿qué se le podría decir? En el PSOE, y en general la izquierda, siempre ha habido dos almas, una socialdemócrata redistributiva –pero leal a ciertos principios– y otra radical. La primera se ha ido, en su mayoría, a UPyD. La radical se ha adueñado del PSOE, junto con los despistados y los oportunistas que se quedan con quien manda.

Por eso, actualmente, el PSOE es más de izquierdas que el PSOE de los años 30; la Pasionaria en muchas cosas sería una monja al lado de las feministas de Bibiana Aído. Largo Caballero sería un mocetón brutote pero casi noble al lado de Rubalcaba. Si esto parece exagerado, tengamos en cuenta que el PSOE, como toda la izquierda "transformaora", ni ha sido tan burdo antes ni es tan fino ahora.

Históricamente fue la izquierda quien comenzó a disimular la violencia. En el socialismo hay una ciencia del control y ocultación de la misma; porque la violencia directa y a la luz del día sería el suicidio de una ideología que se proclama liberadora de la humanidad. Sabemos que la Inquisición era terrible por la colección de aparatos de tortura que dejaron, por sus escritos y porque las penas eran públicas. De los nazis tenemos las cámaras de gas y su Mein Kampf, en el que Hitler no ocultaba nada. Pero no queda ni rastro de las chekas ni del Gulag. Aquí, y en Rusia, salvo algún despellejado vivo, las torturas no eran cruentas, ni usaban aparatos, ni dejaban cicatrices. La eliminación era limpia. Stalin no mataba, ¡por Dios!, era un abuelo entrañable que pagaba vacaciones reeducativas en Siberia con régimen de adelgazamiento incluido. Los rusos lloraron al abuelito y desconocían el Gulag.

Si los primeros revolucionarios se "vieron obligados" a matar a millones, los modernos regímenes socialistas no necesitan matar. Cuba tiene un sistema de terror aleatorio en el que la identidad del siguiente a detener, su barrio, su edad y el tiempo de aislamiento se decide por medio de un programa de ordenador. No es necesaria la violencia física... generalmente. En el régimen rubalcabil, las detenciones las dictan las necesidades mediáticas del partido. Aquí se enterraron con todos los honores y con todas las formalidades de la legalidad a doscientas víctimas de un atentado del que cada día sabemos menos. Jueces y acusados a tutiplén, faltaría más. Zapatero dijo en el Congreso después del 14-M que Pablo Iglesias les hubiera dado un notable alto. Yo creo que su fundador concedería al PSOE actual un sobresaliente muy a gusto.

Eso, en el terreno de la praxis. En el de la teoría, se te podría decir, amigo Guerra, que el programa de la izquierda, el de la izquierda de verdad, no consiste en nacionalizar el Olivar, en que el Estado multiplique por diez las pensiones o en regalar un puesto fijo y un Ferrari a cada trabajador. No. Si le preguntas a Robespierre, a Marx o a Gramsci, verás que el programa de la izquierda consiste en la destrucción de las instituciones nacionales, personales, morales, religiosas y económicas para que cada uno pueda librarse de lo que le moleste con solo desearlo. Y a eso se han dedicado en cuerpo y alma los socialistas de ZP desde que están en el Gobierno.

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