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Alberto Míguez

A la coreana (del Norte)

Aunque probablemente estas líneas rompan el alegre consenso logrado estos días en torno a la figura de Mariano Rajoy y el método sucesorio de Aznar y del PP, lamento decir que una cosa y otra me han parecido detestables, arcaicas, antidemocráticas y desde luego, impresentables en la Europa a donde quiere conducirnos esta tropa y que inevitablemente nos tomará a chacota.

Toda la operación, desde su anuncio y conclusión, hubiera podido desarrollarse, por ejemplo, en Kuwait o en el sultanato de Brunei. O mejor, en Corea del Norte. Cuando Kim Il Sung decidió nombrar sucesor a su hijo bien amado Song Il lo hizo por supuesto respetando las formas y las normas aprobadas por el Congreso del partido, algo que a lo largo de estos días se ha repetido aquí hasta la saciedad. Estas normas son, al parecer, la designación a dedo y la ratificación “a la búlgara”. ¿Cómo es posible que de los quinientos y pico miembros de la dirección popular ni uno sólo considere que Rajoy no es el candidato idóneo y que el jefe tal vez no tenga siempre razón? ¿Qué farsa es ésta y, sobre todo, qué partido es éste que vota lo que le mandan sin rechistar, discutir o reflexionar?

El espectáculo de hace unas horas en “un céntrico hotel madrileño” recordaba otros tiempos y otros ámbitos: el Consejo nacional del movimiento jaleando al caudillo, el soviet supremo aclamando a Nikita o el congreso del pueblo chino, aplaudiendo al sucesor indigitado del gran timonel.

Claro, se dirá, lo que hizo Aznar lo había hecho también Pujol, nombrando a su sucesor por el mismo o semejante método. Y Maragall cuando nombró por dedazo a Clos ¡alcalde de Barcelona!

Qué suerte tiene esta derecha norcoreana con la oposición que le tocó en suerte. Razón le sobra al siempre sabio Germán Yanke cuando lo señala oportunamente en estas páginas. Vaya futuro.


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