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Alberto Míguez

Aprendan de Blair

El primer ministro Británico, Tony Blair, acaba de proclamar alto y claro una evidencia: que su país mantiene con los Estados Unidos una relación especial y que está dispuesto a mantenerla aunque deban pagar sus conciudadanos un tributo de sangre. Aquí y allí, algunos se habrán escandalizado con estas expresiones. Pero no tienen razón alguna.

Desde hace siglos, el principal y seguro aliado de Estados Unidos en Europa son los británicos y ésto se puso de manifiesto siempre que los “primos” del otro lado del Atlántico han necesitado apoyo militar, logístico o simplemente político. Recordemos la participación (decisiva) de las tropas terrestres y aéreas inglesas en la primera guerra contra Irak (Operación “Tormenta del Desierto”) y, más recientemente, su cooperación codo a codo con los Marines en Afganistán. Y hace apenas unas horas, el bombardeo contra posiciones antiaéreas iraquíes en el que participaron también aviones de combate británicos.

Entre las ocurrencias y frases hechas que el inverosímil Josep Piqué pronunció en su etapa de ministro de Exteriores estuvo aquella de que España y Estados Unidos se preparaban para construir una “relación especial” a imagen y semejanza de la existente entre Londres y Washington.

Las características de tal relación están a la vista: un nuevo Convenio de Cooperación para la Defensa que es de vergüenza propia y ajena y el seguimiento pánfilo y disciplinado de la “posición común” europea sobre Irak, que lo fía todo en la capacidad de Naciones Unidas para convencer al dictador de que permita la entrada de unos inspectores en su territorio. Como si a Saddam le importase mucho lo que dice o hace “la cosa”, como llamaba De Gaulle a la ONU. Y todo esto gracias al alto patrocinio de Jacques Chirac y Gerhard Schröder, que intenta ganar votos vapuleando a los gringos. Qué nostalgia de Mitterrand y Kohl.

El seguidismo español de la política europea común (esa utopía de los euroidiotas) demuestra hasta qué punto aquel deseo de Piqué era una alegre invención para camelar a una opinión pública que sigue siendo antiamericana, aunque reconozca que cuando las cosas se ponen serias (Bosnia, Kosovo, Somalia, ¡hasta el islote de Perejil!) hay que recurrir al César Bush II para que nos saque las castañas del fuego. No es de extrañar que cuando, por ejemplo, los ministros de la UE se inventan bajo patrocinio danés un nuevo plan de paz para Oriente Medio, los americanos y los ingleses miren hacia otro lado. Mayormente para disimular la risa.

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