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Alberto Míguez

Balance apresurado

Aunque las armas hayan enmudecido por completo –y no es el caso- cualquier balance sobre estos días de fuego y humo en Gaza y Galilea, además de apresurado sería inútil. Por intentarlo no se pierde nada.

Primero: Arafat no controla a sus compatriotas, lo ha demostrado hasta la saciedad. Su autoridad no tiene mando. Y su mando no manda sobre la nebulosa integrista armada que crece día a día en su campo. Ha jugado una vez más el papel de víctima indefensa ante la ferocidad de Israel. Pero le falta credibilidad interna e internacional. Sale malparado de esta terrible prueba. Pero sigue siendo imprescindible para unos y otros. No hay recambio.

Segundo: Barak ha logrado unificar los rangos del país, de derecha a izquierda, tocando a rebato ante la amenaza de los bárbaros próximos. En tres días pasó de la impopularidad generalizada al apoyo sin fisuras de una opinión pública radicalizada.

Tercero: el llamado “proceso de paz” hace aguas y para nada servirá calafatearlo con parches internacionales, árabes, americanos o europeos, si las sociedades de ambos países (Israel y Palestina) lo rechazan o se oponen directa o indirectamente con las piedras o los fusiles en la mano. Recuperarlo costará meses, tal vez años.

Cuarto: La imagen de los niños honderos de la nueva intifada enfrentándose a Tsahal (el ejército de Israel) constituye un tanto ético y estético a favor de la rebelión. Si las pedradas no se paran ahora, habrá sangre en abundancia porque los israelíes están dispuestos a todo antes de permitir que los palestinos radicales se lleven el gato al agua.

Quinto: una vez más, Europa y los europeos dieron prueba suficiente de inoperancia e impotencia en la zona. Una vez más la Liga Arabe ahogó su frustración en retórica: como siempre. Por primera vez, los americanos titubearon. Las imágenes terribles del niño asesinado en brazos de su padre parecen haber conmovido a la opinión pública norteamericana. Defender a los fusileros uniformados en plena carrera presidencial sería políticamente peligroso para Clinton y Gore.

Sexto: el proyecto Barak-Ben Amí de la paz haciendo concesiones incluso sobre Jerusalén es, hoy por hoy, inviable. Vienen tiempos de plomo, barricadas, lacrimógenos y tanques.

Séptimo: la “hermandad sagrada” entre arabes-israelíes y palestinos es una realidad. Se forjó en las barricadas y en los entierros. Hacia el futuro es un síntoma pésimo. El enemigo está en casa para muchos israelíes. Habrá que desalojarlo, pero ¿cómo?

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