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Alberto Míguez

Después del ultimátum ¿guerra civil?

Ocurra lo que ocurra tras cumplirse el plazo dado por el primer ministro israelí para que cesen las hostilidades de los palestinos, la situación empeora por momentos y, como todo, puede incluso ir a peor, que ya es decir.

Por ejemplo, en las últimas horas los colonos israelíes vecinos de Ramalha han tomado las armas, de modo que lo que -hasta ahora- era un enfrentamiento entre bandas armadas de palestinos, niños o adultos, contra un ejército regular puede convertirse pronto en un enfrentamiento generalizado entre bandas israelíes y palestinas, iluminados unos y otros por el fanatismo y el odio más profundos. Con el agravante de que unos –los israelíes- creen que es la última oportunidad para salvar la existencia de este Estado singular y en guerra desde 1949.

Si a esto añadimos que esta guerra incipiente puede derivar hacia otra ya antigua (la que enfrenta a israelíes-hebreos contra árabes-israelíes) y que se está gestando una batalla en toda regla entre las fuerzas regulares de Israel, las del Líbano y, eventualmente, las de Siria, el panorama no puede ser más tétrico a estas horas.

La pregunta que todos deberían hacerse –y dudo mucho de que la hagan- es si existe otra alternativa viable, civilizada y sensata que volverse a sentar unos y otros para firmar y afirmar la paz. Pero tras todo lo ocurrido allí estos días incluso esta alternativa se asemeja lejana. Peor, imposible.